Por Jeremías Hernández E
Fotografía 1 :Mundo chapín
Fotografía 2: Fototeca de Guatemala
¡Claro!, todos y todas nos alegramos cuando vemos a las plantaciones florecer, el rocío mismo de la mañana se torna más fresco, es el anuncio para que vayamos a preparar campos, semillas y abonos. Y así de agradable fue la llegada de la revolución de octubre del 44, pues Guatemala venía sufriendo una dictadura en su mayoría militar desde 1898, es decir que por 48 años no se respetaron los mandatos de la Constitución Política de República y menos los derechos fundamentales de la gran mayoría de la población, es decir los campesinos, campesinas, indígenas.
En 1931, Jorge Ubico toma el poder con el fuerte apoyo de los Estados Unidos, quienes estaban sumergidos, como todo el mundo, en la crisis financiera más grande de esa época. No tardaron en dictarle las acciones económicas a desarrollar, por lo que el gobierno de Ubico entregó gratuitamente las mejores tierras del país para que se estableciera la United Fruit Company en Izabal para la plantación de banano, pero además, les dio la exención de impuestos. Garantizó que pagaran salarios bajos y la concesión de la exportación de servicios públicos. Así la United Fruit Company o UFCO (por sus siglas en inglés, la bananera como se le conoció popularmente) se convirtió en la dueña de la red ferrocarrilera del país por medio de la de la International Railways of Central America, del único puerto en el Atlántico, Puerto Barrios y de la única flota de cargueros con acceso a este puerto.
La mayoritaria población, indígena y campesina, se encontraba oprimida por medio de La Ley de Viabilidad, que obligaba a los campesinos a trabajar treinta días del año en construcciones de carreteras nacionales, salvo que pudiera pagar una contribución deliberadamente superior a sus posibilidades, y también La Ley de la Vagancia que los obligaba a trabajar cierto número de días al año en fincas ajenas, aunque tuviese terrenos propios. La intención era hacerlos trabajar en las haciendas cafetaleras de manera forzosa, con un salario fijado a capricho por el terrateniente y pagado en su mayor parte en especie, a través de vales o fichas intercambiables sólo en la tienda del patrón, y con jornadas de trabajo de 10 o más horas.
La población, especialmente estudiantes, maestros, campesinos, indígenas y obreros, cansados de tanta injusticia, explotación y violación a sus derechos, iniciaron una serie de manifestaciones que lograron que Ubico renunciara y en su lugar se nombró una junta de gobierno integrado por tres ubiquistas o seguidores fieles, quienes a su vez nombraron a Federico Ponce Vaides como presidente provisional, este se mantuvo en el poder hasta el 20 de octubre de 1944, cuando estalló una rebelión cívico-militar que lo derrocó y permitió la llegada de gobiernos que se afanaron por mejorar las condiciones de vida de las y los guatemaltecos en general, así es como se instaló una Junta Revolucionaria de Gobierno integrada por Jorge Toriello Garrido, Francisco Javier Arana y Jacobo Árbenz Guzmán, su gestión permitió la convocaron a una Asamblea Nacional Constituyente y nace la nueva Constitución Política de la República de Guatemala en 1945.
Los aires de democracia corrían por el territorio, se convocó a elecciones, en donde sale triunfante Juan José Arévalo, conduciendo al país por el camino del progreso, creó instituciones que resultaron beneficiosas para el desarrollo del país, y estableció el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP), el Instituto de Antropología e Historia, el Instituto de Trabajo, la nueva Ley Orgánica de la Universidad de San Carlos, el Código de Trabajo y otras leyes que se hacían necesarias, al tiempo que se colocaron las bases ideológicas y jurídicas para un clima democrático.
Arévalo fue el primer presidente, luego de la dictadura, en entregar pacíficamente el gobierno a un sucesor electo democráticamente: Jacobo Árbenz y Guzmán, quien declaró: “Nuestro gobierno se propone iniciar el camino del desarrollo económico de Guatemala, tendiendo hacia los tres objetivos fundamentales siguientes: convertir nuestro país de una nación dependiente y de economía semicolonial en un país económicamente independiente; convertir a Guatemala de país atrasado y de economía predominantemente semifeudal en un país moderno y capitalista; y hacer que esta transformación se lleve a cabo en forma que traiga consigo la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo.”
Estas claras intenciones son escuchadas por los Estados Unidos y la oligarquía de Guatemala, como una amenaza mucho más intensa contra los intereses económicos de ellos, quienes habían hecho riqueza con base a la fuerza de trabajo obligada, sin paga o con salarios de hambre, despojando tierras y otorgando muchos favores a los Estados Unidos, que no escatimaron esfuerzos por derrocar al gobierno de Arbenz y matar las esperanzas de mejorar las condiciones de vida de las grandes masas del pueblo.
El 20 de octubre de 1944, significó la esperanza para las mayorías empobrecidas de este país, representó avanzar hacia la dignidad del pueblo guatemalteco, creó las condiciones para establecer una economía favorable para todos y todas en este país, construyó las bases para que la democracia se estableciera y se viviera tal cual son sus principios; alentó el regreso de la dignidad humana a las grandes masas del pueblo, buscó que cada hombre y mujer sin distinguir clase social, economía, religión o etnia gozara de sus derechos humanos.
Por eso, ¿Qué celebramos con el feriado del 20 de octubre? ¿Celebramos que el imperio estadounidense haya quitado a un gobierno que tenía interés por nuestro bienestar, nuestro propio desarrollo y nuestra propia economía? ¿Celebramos que el imperio estadounidense se haya convertido de nuevo en los patronos de la oligarquía guatemalteca para que sus planes permanezcan y se desarrollen en nuestra tierra? ¿Celebramos que el imperio estadounidense volvió a establecer la explotación del hombre por el hombre y del hombre por la naturaleza para restablecer su economía? ¿Celebramos que el imperio estadounidense fomentara de nuevo la violación de nuestros derechos para que la oligarquía guatemalteca contara con mano de obra garantizada?
Por eso y más, no celebramos el 20 de octubre, gritamos que: ¡este día no es de fiesta¡ ¡es de lucha y de protesta¡ porque ¡no queremos y no nos da la gana, ser una colonia norteamericana! porque seguiremos buscando nuestra autonomía, empezamos por la autonomía económica, y seguiremos hacia la autonomía política, todo y todo por el futuro de nuestros hijos e hijas.
Agr. Jeremías Hernández E.
Coordinación Técnica
Central de Organizaciones Indígenas y Campesinas Ch’orti’ Nuevo Día.