Por Miguel Angel Sandoval
-I-
Uno de los temas que tuvo o tiene en vilo a los filósofos y matemáticos, así como a los poetas, es la relación que puede tener la cuadratura del círculo con la vida real, en referencia a los temas difíciles de conseguir, a los acuerdos que es indispensable llegar, en pocas palabras, a la idea de juntar en un mismo recipiente el agua y el aceite, por supuesto que esto en términos figurados.
El tema viene a cuento pues en términos políticos hay la idea de que las agrupaciones de fuerzas democráticas, progresistas o de izquierda, constituyen en nuestro medio la expresión mas clara de eso que se ha dado en denominar a la figura de adecuar en un solo diseño, la cuadratura del círculo. La antesala de los imposibles, o bien, el punto de partida para las tareas difíciles y los recorridos de pronóstico reservado.
Hace muchos años la extinta Comisión Nacional de Reconciliación, encabezada por Monseñor Quezada Toruño, tuvo la feliz idea de poner como su logo de identificación una figura en donde un circulo y un cuadrado, enlazados, expresaban lo complejo de su tarea. Se trataba de acercar posiciones de los antagonistas principales del cruento y largo conflicto que vivía nuestro país. Como relataba Tere de Zarco, una de las personas que integraron ese esfuerzo, en la primera reunión a desarrollar con el antagonista fuera de la ley, antes de ingresar al salón previsto para la reunión, había orado y pedido sabiduría, igual que MQT
La vida continuó por otros rumbos inexplorados y finalmente luego de muchos sobresaltos y problemas, se llegó a buen puerto, al firmar la paz en 1996, aunque con otros actores en la mediación. Pero eso es parte de otra historia. Lo relevante que me interesa comentar, es que la idea de resolver la cuadratura del circulo tiene en nuestro país antecedentes y en este caso el más relevante es la idea de reconciliar y más exactamente acercar para un diálogo por la paz y el país, a dos expresiones situadas en esos años en las antípodas.
Esta larga introducción tiene la pertinencia necesaria cuando analizamos el comportamiento de las fuerzas progresistas que hay en el país hoy día, que convocadas a intentar ´plataformas comunes no dan los pasos necesarios en la dirección requerida, sino que dan vueltas y vueltas en redondo para explicar que no se puede, que no hay condiciones, o que no existe la voluntad política, en los otros. Siempre los otros, difícilmente se acepta la responsabilidad propia. Así las cosas.
Ahora a 25 años de la firma de la paz que algunos de quienes vivieron sus inicios, fue de la mano del creador a la usanza de su fe, con los resultados magros que ya sabemos; para otros, ahora luego de todo lo visto y vivido, es menester que demos un giro de alcance estratégico en la idea de sumar fuerzas para alcanzar objetivos comunes. En esa época era para acercar fuerzas antagónicas, ahora se trata de sumar fuerzas complementarias, que deberían ir en la misma ruta, con la misma dirección. Solo por ello, el camino parecería fácil, pero en verdad no lo es. Es de nueva cuenta encontrar la cuadratura del círculo.
-II-
Hace pocas semanas vimos que, en Honduras, un país vecino, las fuerzas progresistas ganaron la elección presidencial y con ello el derecho a impulsar políticas definidas en un programa de gobierno, que, con sus pros y contras, podría ser de uso extendido en las fuerzas progresistas de nuestro país. En ello no quedan muchas interrogantes. Esto por la historia compartida y los déficits estructurales que son en verdad semejantes. Y cuando hablo de historia no me remonto a la época de la colonia ni a las disputas entre liberales y conservadores. Hablo de la historia reciente, aquella que arranca del fin de la segunda guerra mundial y su impacto en nuestra pequeña región.
En esos años del postconflicto mundial, hubo en la región dos o tres gobiernos progresistas influenciados por el ideario de lucha antifascista y de nuevas expectativas democráticas. Es la idea de no permitir nunca mas una guerra de esos alcances y de construir un ideario que palabras más, palabras menos, fuera de uso normal en el mundo entero. Son los años de fundación de la ONU y de la elaboración de la carta de los derechos humanos y de otras garantías civiles y políticas para el mundo entero. A ese paquete no hay nada alternativo que diga que no es el adecuado, ni que pretenda sustituirlo por otro menos influenciado por la idea de nunca más.
De manera más reciente, en los años 60 del siglo pasado, hubo la idea de un Mercado Común para la región -MERCOMUN- que pretendía unificar las economías y los mercados para dar un impulso a la industrialización de los países del istmo. Junto con ello vieron la luz no pocas instancias de integración, aunque sus resultados no son los esperados. De todas formas, es indispensable señalar estos esfuerzos que nos colocan a todos como socios en una misma iniciativa.
Adelante y de los años recientes es el TLC, en los primeros años del siglo XXI. Se puede estar de acuerdo con los planteamientos de esta iniciativa, de alcance y naturaleza diferente a la del Mercomún, pero no se puede dejar de mencionar que en su momento fue visto por varios gobiernos de la región como el inicio del desarrollo o la salida del tercer mundo. No ocurrió nada de lo vaticinado desde los gobiernos y si hubo una perdida de recursos productivos por la competencia desleal que se impuso desde fuera. Son los hechos y no me detengo en ellos salvo para hacer una referencia sobre los temas de orden estructural que nos unen, nos guste o no nos guste.
Hay un tema que si es necesario destacar. En los días de la discusión del TLC hubo de parte de grupos sociales, advertencias sobre los efectos que se podrían esperar de una mala negociación, pues se dejaba a su suerte la agricultura, no se trabajó en el universo de las Pymes y similares, o en el capítulo de los derechos laborales. Una de las consecuencias advertidas, es el del incremento de las migraciones. Ahora países de la región ven como crecen las oleadas de gente que busca en el norte, las oportunidades que se le vedan en los países de origen. En ello un factor de importancia es la mala negociación del TLC.
Y a modo de ubicar dos grandes temas de la coyuntura-estructura de nuestros países, hay la corrupción y el narcotráfico que aliadas exigen cada día que pasa más impunidad. Esto es lo que explica los problemas de la justicia en la región y la necesidad de demandar apoyos externos que contribuyan a impulsar lo que solos no se ve con mucha posibilidad, por el nivel de deterioro de la institucionalidad democrática en los diferentes países de la región. Es por ello la Cicig y el planteamiento de sus réplicas tanto en El Salvador como en Honduras.
Pero el tema principal de esta serie de ejemplos es que el programa de LIBRE podría ser, con algunos ajustes, algo que serviría en nuestros países. Quizás no todo el documento y sus propuestas, pero con certeza, si en un alto porcentaje. Ello nos ahorraría un largo camino en la identificación de los temas y en la construcción del documento político. Si el Mercomún o el TLC fueron instrumentos que se pensaban para gobernar de manera indefinida, y fueron elaborados sin nuestra participación; ahora un programa elaborado desde la propia sociedad bien nos podría servir, al menos de insumo y punto de partida, en la tarea de recuperar los espacios democráticos y gobernarnos de otra manera.
-III-
En nuestro país hay al menos cuatro o cinco expresiones políticas, quizás un poco más, que verían con buenos ojos un programa como el señalado. Y existe un número importante de agrupaciones sociales que podrían caminar en una dirección como la que se desprende de un programa con las características que sabemos. Pero, además, difícilmente hay un integrante de las fuerzas políticas o las agrupaciones sociales, que diga que no comparte lo planteado en el programa hondureño. Quizás la única argumentación es que somos países diferentes, sociedades distintas, procesos con sus características propias, etc. Pero como vimos, tenemos mucho más en común que diferencias que nos hacen tan particulares.
Lo que falta es el convencimiento de que para conseguir algo semejante a lo de Honduras es indispensable acuerdos políticos, alianzas concretas. Y recordar el viejo planteamiento hecho por un sociólogo brasileño. “No hay alianza que sirva a todos los propósitos, ni cariño que cubra todos los afectos”. Pero si algo debe estar claro es que las alianzas no se establecen con quienes piensan igual a uno, o con quienes nos amamos hasta la locura. Las alianzas se hacen sobreponiéndose a las diferencias, algunas de matiz, otras de contenido, algunas mas profundas.
Las más, sin embargo, producto de la costumbre, y resultado de la poca tradición de debate político en nuestro medio. En dónde no hay certeza de las diferencias ideológicas o políticas, o personales, y en donde todo se reduce a los temas no abordados. A decir verdad, la sabiduría popular no entiende las “causas profundas” de la separación entre Winaq, URNG, Semilla, MLP, o de alguna otra corriente política o social.
Inicie estas notas con el recordatorio del logo de la CNR que eran el cuadrado y el circulo enlazados, expresión que era posible acercar a posiciones irreconciliables. Ahora se trata de posiciones con raíces semejantes, propuestas que se rozan por lo cercano, o se intercambian. Y por ello valdría la pena impulsar acercamientos entre los señalados y quizás otros actores.
Es tiempo de alianzas, de acercamientos. No se puede vivir de espaldas a la realidad, ni pensar que cada uno tiene la razón por separado. O que los otros son los que no tienen la voluntad política suficiente para procesos de alianzas de alcance estratégico. Sé que hay algunas iniciativas de acercamiento entre fuerzas políticas y sociales, esfuerzos que por separado no alcanzan a cumplir con las expectativas de la actual coyuntura. Son insuficientes, en verdad muy insuficientes.
Si existe una razón que todos podemos compartir, la misma debe ser construida por todos en sus grupos que les representan. No hacerlo, en la actual coyuntura, es expresión de debilidad política, ausencia de sentido estratégico o simplemente de razones inconfesadas.
La invocación del logo de la CNR, ahora a 25 años de la firma de la ´paz, tiene algo más que ser una simple evocación. Hace 25 años había la idea que, con la agenda de la paz, con los esfuerzos en esa dirección, se podía avanzarse en la construcción de una sociedad para todos. Ahora no existe ese paradigma. Es necesario entonces, pensar que hoy por hoy, la más grande alianza para defendernos de la demolición democrática, puede convertirse en el motor de una sociedad que se encuentra a la deriva. Tenemos que poner un alto y entender que, en esta época, lo que está en juego es la democracia o la barbarie. Podemos, con la idea de construir entre todos, el futuro, crear el paradigma que necesitamos. En ello deberían ir todos nuestros empeños.