Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Fernando Espina

No hay que tener una bola de cristal ni ser un genio para entender la situación que se está viviendo ahora en Guatemala. Lo que la gente llama el pacto de corruptos lleva años preparándose para este momento y la gente lo ha observado todo, algunos se han quejado, otros no, pero todos lo han observado y lo tienen pendiente. Así como cuando la mamá le decía a uno cuando estaba haciendo travesuras: “Te estoy viendo, ya vas a ver”.

A estas alturas ya no importa lo que diga la ley o lo que sea legal. Se han pasado la Constitución por el arco del triunfo desde hace años ¿Por qué no lo van a hacer ahora que se sienten acorralados?

Lo mismo pasa con la ciudadanía. Llevaban años esperando el momento de tener una opción más o menos buena, pues Semilla no es que le vaya cambiar el rumbo al país pero dicen que al menos intentarán combatir la corrupción. Algo es algo y de la corrupción es lo que más harta está la gente. Y me parece que es un buen inicio.

En fin, la forma más gráfica de ejemplificar en dónde nos encontramos parados es con aquella escena de Rápidos y Furiosos en que los protagonistas estaban perdiendo la carrera y deciden jugársela a la ruleta rusa, manejando su carro a toda velocidad de frente hacía su adversario. Sabían que ambos se jugaban la vida, que las opciones eran que ninguno se rindiera y chocaran de frente, muriendo todos, o que el adversario se asustara y diera el timonazo esquivando la colisión, ganando así la competencia.

Exactamente así estamos. Qué si la ley, qué si es legal, qué si no sé qué, eso es puro bla, bla, bla. Ya las cosas formales no tienen ninguna importancia. Se trata de ver cuál lado muestra más agallas para sostener con más firmeza el timón de su vehículo y esperar a que el adversario se asuste al verlo tan convencido. Yo acá a la distancia no tengo más opción que prepararme unos poporopos y seguir con mucha emoción la película.

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