Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Miguel Angel Sandoval

26 años es una vida. Y hoy conmemoramos con nostalgia la firma de la paz en 1996. El país no se encuentra en guerra, es cierto, pero las causas de la guerra siguen en pie. Ello a pesar que la agenda de puntos sustantivos de la paz siga durmiendo en las gavetas y la institucionalidad construida bajo su legado haya sido desmantelada. Todo por la oposición de la oligarquía tradicional que siempre negó posibilidades a una agenda que pudo haber sido el gran jalón para tener un país en proceso de desarrollo, con justicia social y alegría de vivir.

Hay en ello responsabilidades compartidas. En unos por la oposición férrea. En otros la oposición por ignorancia y por pose. En otros la oposición por desconocimiento. No obstante, la agenda sigue a la espera de tiempos mejores. No coincido que los acuerdos de paz son recuerdos de paz. Lo mismo podría decirse de la independencia que unos celebran y otros lo ven como algo bueno que ocurrió o como algo que simplemente es un día feriado.

Ocurre lo mismo con la revolución de octubre. En este caso si existe el código de trabajo, el igss, y algo más. Pero, sobre todo, hay el recuerdo de la intervención norteamericana de 1954. Con los Acuerdos de paz no se tiene la dimensión histórica de su importancia y valor, lo cual corre parejo con su agenda pendiente. Sin embargo, se terminó la guerra, y las detenciones, asesinatos, torturas o desapariciones de gente como política de estado. Estos son los datos duros de la realidad que existe desde 1996. Y dato nuevo en la historia nacional, hay el Acuerdo de identidad y derechos de los pueblos indígenas, que, a pesar de los pesares, todo mundo reclama desde los pueblos indígenas.

Que no todo es miel sobre hojuelas, por supuesto. Pero de ahí a que sin hacer los balances indispensables venga alguien y se le ocurra que con la paz se creó el neoliberalismo, es por lo menos una expresión fuera de la realidad, cuando no algo deliberado para socavar la paz y, sobre todo, su agenda de cambios indispensables. Es uno de los argumentos que pretenden explicar la minería desbocada en el país, sin recordar que en los años 70 una generación lucho contra la exmibal y hubo entonces asesinatos, atentados, etc.

En la actualidad, las corrientes progresistas, revolucionarias, democráticas, deberían poner sobre la mesa la agenda pendiente. Es producto de un amplio acuerdo nacional, no solo de las partes beligerantes que tenían las armas. Verlo así es una visión limitada y el desconocimiento de la historia más reciente. Y esto con un recordatorio: los hechos históricos o los procesos sociales no son producto de la invención de nadie, son expresiones de necesidades en sociedades que los impulsan.  Algo más, la paz no es propiedad de nadie, menos su agenda.

Sabemos que de los gobiernos no podemos esperar mayor cosa, que de la oligarquía menos. Solo de las fuerzas sociales y fuerzas políticas que puedan superar la idea que la paz es una farsa o un recuerdo. Es parte de nuestro futuro. Si pensamos en serio nuestro país.

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