El gobierno de Bernardo Arévalo será de transición

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 11 minutos

Por Pablo Rodas Martini

Con Bernardo Arévalo como presidente no se producirán cambios estructurales en Guatemala. Aclaro que no soy un opositor a él; todo lo contrario, aquí escribí cinco artículos en respaldo pleno a su candidatura durante la segunda vuelta. Deseo que haga el mejor gobierno posible, que le vaya de maravillas y libere a Guatemala del Pacto de Corruptos. Si digo que será un gobierno de transición y, no uno de cambios profundos, lo digo para no generar expectativas falsas, para no sobredimensionar los éxitos que podrá alcanzar durante los cuatro años que durará su administración. No esperemos una administración como la de su padre, Juan José Arévalo, durante la cual se creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) y el Banco Central de Guatemala (BANGUAT) entre otras muchas otras instituciones, y se aprobó el Código Laboral y numerosas otras leyes que sentarían las bases del Estado guatemalteco para las siguientes décadas. Si Bernardo hace un buen gobierno de transición y, deja las condiciones para que su sucesor pueda proceder con cambios de fondo, será una tremenda contribución para el país. Por cierto, uso deliberadamente su primer nombre pues es lo primero que él debería hacer es decirle a la ciudadanía que en el uso diario lo llamen Bernardo, no Bernardo Arévalo ni presidente y mucho menos Señor Presidente, a no ser que sea para asuntos formales, por supuesto.

Antes de continuar, destaquemos lo siguiente de Bernardo. Primero, es el primer hijo de presidente que es electo como presidente en la historia de Guatemala. Las dinastías políticas en el país nunca se han consolidado: el caso de los Cerezos, los Arzú, los Ríos. En su caso no es que se cree una dinastía pues, cuando él asuma el poder en 2024, habrán transcurrido 73 años desde que su padre lo dejó en 1951. Las dinastías no se tratan solo de descendientes sino que la continuidad entre generaciones tome unos años o una década entre sí, no tres cuartos de siglo. Segundo, Jimmy Morales y él serán los únicos dos presidentes que lograron vencer en su primera participación como candidatos presidenciales. Si excluimos a Vinicio Cerezo, pues antes de él había dictaduras, fraudes y militares, todos los demás tuvieron que competir dos, tres o hasta cuatro veces para acceder a la presidencia. Tercero, Alfonso Portillo y él serán los únicos dos políticos que desde el retorno a la democracia del país llegan a la presidencia habiendo sido antes diputados del Congreso. El Congreso es un horno de corrupción y quema las aspiraciones presidenciales de todo político, salvo esas dos excepciones.

¿Por qué digo que Bernardo solo puede aspirar a ser un buen presidente de transición? Porque llega maniatado. No como Cerezo lo dijo en 1986 cuando era obvio que se refería a que el ejército tenía la otra cuota de poder, sino porque Alejandro Giammattei y el Pacto de Corruptos le heredan a Bernardo un pésimo séquito de autoridades en instituciones críticas de la gobernabilidad: Corte de Constitucionalidad, Corte Suprema de Justicia y jefa del Ministerio Público, Ministerio Público, Contraloría General de Cuentas, y Procurador de los Derechos Humanos. Excluso al Tribunal Supremo Electoral porque a pesar de la presión brutal a la que fueron sometidos, hicieron una labor elogiable en estas elecciones, y la historia les reconocerá sus méritos. Y no solo eso, sino que con una gran mayoría de corporaciones municipales corruptas, postuladas por partidos pertenecientes al Pacto de Corruptos. Y, por si lo anterior no fuera suficiente, con un Congreso (2024-2028) controlado masivamente por las bancadas de los partidos del Pacto de Corruptos. Si Bernardo logra ejecutar de manera honesta el presupuesto de gastos de la nación, promueve políticas moderadas y coherentes con la realidad nacional (el Congreso no le va a aprobar ninguna legislación radical), y contribuye a que las instituciones que acabo de mencionar tengan autoridades honorables cuando arribe el turno de sustituirlos, habrá hecho una labor de transición admirable. En otras palabras, no es que él no pueda dar más de sí (no lo conozco personalmente pues a lo sumo nos habremos cruzado en algún evento muchos años atrás, y todo lo que puedo decir es que luce honesto, capaz y ha sido coherente) sino que Giammattei y el Pacto de Corruptos le dejará poca libertad de movimiento pues lo dejan cubierto con una telaraña densa, oscura y pestilente.

En relación a su plan de gobierno, es un buen trabajo de consultoría pues la mayoría de los líderes de Semilla serán consultores o investigadores y, obviamente redactaron lo que están acostumbrados a elaborar. Hay muchos proyectos y metas, pero al plan le falta carne. Si Bernardo piensa gobernar siguiendo la pauta de ese documento se queda sin brújula. Estas cosas las digo hasta ahora, pues haberlo hecho antes era solo darle municiones a Sandra Torres. Después de su victoria es que uno realmente puede ser autocrítico. Mis sugerencias hacia él y su equipo, dada la naturaleza de transición de su gobierno a que me he referido antes, serían las siguientes:

Primero, que conduzcan una buena administración de los recursos del Estado sobre los que tendrán control efectivo (sobre los aportes constitucionales y los pagos de sueldos, que sumados hacen la gran mayoría, no tendrá margen de maniobra). Segundo, que eviten conflictos innecesarios: con la correlación en el Congreso, una reforma tributaria no se aprueba, tampoco temas como el aborto, matrimonio homosexual, legalización de la mariguana, etc. Yo respaldo esas tres medidas y otras como la píldora del día después o la eutanasia, pero tampoco me equivoco: aunque Guatemala haya electo un presidente de izquierda moderada, es un país mentalmente atrasado, conservador y cachureco. Llegará el tiempo para eso, pero no es ahora. Con suerte, le corresponderá a la siguiente administración, o a la posterior. Y por supuesto ninguna intención de reestablecer la CICIG o algo similar pues fraccionaría aún más al país. En otras palabras, debería hacer un buen gobierno de izquierda adoptando medidas que tomaría un buen gobierno de centro. Tercero, tendrá que postergar la adopción de medidas significativas para el último año o a lo sumo los últimos dos años. Bernardo, por ejemplo, no debería levantar el tema de una reforma tributaria sino hasta el final de su administración hasta que la población haya percibido que ha gestionado bien los recursos del Estado durante los primeros dos o tres años de su gestión. En otras palabras, el será un Presidente Semilla, pues lo que puede lograr es “sembrar la semilla” para que el siguiente presidente o presidenta tenga mucho más margen de maniobra. En síntesis y resumiendo estos tres puntos, Bernardo puede llegar a ser un gran presidente si sabe manejar la transición desde una democracia casi aniquilada y controlada por políticos corruptos hacia una democracia honesta y estable. Ese es su desafío: si logra ese corrimiento en gobernabilidad, será el mejor presidente desde el retorno a la democracia. Y puede que algunas medidas fundamentales logren adoptar, pero será hacia el final de su gobierno y, solo si logra hacer una gestión impresionante, que le permita mantener después de dos o tres años al menos un 70% del respaldo popular. En otras palabras, en su caso, no aplica lo de adoptar medidas importantes en sus primeros 100 días de gobierno cuando esté en luna de miel con electorado. No será secundado por el Congreso. Su calendario político le dará chances hacia el final.

Para su gabinete de gobierno él tiene tres opciones. La primera sería un gabinete masivamente Semilla, es decir, miembros del partido. Él tiene experiencia de gobierno, pero dudo que la mayoría de muchachos y no tan muchachos que lo acompañan la tengan. Con un escenario en el que tendrá cuervos, serpientes y muchas otras alimañas en el Congreso y demás instituciones clave un gabinete de primera comunión sería como llevar terneros al matadero. La segunda sería un gabinete con algunos miembros de Semilla pero donde unos dos tercios de los ministerios fueran para miembros de partidos afines como Vos y Winaq-URNG (lo que además le garantizaría esos votos en el Congreso), y con algunas personalidades de izquierda, centro-izquierda y quizás rayando el centro como Jordán Rodas en la izquierda, y Thelma Aldana y Claudia Paz y Paz, más moderadas, por citar solo tres (además sería fabuloso si los exiliados pueden retornar al país desde el primer día que él tome posesión). La tercera opción sería un gobierno con un abanico ideológico más amplio, que incluyera a uno que otro ministro de centro y quizás hasta de centro-derecha de reconocida capacidad y honorabilidad. Habiendo descartado la primera opción, la decisión quedaría entre la segunda y la tercera. Sé que muchos en el centro y derecha dirán que la tercera opción sería la mejor: demostraría que el gobierno no se radicalizaría y enviaría un mensaje de consenso nacional. Al carajo con esta última opción; Bernardo terminaría con ministros halando en diferentes direcciones, conflictos entre ministros, una conducción incolora, y sin sabor a nada. Mi sugerencia, por tanto, sería la segunda opción: cuadros de izquierda, centro-izquierda y a lo sumo algo de centro, que tuvieran afinidad ideológica aunque el programa de gobierno que empujaran fuera moderado. Y algo muy importante en ese esquema, Bernardo debería de colocar al menos un viceministro que fuera Semilla de los jóvenes en cada ministerio. Los ministros se desgastarán o renunciarán y llegada esa oportunidad, con un vice que tuviera unos dos años de experiencia sí ya podría asumir la titularidad como ministro. En otras palabras, el gabinete no sería muy Semilla al inicio pero terminaría siendo mucho más Semilla hacia el final.

Bernardo ha dicho que trabajará conjuntamente con los alcaldes. Los alcaldes electos pertenecen en una mayoría abrumadora a partidos del Pacto de Corruptos; la gran mayoría de alcaldes y concejales están acostumbrados a succionar el erario municipal para sus beneficios personales. Semilla, Winaq-URNG y Vos apenas si lograron unas migajas. En otras palabras, cuando Bernardo sea invitado a alguna asamblea de la Asociación Nacional de Municipalidades (ANAM), gire a donde gire la cabeza, mirará alcaldes que llegaron con un fin muy definido: mejorar significativamente la riqueza de su familia, y para lo cual saben que tienen asegurados cuatro años. Como el presidente no tiene control sobre ellos, no le quedará sino esperar que la Contraloría ausculte los gastos de las municipalidades, algo que por supuesto no ocurrirá porque el Pacto de Corruptos le heredará su Contralor, el cual tomo posesión hace menos de un año y no será reemplazado sino hasta noviembre del 2026 (comienzo a dar fechas), cuando a Bernardo no le quede sino un año y un mes de gobierno. ¿Qué puede hacer Bernardo ante una situación así donde no se puede confiar en lo absoluto en aquellos que ejecutarán miles de millones de quetzales y tampoco en el ente fiscalizador? Casi nada. Tendrá cierta influencia con los recursos de los Consejos de Desarrollo, pero no más aparte de eso. Todo lo que se pudiera hacer para fomentar mecanismos de supervisión ciudadana desde lo local, tendría que ser prioridad. Pero Bernardo no tendrá otra opción que aceptar esas invitaciones de la ANAM y girar su cabeza de un lado al otro mientras hable.

Los problemas de las corporaciones municipales, sin embargo, serán minúsculos comparados con los dolores de cabeza que el Congreso le dará a Bernardo y su gabinete. El 83% de los diputados serán de bancadas que pertenecen al Pacto de Corruptos (incluyo a Cabal, aunque no descarto que algunos de ellos no se sumen al Pacto); Semilla y Vos apenas si lograron el 17% de las curules (Winaq-URNG and MLP ninguno). Los diputados, acostumbrados a sobresueldos mensuales y a que se les aceiten con miles de quetzales por leyes críticas, no buscaron ser electos para reducir sus emolumentos. Para nada, muchos pagaron o gastaron directamente en la campaña hasta cientos de miles de quetzales para ser colocados en posiciones con chance de ganar; en otras palabras, “invirtieron” y esperan recuperar con creces ese dinero durante los cuatro años que les toque “servir.” No nos equivoquemos esa es la prioridad de la gran mayoría de ese 83% de diputados. Manuel Conde y Sandra Torres, los dos que liderarán bancadas numerosas, harán de todo para doblegar a Bernardo; es decir, para que el statu quo continúe: sobresueldos y bonos generosos para la aprobación de legislación crítica. Y el Congreso puede empantanar completamente la gestión de un presidente: interpelaciones eternas, no a uno, sino que a varios de los ministros, citaciones infinitas a otros funcionarios de gobierno para que se apersonen ante bancadas o comisiones, rechazo de legislación que envía el ejecutivo, en particular la no aprobación del presupuesto, etc., etc. Cómo lidiar con el Congreso será el tremendo dilema ético de Bernardo. Si no negocia con las bancadas opositoras no podrá gobernar; si negocia, se embarra las manos y se vuelve corresponsable de corrupción aunque el dinero no sea para él o su partido. Esa, sin duda alguna, será la decisión más crucial que él tendrá que adoptar en sus cuatro años de gestión.

La jefa del Ministerio Público conformará con Conde y Torres el trío más nefasto que el país tiene al momento, un trío de gorgonas donde uno no sabe quién es Medusa, la peor, pues los tres calificarían para eso. Bernardo no la podrá reemplazar pues ella fue designada para un segundo período que vence en mayo de 2026, ya en el último tercio que le quede de presidente. Algunos de los funcionarios heredados por Giammattei tratarán de lavarse la cara y mostrarán anuencia a conversar con Bernardo. Ella está tan enlodada que es imposible: le vendió su alma al diablo. Entre el Congreso y ella le pueden hacer la vida imposible al gobierno. En el caso de las corporaciones municipales sugerí la fiscalización ciudadana desde lo local; en el caso del Ministerio Público y de la Contraloría de Cuentas sugeriría que Bernardo, sin referirse a ambas instituciones por nombre y apellido, llame a los trabajadores públicos a cumplir su labor de whistleblower. Lo digo en inglés pues la traducción en español de denunciante no le hace justicia al término. Un whistleblower es alguien que revela conductas indebidas, ilegales o deshonestas en una organización o entidad, con la intención de sacar a la luz la verdad y resguardar el bienestar público. En otras palabras, trabajadores del Ministerio Público y de la Contraloría al realizar denuncias podrían erosionar ambas figuras y provocar su caída, de manera tal que no haya que esperar hasta su reemplazo en 2026.

De la Contraloría General de Cuentas, una institución que sería determinante para el combate contra la corrupción, ya hablé antes y lo acabo de volver a hacer. El Contralor actual ha suspendido procesos en municipalidades cuyos alcaldes pertenecen a partidos integrantes del Pacto de Corruptos. Desconozco si él también le vendió el alma al diablo o si aún es rescatable y se puede lograr que comience a cumplir su gestión.

¿Y el Procurador de los Derechos Humanos? Es un cero a la izquierda. No hay mucho que hacer pues le tendrá un pánico enorme a la Comisión de Derechos Humanos del Congreso y al pleno del Congreso. Caso perdido.

Del Tribunal Supremo Electoral tampoco hay mucho que decir. En su caso, sin embargo, es por todo lo opuesto: pese a su pecado de origen (ser electos en su mayoría por el Pacto de Corruptos), se han reivindicado con las dos vueltas y, sobre todo, por la determinación que mantuvieron para resistir la embestida brutal de Conde y Giammattei para sacar a Bernardo de la segunda vuelta y reemplazarlo con Conde. Me quito el sombrero ante ellos.

La Corte de Constitucionalidad y la Corte Suprema de Justicia ejercen un enorme poder en el país. Yo no soy abogado, lo único que sé es que sus resoluciones pueden tener ramificaciones enormes. No sé cuántos de ellos sean casos perdidos por estar alineados completamente con el Pacto de Corruptos, lo único que sé es que la mayoría en cada una le debe sus posiciones a ese Pacto nefasto. Los magistrados de la Corte Suprema dejarán sus cargos en 2024, dándole a Bernardo la única oportunidad de incidir por magistrados más honorables; los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, por el contrario, no serán reemplazados sino hasta entrado 2026, por lo que Bernardo tendrá que convivir con ellos la mayor parte de su mandato. Ojalá que en ambas cortes se diera un proceso similar al Tribunal Supremo Electoral, el cual sí supo cumplir con su labor constitucional al final de cuentas, pero presumo que esperar algo así sería pecar de excesiva ingenuidad.

Bernardo recibirá el apoyo incondicional de la comunidad internacional, que esto se traduzca en financiamiento para el país, sin embargo, será difícil. El respaldo de Estados Unidos, Canadá y países europeos será muy importante. En conversaciones con los embajadores de estos países, Bernardo se sentirá como pez en el agua, pues su experiencia de gobierno ha sido de embajador y en la cancillería. La izquierda latinoamericana, que va desde los dinosaurios como Venezuela o Nicaragua hasta una izquierda más cohesionada como la chilena, colombiana, mexicana, y brasileña, serán de importancia para Bernardo, en particular las últimas dos pues son países que tienen una fuerza económica importante. Centroamérica, por el contrario, será un asunto tortuoso para él, pues tendrá que sentarse a hablar con los dictadores de Nicaragua y El Salvador, y la populista de Honduras, con lo que solo queda Costa Rica como interlocutor maduro. Los lazos económicos entre los cinco son muy estrechos, razón por la que también no menciono a Belice, Panamá y República Dominicana.

Después de este largo artículo, no me queda sino agradecer a Prensa Comunitaria y a su directora, Quimy De León, por haberme abierto el espacio durante julio y agosto. Con este son seis artículos (los otros cinco son más cortos), me complace observar que los pronósticos que fui haciendo se fueron cumpliendo. Aunque tengo 17 años de no vivir en Guatemala, visité el país por última vez hace 9 años, y resido a más de 10,100 kilómetros de distancia. Yo me he desconectado muchísimo de Guatemala. Pasan meses sin que vea ningún diario en línea, pero después de la primera vuelta me pude percatar que era un proceso electoral inédito y esperanzador. Me puse al tanto de la situación política nacional y procedí a escribir estos seis artículos; los títulos de los cinco anteriores con sus fechas son las siguientes, y los pueden localizar si hacen click abajo en los títulos de cada uno.

1) “La victoria será ardua” 4 de julio;

2) “Conde y Giammattei detrás del intento de ‘golpe electoral’“, 15 de julio;

3) “¿Cómo interpretar la segunda vuelta entre Torres y Arévalo?” 24 de julio;

4) “Pacto por el golpe de Estado entre Giammattei y Sandra Torres“, 28 de julio;

5) “Arévalo 7 vs La Camaleona 3“, 19 de agosto.

Después de haber contribuido con un grano de arena a la victoria de Bernardo en la segunda vuelta y cumplir de esa manera con mi deber ciudadano, ya que no podía hacerlo votando, me despido en definitiva de los lectores, y regreso de lleno a mis actividades profesionales. Si sigo vivito y coleando en cuatro años y la próxima elección termina siendo tan dramática como esta, quizás me tengan de nuevo por aquí.

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