Salir del colonialismo hacia un Estado Plurinacional

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Créditos: Salir del engaño
Tiempo de lectura: 6 minutos

Por Domingo Hernández Ixcoy

Al hablar sobre la celebración del bicentenario, acción realizada por los criollos en la tierras de Iximulew, es un acontecimiento que no podemos desligarlo de los trescientos años del colonialismo europeo previos a la mal llamada independencia de hace doscientos años. Es la continuidad del mismo proyecto colonial basado en el despojo, el racismo y la explotación a mujeres, hombres y a la Madre Tierra. La historia oficial nos presenta con diferentes nombres estos dos acontecimientos: «conquista» e «independencia»; y lo hacen para esconder las atrocidades cometidas en el colonialismo y las acciones represivas y punitivas del Estado. Esta manipulación de la historia se inicia desde la niñez y juventud ya que se educa desde la visión oficial colonial, presentan la historia como el descubrimiento del nuevo mundo, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, la conquista, la llegada de la civilización, la independencia, además nos hacen memorizar nombres e imitar a los mal llamados próceres en actividades culturales.

La celebración de la independencia del 15 de septiembre de 1821 es «una celebración» para el ejército y para los centros educativos, los desfiles coloridos en las calles o en las áreas rurales, se llevan y se traen antorchas a diferentes partes del país; se canta el himno nacional pero la realidad contrasta con lo que dice y con ello promueven el chovinismo colectivo (patrioterismo); nos hacen gritar el ¡Viva la libertad!, lo que nunca nos dicen es ¿libertad para quiénes?, es la libertad para el genocidio, la impunidad y la corrupción.

Tampoco se hace mención a los levantamientos del gran pueblo mayab’ en todo su territorio en contra del sistema colonial, a manera de ejemplo, el levantamiento de Manuel Tot, del pueblo q’eqchi’, el levantamiento de Atanasio Tzul y Lucas Aguilar, del pueblo k’iche’ de Totonicapán; dichos levantamientos pretendían reconstituir las formas de gobernanza, la economía y la organización social. Fueron levantamientos profundamente anticoloniales; la actitud de los criollos frente a estas acciones independentistas surgidas desde los pueblos fue adelantarse a declarar la independencia por el temor a que fueran los mismos pueblos quienes declarasen su independencia, ya que con ello estarían acabando de raíz con el infame sistema colonial.

La mal llamada independencia no benefició a nuestros pueblos en su condición de sometimiento, más bien se agudizó, se impuso la propiedad privada para romper la unidad comunitaria, se continuó el despojo de nuestros territorios, de nuestra identidad, de nuestra cosmovisión. Para estos hechos de ignominia se fueron creando leyes acorde a los intereses de los criollos, entre las que más recuerdan nuestras comunidades son: La Ley de Jornaleros en el gobierno de Justo Rufino Barrios, que significaba el trabajo regalado en las fincas del terrateniente en diferentes partes del país; en ése tiempo se necesitaba gran cantidad de mano de obra para intensificar la siembra del café, posteriormente la siembra de caña y de algodón, donde se mantenía relaciones de producción de semiesclavitud entre terratenientes y mozos colonos.

En tiempo del general Jorge Ubico, se impone la Ley de Vialidad con la cual nuestras abuelas y abuelos fueron obligados a abrir carreteras en diferentes regiones del país, estas obras tenían el objetivo de facilitar la circulación de la mercancía de los grandes ricos. También se impulsó la Ley contra la Vagancia: a cualquier indígena que estuviera circulando en horas de trabajo o saliera de su comunidad por alguna necesidad se le consideraba vago, el castigo como siempre fue el trabajo regalado en las haciendas y en los conventos. Podemos afirmar que la riqueza del país es producto de explotación y sobre explotación de nuestros pueblos.

En estos doscientos años, el Estado fue adoptando varios nombres, Estado republicano, Estado conservador, Estado liberal, Estado contrainsurgente y en la actualidad Estado neoliberal. Independientemente del nombre que adopta en diferentes momentos, su poder destructivo en contra de los pueblos y en especial contra los pueblos indígenas es indescriptible, ha sido una práctica de asesinatos, de desolación, de terror, de persecución, de encarcelamiento, de genocidio, de empobrecimiento y de provocar migraciones a gran escala. Es un Estado que gobierna con autoritarismo desde el inicio; fue creando ejército, policía y bandas paramilitares que son estructuras criminales ideologizadas en la prepotencia, en el machismo, en el racismo, en el desprecio hacia el pueblo, utilizando la violencia como mecanismo para mantener el silencio.

Es importante estudiar y conocer la génesis de esta clase dominante que proviene de aventureros, criminales salidos de las cárceles europeas, algunos de ellos llevan con orgullo sus crímenes, por eso encontramos apellidos como Matamoros (se refiere a los 800 años de guerra contra los moros); al enrolarse en un proyecto colonizador no tenían nada que perder. ¿Qué podían entender ellos de una cultura con grandes avances en las ciencias, como la astronomía, la arquitectura, la matemática, la medicina y el sistema de organización que habían alcanzado los pueblos en estas tierras del Mayab’? Estos invasores, al instalarse en Iximulew, mandaron a traer cinco mil mujeres peninsulares, las que vinieron no fueron las doncellas de esas tierras del otro lado del mar, ni familiares de la reina Isabel, fueron en su mayoría mujeres sin futuro, igualmente no tenían nada que perder, lo único que los motivaba era la ambición y es lo que está impregnado en la práctica de sus descendientes actuales.

Los que dieron origen al Estado de Guatemala son personas que carecían de sentimientos hacia el pueblo, como dicen nuestras abuelas y abuelos, es gente sin corazón y lo que les sobra es ignorancia, por eso practican el racismo extremo, se avergüenzan de la identidad y la cultura milenaria del pueblo mayab’ y cuando les conviene a sus intereses económicos mercantilizan nuestra historia, nuestra identidad y nuestra cultura. La historia registra que Justo Rufino Barrios, a través de decreto intentó ladinizar al pueblo maya mam. Este gobierno no era criollo, está entre los primeros ladinos que llegaron al poder con un pensamiento colonizante, explotador y racista, que no terminan de saciar sus perversos intereses económicos.

Esta relación del Estado colonial hacia nuestros pueblos, no es algo del pasado, es también de nuestra historia cercana y actual, durante la política de contra insurgencia que implementó el Estado en contra de nuestros pueblos. Esas formas de dominación colonial se hicieron presentes y como siempre, al igual que en el sistema colonial, con una carga de racismo, de explotación y de despojo se impulsaron programas como «fusiles y frijoles», seguidamente el programa de tres T: Techo, Tortilla y Trabajo. La población sobreviviente de las masacres del ejército fue organizada en Patrullas de Autodefensa Civil (PAC): nuevamente impusieron el trabajo regalado, comunidades completas fueron obligadas a mantener a las tropas del ejército con comida, leña y todo lo que necesitaban, el ejército se convirtió en fuerzas de ocupación en diferentes regiones del país. Estos hechos fueron denunciados por las comunidades y organizaciones sociales, miles de mujeres fueron objeto de violaciones sexuales y de servidumbre.

El Estado se creó al servicio de la oligarquía nacional y transnacional, grandes parásitos que se benefician de todo acontecimiento: desastres naturales, pandemias, guerras, manipulan religiones y en los últimos años vienen implementando el modelo económico neoliberal. Esta situación se agrava cuando esta clase pudiente forma parte del crimen organizado y del pacto de corruptos en el Estado. Esto terminan con toda posibilidad de pensar en un país próspero y democrático.

En la actualidad, este Estado mantiene el despojo de nuestros territorios para dar paso al monocultivo, la minería, la construcción de hidroeléctricas, la siembra de estupefacientes; permanentemente vemos desalojos en diferentes regiones por la policía y el ejército que han destruido comunidades completas, quemando humildes viviendas de los pobladores con toda impunidad. Se intensifica la represión en contra de dirigentes comunitarios, defensores de la Madre Tierra, defensores de los derechos humanos de los diferentes sectores urbanos e incluso contra juezas y jueces que aplican de manera responsable la justicia, varios de ellos han tenido que dejar el país para resguardar sus vidas.

Por eso, celebrar el bicentenario solo cabe en mentes criminales, delincuentes y genocidas, continuadores del despojo, del autoritarismo, del patriarcado, del racismo. Los que pretenden celebrar estos doscientos años son estos grupos oligárquicos, militares y su Estado, quienes se vienen enriqueciendo por muchos años de este flagelo. Los antepasados de esta oligarquía, debido a su ambición económica entraron en contradicción con sus raíces ibéricas, por eso en la independencia de hace doscientos años se consuma el primer pacto de corruptos, no es de extrañar que doscientos años después de la mal llamada independencia el Estado sigue funcionando en esta lógica colonial.

Frente a los desmanes del gobierno en la celebración del bicentenario, los pueblos indígenas hemos venido rechazando tal propaganda conmemorativa porque es una afrenta para nuestros pueblos. Por eso nuestra rebeldía frente al sistema colonial y al Estado de los criollos se ha mantenido generación tras generación y por eso existimos como pueblos. Con nuestra organización y propuestas vamos a cambiar esta situación de opresión como corolario de la resistencia durante estos quinientos años.

Nos oponemos a celebrar el bicentenario ya que es celebrar el despojo de nuestra identidad, de nuestros territorios y el genocidio en contra de nuestros pueblos, es celebrar el empobrecimiento, es celebrar la desnutrición crónica de nuestra niñez, es celebrar los millones de migrantes que han salido y siguen saliendo en busca de nuevas latitudes, nuevas oportunidades pues el Estado jamás ha tenido la intención de responder a esos derechos.

Los pueblos indígenas y los movimientos sociales vemos la necesidad urgente de la fundación de un Estado plurinacional, que debe ser la obra común de todos los sectores, proponiendo, como primer paso, una Nueva Asamblea Constituyente que arranque de raíz el colonialismo estatal; una asamblea constituyente donde se sientan representados los diferentes sectores que aman la vida, que aman la democracia, que aman la Madre Tierra, elementos básicos para un mundo mejor.

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