Por Paolina Albani
La Sala Primera de Apelaciones de Mayor Riesgo otorgó un amparo provisional a favor de Jacobo Esdrás Salán Sánchez y podría dejar sin efecto la decisión del juez de Mayor Riesgo B, Miguel Ángel Gálvez, quien lo envió a juicio el pasado 6 de mayo, por desaparición forzada, asesinato, asesinato en grado de tentativa, delitos contra los deberes de la humanidad en el caso Diario Militar, en contra de opositores políticos durante la década del 80.
Juez Miguel Ángel Gálvez ENVÍA A JUICIO a los primeros 9 acusados en #CasoDiarioMilitar y admite la participación DEFINITIVA de las y los querellantes. pic.twitter.com/vzDkheXLiT
— Famdegua Guatemala (@FamdeguaG) May 6, 2022
La defensa de Salán Sánchez argumentó, en la solicitud de amparo, que Gálvez no resolvió una serie de objeciones planteadas durante el proceso y que, por ello, la sala declaró con lugar el recurso que dejaría sin efecto la resolución. La decisión de la sala fue tomada el 10 de noviembre y notificada hoy a las partes.
“Este juez -Gálvez-, nunca me resolvió las objeciones y obstaculizó los planteamientos contra la acusación fiscal. Esa audiencia duró 30 días. La sala nos está dando la razón y le ordenan al juez responder los planteamientos que hicimos”, dijo Eddy Ronaldo Herrera López, abogado de Salán Sánchez.
Debido a que el juez Gálvez se encuentra fuera del país, sería Claudette Domínguez, del juzgado A de mayor riesgo, quien tendría que resolver el mandato de la sala, o bien, esperar a que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) nombre a un reemplazo más permanente para Gálvez.
Ese juez o jueza, según Herrera, deberá analizar los planteamientos, resolverlos y dictar el “sobreseimiento o clausura provisional” contra Salán Sánchez. “La consecuencia es que quede en libertad”, añadió.
Los querellantes del caso Diario Militar ya se han pronunciado sobre la decisión de la sala y será la Corte de Constitucionalidad (CC) quien tenga la última palabra.
El Centro de Acción Legal de Derechos Humanos (CALDH) ya ha presentado una apelación ante la CC la mañana del 11 de noviembre, según confirmó Héctor Reyes, director de CALDH y abogado en el caso.
“Consideramos inadecuada y no fundamentada en ley la resolución emitida por la sala. El juez sí se pronunció por este tipo de situaciones, por lo cual presentamos ante la Corte de Constitucionalidad dos acciones de apelación de sentencia de amparo. Esperamos que la corte, al momento de conocer las apelaciones las declare con lugar, y deje sin efecto el amparo provisional con un amparo definitivo”, dijo Reyes.
La Asociación de Familiares Detenidos-Desaparecidos de Guatemala (Famdegua) también ha dicho que sus abogados están trabajando para presentar un recurso ante la corte.
Este revés ocurre en un momento crítico en el que no solo Gálvez ha tenido que abandonar el país para resguardar su vida, sino que parece aumentar la tensión por el rumbo que sus casos puedan tomar.
Salán Sánchez y la D2
Salán Sánchez fue detenido el 1 de junio de 2021, cuando se presentó al Juzgado B de Mayor Riesgo, en la Torre de Tribunales, al enterarse de que era investigado. Desde el inicio, su defensa pidió que se anulara la orden de captura, pero el juez negó la petición y lo envió a prisión preventiva, junto al resto, a la cárcel de Mariscal Zavala.
El 9 de junio de ese año fue ligado a proceso. El 9 de septiembre del año pasado, el Ministerio Público lo acusó formalmente de desaparición forzada, asesinato, asesinato en grado de tentativa, delitos contra los deberes de la humanidad. La etapa intermedia, en la que se presentan los medios de prueba, fue el 21 de septiembre.
En 1974 Salán Sánchez se formó en “Combate y Apoyo” en la Escuela de las Américas. Luego de pasar por la jefatura adjunta de las fuerzas especiales Kaibil, que desempeñó en los años en que se registró el Diario Militar, “fue premiado con el curso de Estado Mayor y Mando Militar”. Y formó parte del Estado Mayor General del Ejército (EMGE).
De acuerdo a las investigaciones del Ministerio Público en el caso Diario Militar, Salán Sánchez participó en la desaparición de Gustavo Adolfo Meza Soberanis y Mayra Jannette Meza Soberanis, entre el 7 y 8 de septiembre de 1983; de Alma Lucrecia Osorio Bobadilla y Dora Elizabeth Osorio Bobadilla, el 2 de enero de 1984; de Amancio Samuel Villatoro, el niño Juan Pablo Armira López, Álvaro René Sosa Ramos, Mario Enrique Chávez Ovalle, Silvio Matricardi Salán; del 11 al 13 de marzo de 1984. Entre otros.
Testigos lo identificaron como la persona que hacía el seguimiento, captura, retención de personas.
Antes de ser relacionado a casos de justicia transicional, Salán Sánchez ya había sido condenado a 5 años y tres meses de prisión por el Tribunal Segundo de Sentencia Penal, por haber trasladado Q30 millones al Crédito Hipotecario Nacional (CHN) de los Q120 millones del Ministerio de la Defensa Nacional, en el 2001, de acuerdo a la investigación de la CICIG.
Testimonios que identifican a Salán Sánchez
Las familias, sobrevivientes y víctimas del Diario Militar, han buscado a sus parientes desaparecidos desde hace 38 años. Tras una larga espera, en abril de 2021, una docena de ancianos fueron detenidos y llevados al Juzgado de Mayor Riesgo B, presidido por Gálvez, como los perpetradores de las desapariciones de más de 183 personas consideradas “el enemigo interno” para un Estado militarizado dirigido, en ese entonces, por el general Óscar Humberto Mejía Víctores.
Los testimonios de las familias y sobrevivientes permitieron la reconstrucción de los hechos y la identificación de los mandos que planearon y perpetraron las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales.
Estos son algunos de los testimonios, que leyó la Fiscalía de Derechos Humanos del MP, durante la acusación que involucra a Salán Sánchez como parte de la estructura que ejecutó el Diario Militar.
El primer testimonio es de la madre de Gustavo Adolfo y Mayra Jannette Meza Soberanis:
“El 7 de septiembre de 1983, en horas de la mañana se llevaron a mi hijo. Eso me lo contó mi nuera Elizabeth quien ya falleció hace varios años. También me contó que mi hijo iba con un amigo y unos hombres desconocidos se lo llevaron. Traté de buscarlo, de averiguar por todas partes para ver si lo encontraba, pero hasta hoy no he sabido nada.
Mi hija Mayra también trató de buscarlo, pero nunca logró averiguar nada. A ella la secuestraron un día después que a mi hijo… Hasta el 12 de noviembre apareció en muy malas condiciones. Regresó pesando 80 libras, caminaba muy torcida y una mi prima hizo el favor de llevar a mi hija con un médico ya que estaba muy mal y pasó meses que no quería que uno le viera sus pies. Nunca me quiso decir nada, después continuó trabajando, pero el 25 de enero de 1985, salió a comprar un helado con mi nieta. Desde una noche antes yo la esperaba, cuando me vio me abrazó fuerte y me dijo que cerca de la casa había un carro y cuando ella se acercó la alumbró.
Me pareció extraño al día siguiente cuando salió con mi nieta, ya no regresó. Solo a mi nieta llegaron a dejar a la puerta de la casa. A mi hija la encontraron muerta por Las Charcas. A mí no me dejaron verla ya que según me comentaron que le habían cercenado hasta sus pechos”.
El segundo testimonio es de la hermana de Lucrecia Bobadilla:
“Mi hermana salió de la colona colonia Carabanchel zona 11, de la ciudad de Guatemala, para reunirse con un contacto con el nombre de Carlos Guadalupe Herrera en el aserradero Sinaí de la Colonia Quinta Samayoa, zona 7. Este contacto fue quien la entregó. Ella nos dijo que no llegaría esa noche por lo que no nos preocupamos, pero, al siguiente día, al ver que no llegó, la empezamos a buscar.
En un microbús color corinto, con vidrios polarizados, marca Mitsubishi, allí iba mi hermana Luky. La sacaron atada de manos y en calcetas. Ella iba herida de la cara como que la habían torturado. El tipo nos dijo: la garantía que no les vamos a hacer nada es que su hermana Luky está viva.
Mi sorpresa fue que además de los elementos del BROE había otros vestidos con el uniforme parecido a los utilizados por el BROE, algunos de ellos pertenecían a la segunda sección de inteligencia del ejército utilizando como disfraz los uniformes parecidos a los utilizados por el BROE (Brigada de Operaciones Especiales)”.
Salán Sánchez llegaba regularmente al BROE para sostener reuniones con los jefes.
El tercer testimonio es el de Álvaro Sosa Ramos, quien pudo escapar y ha contado lo que vivió. Entre esos relatos ha identificado a Salán Sánchez.
“El domingo 11 de marzo de 1984, a eso de las 11 de la mañana, fui secuestrado por sujetos que se identificaron como miembros del Cuerpo Élite Kaibil del Ejército Nacional. Me llevaron a un lugar desconocido, lugar donde vi a Amancio Samuel, a quien vi pálido, luego estar detenido desde el 30 de enero de ese mismo año (1984). En dicho lugar desconocido nos cargaron a Samuel Villatoro y a mí y a Silvio Matricardi Salán”.
El secuestro Sosa Ramos fue a las 11 de la mañana, frente a los campos del Roosevelt en la zona 11 de la ciudad capital, por hombres vestidos de particular, fuertemente armados e iban en tres vehículos polarizados. Una de ellas era una panel blanca.
“Me amarraron los pies y las manos colocando una capucha en la cara. Violentamente, me empujaron dentro de una camioneta panel me llevaron a una casa me dejaron sentado por más de dos horas y en ese tiempo oí los gritos de otras personas que venían de los otros cuartos. Con las manos esposadas me forzaron a que me quitaba la ropa, después me ataron los pies y me colgaron hacia abajo con el agarrador de un machete y me golpearon acusándome de ser un miembro de la organización revolucionaria guatemalteca. Desde el comienzo, los torturadores se identificaron como kaibiles de las fuerzas especiales. Me dijeron que con el tratamiento que ellos me iban a dar, yo les diría todo lo que sabía. Tomaron turnos para torturarme cuando llegaban fumando, terminaban sus cigarrillos en mi cuerpo, me dejaban solo por unos momentos y, luego, los próximos torturadores entraban”.
Mario Enrique Chávez Ovalle es otro de los sobrevivientes de Salán Sánchez. Fue detenido el 12 de marzo de 1984. Él mismo contó su relato:
“En marzo de 1984, alrededor del mediodía, más o menos, la 1:30 de la tarde, se lanzaron hacia mí. Me pusieron una capucha en la cabeza y con lujo de fuerza me introdujeron dentro del vehículo que ellos conducían. Al subirme el vehículo me amarraron de manos y pies. Como la moto no la pudieron arrancar, la subieron junto conmigo y luego, empezaron a golpearme para que les diera información. Yo desconocía totalmente que estaba pasando.
Durante mi cautiverio fui torturado. Me azotaron, me pegaron, me patearon, me tuvieron amarrado y me preguntaban a qué organización pertenecía. Que dijera nombres de personas que yo conociera, pero yo les decía que no sabía de qué me estaban hablando, pues realmente, yo no sabía nada, ya que no pertenecía en ninguna organización”.
Chávez Ovalle apareció a inmediaciones del Teatro Nacional en marzo del 84.