Por Pablo Rodas Martini *
La primera encuesta entre Sandra Torres y Bernardo Arévalo en unos días, reflejará, muy posiblemente, una diferencia ya amplia en favor del segundo. Una secuencia de dirigentes políticos de izquierda y centro, y quizás incluso de derecha moderada dándole el apoyo, acentuará esa tendencia. No sería extraño, por tanto, que una segunda encuesta días previos a la segunda vuelta ya muestre una brecha irremontable de 20% o 25%. Una fácil y apabullante victoria de Arévalo contra Torres, recordando la victoria de Jorge Serrano contra Jorge Carpio o de Jimmy Morales contra la misma Sandra Torres es lo que se vislumbraría en estas próximas semanas. Y con la mirada atenta de la embajada de EE.UU. para garantizar que la decisión popular se respete.
Ojalá el proceso fuera así de sencillo, lineal y predecible. Ojalá que después de páginas y páginas de narración de la novela de la política guatemalteca en que los malos ganan una y otra vez, el capítulo final fuera uno en que la correlación de fuerzas girase completamente, y el héroe, vapuleado en todos los capítulos previos por el anti-héroe, terminase victorioso cuando se cierran las últimas páginas. Ojalá, por tanto, que después de que la Medusa con serpientes por cabello ha incrementado de manera gradual su control del país desde las postrimerías del gobierno de Morales y a lo largo de todo el período de Alejandro Giammattei fuera derrotada de esa manera por el abuelo rodeado de muchachos en una revolución pacífica, con un símbolo de lo más sencillo, pero altamente simbólico como es una semilla.
No descarto este escenario, pero su probabilidad es muy baja. La clase política que actualmente controla al país—Giammattei y esa alianza amplia de partidos oportunistas—no han “trabajado” tanto para controlar todas y cada una de las instituciones del tinglado democrático del país—Ejecutivo, Congreso, Corte de Constitucionalidad, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Supremo Electoral, Contraloría de Cuentas, Procuraduría de Derechos Humanos (y de paso hasta la USAC)—como para ser buenos perdedores y decir ahora les toca a ustedes.
La lucha será áspera. Lo mejor en estos casos es tratar de pensar como pensarían ellos. Primero, agotarán todos los recursos posibles para demostrar que hubo algún tipo de fraude en favor de Bernardo Arévalo. ¿Cómo, dirán, alguien que aparecía en el pelotón de seguimiento de los tres punteros, sin mayores chances, se separó de ese pelotón y quedó de segundo? Una y otra, fotografías de papeletas falsificadas ya están apareciendo en Twitter para remarcar este reclamo. La CC ya está en esa senda. La completa ausencia de protestas pública cuando el TSE anuló la inscripción del Movimiento de los Pueblos Indígenas, o cuando más tarde, con suma rapidez, “bajaron de la tribuna” a Carlos Pineda, sencillamente envalentona a estos organismos a hacer lo que se les antoja. La pasividad absoluta del guatemalteco es indescriptible; un rebaño de ovejas mostraría más desobediencia. Giammattei y sus aliados le han tomado la temperatura al clima popular en el país, y saben que de unas docenas de personas (o cientos a lo sumo), las protestas no pasan (las protestas contra el fraude en la USAC fueron la excepción).
Segundo, si no logran que en un “recuento” el TSE coloque a Manuel Conde de segundo, escarbarán todo lo que sea necesarios para tratar de demostrar que existe algo ilegal en la constitución de Semilla, en sus asambleas, o en el pasado de Arévalo o su candidata vice presidencial. No dejarán piedra sin levantar. Y con el control que tienen de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Constitucionalidad, cualquier recurso, por absurdo que parezca, podrá ser aceptado por una de ambas y crear un caos donde solo Giammattei y sus serpientes pueden ganar. Ya la jauría Baldizón (esos son los servicios que ofrecen a sus clientes) ha lanzado los primeros ladridos en esa dirección. Y no digamos la suspensión ordenada por la CC.
Tercero, si ambos procesos no progresan porque la brecha entre Arévalo y Conde fue significativa o porque no se encuentra o no se puede falsificar ninguna evidencia en contra de Semilla, seguirá la propaganda para difundir el temor: a Arévalo se le querrá presentar como el Nicolás Maduro o el Daniel Ortega de Guatemala. Expropiaciones, impuestos, desempleo, abortos, derechos LGBT, defensa de mareros, la vuelta de la CICIG, qué no se irá a decir contra Arévalo, su gente y su propuesta. La primera conferencia de prensa de Sandra Torres lo evidenció. Si uno lee el programa de gobierno de Semilla, se nota que evitaron tocar temas sensibles; durante estas semanas, sin embargo, se les tratará de forzar a pronunciarse sobre temas medulares.
Cuarto, si aún lo anterior no les funciona y las encuestas ratifican que 10%, 20% o más separa a ambos candidatos, no faltarán las fuerzas más oscuras que se inclinarán por eliminar el factor Arévalo y dejar como figura principal a una desconocida Karin Herrera. A estas alturas, por tanto, toda salida a la calle de Arévalo tendría que darse bajo las condiciones de máxima seguridad pues cada día que salga a la calle correrá riesgos. Luis Donaldo Colosio de México o Carlos Galán de Colombia parecían invulnerables, y no fue así, y las elecciones siguieron como si nada, ya sin su carisma.
Quinto, también habrá ataques a la capacidad de gobernar de Arévalo y su gente, así como a las propuestas que han presentado en su plan de gobierno. Sandra Torres y todos aquellos políticos de esa alianza nefasta para el país que la pasen a apoyar directamente (muy pocos quizás) o de manera implícita (casi todos ellos) se empecinarán en señalar que Arévalo y su gente no tiene la experiencia necesaria para gobernar, o que no se puede pretender pasar de asesor de organismos internacionales a conducir los destinos de un país. Y atacarán las propuestas del plan de gobierno (que ciertamente es flojo) y más parece un trabajo de consultorías con muchos indicadores cuantitativos, una buena cantidad de wishful thinking, y poca carne en cuanto a las políticas.
Sexto, lo único que no será una opción para ellos será el fraude en segunda vuelta porque tendría que ser descarado con una condena no solo nacional, sino que internacional (Sandra Torres es la contendiente que cualquier político desea, pues pierde en el ajedrez de la política ya sea que juegue con las piezas blancas o negras). No sería de cambiar 1% ó 2% de los votos, sino que 10% o 20%, lo cual sería inocultable. Y también ocurre que los magistrados del TSE que llegaron como parte del control férreo que tienen Giammattei y las serpientes del Congreso, querrán, en última instancia, continuar sus carreras profesionales, lavarse las caras con una elección transparente, y aparentar decencia.
Ojalá de las seis opciones todo se quedara en la quinta, que sería la más decente por parte de Sandra Torres y sus aliados del mal, o que incluyera algo de la tercera, que ya sería pegar bajo. Sin embargo, no se puede descartar ninguna de las otras. quizás con la excepción de la sexta, que solo se podría dar si la brecha entre ambos fuera muy pequeña, pero con la pavorosa antipatía que Torres genera, eso prácticamente que sería un milagro. La primera opción, de hecho, ya arrancó con la decisión de la CC.
En relación a algo que mencioné en el primer párrafo: la embajada de EE.UU. Los tiempos no son los de diez o veinte años atrás, cuando el poder que ejercía para evitar que los políticos autoritarios y corruptos de Centroamérica no hicieran de las suyas. El poder real de la embajada ha disminuido de manera drástica en la región, ¿O acaso Giammattei y su gente no han hecho lo que se les ha antojado? Y lo mismo con los gobernantes de Nicaragua, El Salvador u Honduras. La razón es muy sencilla: los gobernantes de los cuatro países controlan el grifo del flujo de migrantes hacia el norte; si EE.UU. se pone incómodo, el grifo se abre y que se arreglen los gringos en la frontera. Por eso es que la administración de Joe Biden y Kamala Harris ha quedado tan impotente para lidiar con las prácticas dictatoriales y de corrupción rampante en estos cuatro países.
¿Y qué ocurrirá si Giammattei y sus serpientes no logran detener a Arévalo? El gobierno será arduo, máxime por la mayoría legislativa que la suma de esos partidos logró y por el masivo control que tendrán de alcaldías y corporaciones municipales a lo largo del país. Acostumbrados a succionar al Estado de sus recursos, ya sea por la venta de leyes o sobresueldos en el Congreso, la captura de la inversión pública, y tantos vericuetos más, no pararán sus modus vivendi. Ese será tema para otro artículo.
Hace 17 años que ya no vivo en Guatemala, y actualmente resido a más de 10,000 kilómetros del país. Guatemala no es sino un recuerdo, un recuerdo que revive ocasionalmente máxime en tiempos tan dramáticos como los de la actual elección. Algunos detalles de mi artículo quizás puedan ser cuestionados por ambas razones (el tiempo y la distancia), pero una vez se conoce a la Medusa nunca se le olvida, y a la Medusa guatemalteca solo le han nacido muchas más serpientes en el cuero cabelludo.