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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Jesús Hernández

En la espiritualidad maya, imox, término k’iche’, significa el movimiento del agua. Es la imagen o forma del remolino o pequeñas olas que provoca el choque del agua cuando se topa con la piedra o contra sí misma; las vueltas y vueltas que da el agua en tirar, sacar, marear, despistar. Imox es entonces cambio, movimiento y también confusión.

Pienso en eso cuando comparo las tremendas sacudidas que se tienen en este país para buscar, como siempre, los intereses de ciertos sectores de la ciudadanía. Se crean choques de posiciones, opiniones y, lo que es más delicado, se confrontan en las redes sociales. Me parece necesario analizar esto último cuando se revisa el discurso de ataque o de defensa de ciertas personas cuando se les cuestiona sobre su servicio público: se enojan, se molestan o, aprovechándose de su cargo, denuncian a los que les cuestionan. Más grave cuando, además, les persiguen y, según el personaje -que conocemos casos- las personas han tenido que salir del país. La esfera de la opinión pública y la expresión se convierten entonces en un remolino de confusión. Para encontrar las razones y el equilibrio debemos involucrarnos más en las auditorias sociales.

Veamos dos formas en las que las olas y el mareo continuo se han expresado en la realidad de los guatemaltecos.

La primera me surge de una reflexión del fin de semana. Escuchando a un académico hablar del derecho a manifestarnos, pero a favor de todos, indicaba más o menos lo siguiente: no he visto una manifestación que reclame la calidad educativa para todos. Interesante punto de vista cuando se ven los datos de deserción, falta de escuelas, cuando las hay, o la falta de maestros.

¿Qué sería mejor esperar, que los maestros se manifiesten o que los padres de familia empecemos a decir, exigir o demandar mejor calidad educativa?  Queremos que la cosa pública funcione bien y que los niños salgan mejor preparados para ingresar, como tienen derecho, la universidad. Es, pues, nuestra responsabilidad tomar posicionamiento y demandarlo.

La segunda reflexión. En la región de occidente, si quieres cuestionar a las autoridades o auditarlas sobre las decisiones que toman a favor de la población, se molestan. No les gusta. Entonces se abre todo un círculo que, más que abonar a la transparencia, se convierte en un dice, dijo y no avanza… se queda en el círculo y la confusión. Es un poco cansino porque se personaliza la crítica, o como muy bien se define, la falacia ad hominem, un ataque entre ellos. Se está perdiendo la capacidad de escucha y diálogo… eso es lo que veo que ha pasado en los últimos días entre el liderazgo de Quetzaltenango.

Para no confundirnos con ese dice y dice, me parece que el centro de atención en la información y comunicación de la gobernanza pasa ahora por la auditoría social y el avance en implementar diversos instrumentos de gobierno abierto. No se puede ocultar más la forma de administración de los recursos y el cómo se están invirtiendo a favor de los cambios que tanto necesita la población. Un cambio que, a buen entender, debemos dar todos y todas para poder exigir también la transparencia.

Los tiempos han cambiado para la cosa pública. Antes se reunían en privado, decidían en privado, se recreaban con los intereses particulares antes que pensar en el interés general de la población; la obra va en beneficio de la empresa y no tanto para las necesidades de la población. Ahora se hace necesaria más transparencia para conocer los planes de desarrollo y de inversión que se priorizan en esta región del occidente.  Se pueden hacer algunas revisiones a esta tremenda confusión en la región:

 

  • No es acaso la oportunidad de reunir a los diputados del occidente, háblese de Sololá, de Totonicapán, Quetzaltenango, San Marcos, Suchitepéquez y de Retalhuleu para que revisen los planes de desarrollo en la región, especialmente aspectos de fondo: educación, salud, seguridad. El problema es que no confiamos en algunos cacicazgos que hay en esos puestos.
  • No es acaso el momento de la ciudadanía para que se pronuncie en los temas de educación y se involucre más en las auditorias sociales.

De repente dejamos de construir olas que no hacen más que ponernos en choque, de repente…

Fe de erratas: en el anterior artículo se consignó Ak’ab’al, cuando lo correcto es Aq’ab’al.

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