Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Pablo Rodas Martini

¿Qué resultados arrojarán la primera encuesta de la segunda vuelta, sea la de Prensa Libre o la de CID Gallup? Aunque puede que la primera reacción de uno hacia las encuestas sea de desdeño y hasta de mofa después de que fallaron tanto con la escogencia del segundo, sería un gran error ignorarlas. En la primera vuelta, la presencia de tantos candidatos introdujo un ruido estadístico pavoroso, donde cualquier desenlace podía suceder, como efectivamente ocurrió. La segunda vuelta, con solo dos, será un trabajo mucho más sencillo, y presumo que el margen de error de cualquier encuesta seria será muy bajo.

Yo me atrevería a apostar que el resultado colocará a Bernardo Arévalo bastante por encima de Sandra Torres: al menos 10% si es que no 20% o más, pese a que Torres le sacó casi 50% de diferencia a Arévalo en la primera. Esta segunda vuelta, sin embargo, ha sido la más inusual que el país ha tenido desde el retorno a la democracia, y viviendo a más de 10,000 kilómetros de distancia y no habiendo residido en Guatemala desde hace 17 años, no puedo descartar que peque de optimista respecto a Arévalo. Mis referencias principales para aventurar este 10%-20% rango son la tendencia dinámica de las últimas semanas (Arévalo es el “caballo” que avanza con gran rapidez) y el antivoto (Torres ha sido la política con más antipatía por más de una década; en palabras simples, una gran mayoría de personas la detesta).

Esto me lleva a los apoyos que podría recibir Arévalo (Torres no se beneficiará mucho con que partidos políticos del Pacto de Corruptos le otorguen su apoyo público). Confieso que me ha disgustado sobremanera que cuatro candidatos que a estas alturas debieron haberle otorgado su apoyo a Arévalo no lo han hecho. Me refiero a Manuel Villacorta de Vos y Amílcar Pop de Winaq-URNG en la izquierda, Giovanni Reyes de Bien y Edmont Mulet de Cabal, en el centro. He visto sus últimas declaraciones en Twitter y son… bla bla bla. ¿Por qué esos cuatro candidatos no le han otorgado su apoyo incondicional? Asumo que será por un asunto de mucho pragmatismo: “Te apoyamos, Bernardo, pero queremos que nos des estos ministerios y estas otras posiciones en tu gobierno?” En tiempos normales, esa actitud pragmática que ocurre en prácticamente cualquier país democrático del mundo donde el partido gobernante no logra la mayoría, sería entendible, pero dada la coyuntura que el país atraviesa, con Conde y Giammattei usando al Ministerio Público como su jauría de perros para despedazar a Arévalo, esa reacción es absolutamente inaceptable.

Si yo fuera uno de los cuatro, le habría dado mi apoyo incondicional a Arévalo desde el instante en que el TSE detuvo el conteo electoral, momento en que se evidenció que el “golpe electoral” arrancaba. Usando un símil ese habría sido el momento equivalente a que el ejército sacase sus primeros pelotones a la calle para dar un golpe de Estado. Quizás sea que yo soy idealista a la antigua, pero observar que después de todo lo que ha sucedido, esos cuatro candidatos sigan con llamados insulsos a que se respete el proceso electoral, me resulta inaguantable. La casa arde en un fuego pavoroso y ellos se preocupan por cortar la grama.

La reacción de los cuatro me disgusta pero no puedo decir que me sorprenda, sin embargo. Cuando el TSE, luego la CSJ y de ahí la CC cerraron filas para impedir la participación del Movimiento por la Liberación de los Pueblos (MLP) creí, ingenuamente, que sería asunto de días para que esos cuatro candidatos y Bernardo Arévalo, declarasen que se retiraban del proceso electoral ante la violación clara del principio democrático. Ninguno de los cinco lo hizo: Siguieron como si nada. Los cinco solo repararon que la exclusión de Thelma Cabrera les iba a permitir uno o dos por ciento más de votos, lo que también redundaría en uno o dos diputados más. Fue una respuesta mezquina a un tipo de fraude anticipado al excluir a una candidata. Al apreciar esa actitud concluí de que de haber estado en Guatemala, definitivamente habría votado nulo. La exclusión de Cabrera, aunque no hubiera votado por ella, era inaceptable. Y cierto, no hubiera votado por Bernardo Arévalo.

Retomando el tema de la segunda vuelta electoral, y ya enfocado solo en Arévalo y Torres, sin duda que estamos frente a una campaña muy asimétrica: Torres hace campaña como si no tuviera candidato. Habla de sus promesas electorales y organiza mítines en muchos municipios del país como si se tratara casi de un referéndum acerca de si la población la elegirá como presidenta o no. Arévalo, por el contrario, acosado cada día por la jauría del MP, azuzada por Conde, que todavía soñará aún con que puede ser candidato presidencial,  y con el beneplácito de Giammattei, quién no parece retirarle el apoyo, tiene que dedicar su tiempo a defenderse, con el resto de tiempo que le quedará, que será un tercio o la mitad a lo sumo, para hacer campaña.

Este factor es de suma importancia porque la primera vuelta produjo dos tendencias muy claras: Torres venció en el interior y en particular en zonas rurales mientras que Arévalo lo hizo en el distrito metropolitano y las cabeceras departamentales. Hubo excepciones, por supuesto, pero grosso modo, esas fueron las tendencias. En ese sentido, Torres está teniendo todo el tiempo del mundo para asegurar aquellos municipios donde ganó y para disputar aquellos otros donde sus diputados y alcaldes electos le indiquen que tiene posibilidades. Arévalo, por el contrario, apenas si podrá ir de la capital hacia otros centros urbanos y cabeceras departamentales. Esa asimetría propagandística deriva en una campaña mucho más sencilla para Torres, quién podrá canalizar todas sus energías en una dirección: fortalecer su candidatura y debilitar la de Arévalo.

En teoría, por tanto, uno concluiría que ese desbalance afectará a Arévalo. La dinámica electoral es más compleja, sin embargo. El ataque diario, acre y malicioso por parte del MP, que no es sino la cara visible de la Medusa con serpientes como pelambre que representa Giammattei en el Ejecutivo y Conde en el Legislativo, le otorga a Arévalo una cobertura nacional masiva en prensa, radio y televisión. Su nombre y el de Semilla serán diez veces más mencionados que el Torres y la UNE. Si a eso uno agrega que la desvergonzada embestida gubernamental victimiza a Arévalo de cara al electorado, provocando que algunos que jamás votarían por él por razones ideológicas, consideren hacerlo, la asimetría de esta segunda vuelta electoral se pone más simétrica y quién sabe si hasta cree una asimetría en favor de Arévalo. En síntesis, la segunda vuelta enfrenta a Torres, la política de color grisáceo y perdedora por naturaleza, con Arévalo, el candidato que con cada día que pasa pareciera asemejarse más a su padre.

A la espera de que se dé a conocer la primera encuesta sobre la segunda vuelta, no queda otro recurso que usar proxis, y en los tiempos actuales no hay mejor proxy que medios sociales. Cuatro plataformas juegan rol en una campaña electoral: Twitter, Facebook, Instagram y TikTok. En los cuatro Arévalo vapulea a Torres.

En los tres primeros Arévalo tiene una diferencia de diez o siete a uno, cuando menos, respecto a Torres, y en TikTok, donde también hay una brecha apreciable, el video más popular de Arévalo tiene más de 300,000 likes y más de 7.2 millones de vistas, mientras que el más popular de Torres tiene más de 23,000 likes y más de 825,000 vistas. Es una avalancha en favor de Arévalo. No pongan atención en el número de seguidores, que en este caso sería más una curiosidad histórica.

Y hay que tomar un “detalle” en consideración: Torres tiene sus net centers dedicados a denigrar a sus opositores pero ocupados también en promover su candidatura. Si uno hace un ejercicio sencillo con Twitter, pero les invito a realizar lo mismo con las otras tres plataformas, y sigue la secuencia siguiente:

1) hacer click en el tweet, 2) hacer click en los retweets (o en los likes), e 3) ir hasta abajo para ver a aquellos que primero comenzaron a retwittear (o darle like) al post correspondiente, uno se topa con una hilera de cuentas manejadas por sus net centers. Ahí se encuentra:

Pilar Fernández, la “aventurera de corazón y amante de los deportes extremos…”

Leticia Prado, la “investigadora científica apasionada por el descubrimiento y la innovación…”

Amanda Vicente, la “diseñadora de moda apasionada por la creatividad y la elegancia…”

Camila Sandoval, la “enamorada de la naturaleza y los viajes…”

Beatriz González, la “enamorada del deporte y la vida activa…”

María Diaz, la “amante de la naturaleza y la aventura…”

Liliana Álvarez, la “apasionada por el deporte y la vida saludable…”

Patricia Sánchez, la “amante de la cocina y la gastronomía…”

Mónica García, la apasionada por la moda y el diseño…”

Liliana Gómez, la “amante de la música y la literatura…”

La falta de originalidad me deja perplejo.

Y ese solo es primer patrón de cuentas fantasmas. A otras cuentas fantasmas se les identifica también de manera sencilla: siguen unas cincuenta o cien cuentas, casi no los sigue nadie, y los likes y retweets que hacen son solo de Torres. Si hacen ese ejercicio para algunos tweets, se darán cuenta que la mitad de likes or retweets de Torres son… falsos. En otras palabras, Arévalo no solo la vapulea en social media, sino que, por si eso no fuera suficiente, los retweets y likes de Torres están inflados.

Concluyo con un llamado al voto. Mientras en la primera vuelta habría votado nulo, en la segunda votaría por Arévalo. La razón más poderosa de todas: Torres ha sido parte del Pacto de Corruptos, Arévalo NO!

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