Por Pablo Rodas Martini
Mi artículo del 4 de Julio—”La victoria será ardua”—se ha estado cumpliendo casi a la perfección. El secreto, como lo indiqué ahí, radica en tratar de pensar como pensarían ellos: la Medusa y su pelambre de serpientes, Giammattei, en el Ejecutivo, y Conde, en el Legislativo, y su amplio pacto por el mal.
Como indiqué en ese artículo: “La clase política que actualmente controla al país—Giammattei y esa alianza amplia de partidos oportunistas—no han ‘trabajado’ tanto para controlar todas y cada una de las instituciones del tinglado democrático del país—Ejecutivo, Congreso, Corte de Constitucionalidad, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Supremo Electoral, Contraloría de Cuentas, Procuraduría de Derechos Humanos (y de paso hasta la USAC)—como para ser buenos perdedores y decir ahora les toca a ustedes.”
De los seis movimientos tácticos que ellos harían, ya se han cumplido los primeros dos al pie de la letra:
“Primero, agotarán todos los recursos posibles para demostrar que hubo algún tipo de fraude en favor de Bernardo Arévalo. ¿Cómo, dirán, alguien que aparecía en el pelotón de seguimiento de los tres punteros, sin mayores chances, se separó de ese pelotón y quedó de segundo?” Lee el resto de este párrafo en el artículo original: https://prensacomunitaria.org/2023/07/la-victoria-sera-ardua/
“Segundo, si no logran que en un ‘recuento’ el TSE coloque a Manuel Conde de segundo, escarbarán todo lo que sea necesario para tratar de demostrar que existe algo ilegal en la constitución de Semilla, en sus asambleas, o en el pasado de Arévalo o su candidata vice presidencial. No dejarán piedra sin levantar.” (Lee el resto en el artículo original).
Las otras cuatro maniobras continuarán ahora que la Corte de Constitucionalidad ha ordenado que la segunda vuelta proceda.
Mientras que para el artículo anterior traté de pensar en todo momento como pensarían ellos, ahora se trata de hacer un ejercicio mental diferente: ¿Quiénes son los que más ganarían si es que Bernardo Arévalo y Semilla quedasen fuera de la segunda vuelta? Uno puede apreciar que el control absoluto que Giammattei y sus serpientes tenían de todas las instituciones del gobierno comienza a resquebrajarse. La Corte de Constitucionalidad, Corte Suprema de Justicia, y Tribunal Supremo Electoral, ya toman distancias, con el Ministerio Público y la Contraloría aún muy alineados al presidente, así como su gabinete y asumo que también muchos de los diputados oficialistas, entiendo por oficialistas los diputados oportunistas de esa gama variopinta unida por la corrupción (el Procurador de Derechos Humanos actual, por cierto, se ha vuelto invisible, pues es como que no existiera).
Quién más hubiera ganado si Arévalo hubiese quedado fuera no era otro sino Manuel Conde y sus más allegados. Él sabe que Sandra Torres pierde contra cualquiera, por lo que la salida de Arévalo prácticamente que sería su coronación anticipada como presidente de Guatemala. Él rara vez da la cara, pero es un experto en manejar los tinglados tras bambalinas. Los golpes de Estado no le asustan pues fue pieza clave en el auto-golpe de Jorge Serrano, cuando era uno de sus más allegados. Y tiene poder: controla a muchos diputados, tiene las bolsas llenas de dinero, y sabe que muchos magistrados de la CC, CSJ y TSE le deben favores pues él ayudó a colocarlos donde están. Si uno tuviera que identificar al Maquiavelo de la política guatemalteca en él período de gobierno que está por finalizar, no sería tanto Giammattei sino que Conde: viperino, ambicioso, sin escrúpulos, manipulando desde su guarida.
En la coyuntura actual, Giammattei titubea, por ratos querrá romper el proceso electoral, cediendo a las presiones de Conde, pero por el otro, sabe que lo que harían sería cruzar un Rubicón que no se ha cruzado en lo absoluto desde el retorno a la democracia en 1986. Él dejó que Conde moviera sus piezas y que los secuaces de éste promovieran el recuento de votos y después la anulación de Semilla como partido, pero evalúa las reacciones nacionales, de la embajada de EE.UU. y de los países europeos, y de otros actores como el CACIF o el ejército. Giammattei, en otras palabras, observa con cuidado como se balancea el subibaja político. Sabe que si cruza el Rubicón y la maniobra sale mal, terminaría en la cárcel y abriría la compuerta a procesos judiciales por corrupción o de otro tipo, con confiscaciones de su riqueza mal habida, y quién sabe si hasta en alguna cárcel de EE.UU. por vínculos nefastos que se le pudieran encontrar. En breve, Giammattei no es quien gana más con el rompimiento del proceso electoral y por eso verá hasta con alivio la decisión de la CC de continuar con la segunda vuelta. Hoy o mañana dará alguna entrevista respaldando plenamente la decisión de la CC. ¿Por qué, sin embargo, digo en el titula que Giammattei también ha estado detrás del intento de “golpe electoral?” Muy sencillo, él pudo parar a Conde días atrás y no lo hizo. Siendo presidente su actitud fue deleznable.
Conde no las tuvo consigo. El recuento se hizo y el TSE optó por proseguir. Ahora la CC no respalda la anulación de Semilla. La CSJ también se alineará. La presión de Conde y sus achichincles sobre magistrados de las tres instituciones habrá sido bestial estos días. Los magistrados se percataron, sin embargo, que una cosa fue dejar fuera al Movimiento para la Liberación de los Pueblos pues permitieron que otros partidos de izquierda continuara o más tarde a Carlos Pineda, y otra muy distinta habría sido trastocar una votación de la cual la primera parte ya tuvo lugar.
Además, tratando de pensar como pensarían ellos, y como también lo indiqué en mi artículo anterior: “Los magistrados del TSE que llegaron como parte del control férreo que tienen Giammattei y las serpientes del Congreso, querrán, en última instancia, continuar sus carreras profesionales, lavarse las caras con una elección transparente, y aparentar decencia.” Eso mismo aplica a los magistrados de las otras dos cortes. Cada uno de ellos tendrá una cola larga de la cual no se sentirán orgullosos (no fue porque fueran brillantes o tuvieran una carrera impresionante que llegaron de magistrados en un gobierno tan corrupto como el de Giammattei; llegaron porque ofrecieron lealtad incondicional), y sencillamente querrán cortarla o al menos ocultarla, presentándose como garantes del sistema democrático y electoral de Guatemala.
Concluyo mi artículo con el mismo párrafo de la vez pasada: “Hace 17 años que ya no vivo en Guatemala, y actualmente resido a más de 10,000 kilómetros del país. Guatemala no es sino un recuerdo, un recuerdo que revive ocasionalmente máxime en tiempos tan dramáticos como los de la actual elección. Algunos detalles de mi artículo quizás puedan ser cuestionados por ambas razones (el tiempo y la distancia), pero una vez se conoce a la Medusa nunca se le olvida, y a la Medusa guatemalteca solo le han nacido muchas más serpientes en el cuero cabelludo.”
Pero, por favor, no dejen de leer las otras cuatro maniobras que tendrán lugar ahora. Como dije en mi artículo anterior: La victoria será ardua. La lucha sigue en pie.