Créditos: Prensa Comunitaria
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Kajkoj Máximo Ba Tiul

Este 24 de abril del 2024 se cumplen los primeros 100 días del gobierno de Arévalo y del casi desquebrajado Movimiento Semilla.  Después de cada toma de posesión de un nuevo gobierno nos resultó importante la frase “démosle el beneficio de la duda”, sobre todo porque durante años nos han engañado que democracia es igual “a elegir y ser electo libremente” y entonces nos llevaron a elegir entre el “peor y el menos peor”, en algún momento lo dijimos; elegir entre el “bueno y mal ladrón”.

Con Arévalo no se salió a elegir como se hacía anteriormente, sino que se salió a votar entre el “continuismo y el cambio”, es decir, seguir con gobiernos corruptos o corregir la plana o como en algún momento dijimos: “por el gobierno que delinee la ruta para “comenzar a desmontar la corrupción” y volver a la ruta de la democracia, trazada con la constitución de 1985 y no más.

No vamos a hablar aquí de los errores y los éxitos de este gobierno.  Porque sobre esto hay muchos análisis. Unos muy benevolentes y otros muy críticos. Unos haciendo análisis con datos cuantitativos y otros con datos cualitativos.   Además, porque muchos creyeron que, al llegar un presidente con las cualidades de Arévalo, que sigue avanzando bajo la sombra de su papá, pareciera que comenzaría de tajo a atacar todo lo que está podrido, al estilo “ninja” y realmente no es así.

Otro error garrafal es seguir pensando que “los 106 días de movilización indígena”, sería la clave para cambiar radicalmente el país, cuando fue una suerte que las autoridades indígenas de toda clase y de toda estructura, porque no todos son iguales, dijeran: “no permitiremos que sigan gobernando los mismos” y a este clamor se levantaron los pueblos.  No fueron las autoridades ancestrales quienes sostuvieron la movilización fueron los pueblos “cansados de que su situación de vida no ha cambiado durante muchos años” y asumieron el reto de detener la ambición de los corruptos y criminales del país.

Lamentablemente, el gobierno en lugar de comprender y entender que fue el apoyo “popular”, que le permitió llegar al gobierno y no los diferentes grupos que constituyen sus movimientos.  Así como tampoco fue solo la fuerza de la comunidad internacional y sus organismos internacionales, que impidió que los grupos criminales lograran su objetivo, poco a poco se ha plegado o a “ancestrales” o a la “comunidad internacional”.

Hasta ahora ha sido más fácil para el gobierno de Semilla mantenerse activo en una democracia controlada cuyas directrices, por un lado, son dadas por Estados Unidos, como seguridad, migración y la explotación de recursos, como parte de la doctrina de seguridad nacional, como lo ha afirmado la jefa del Comando Sur, en toda América Latina.  Y por el otro lado, por el crecimiento económico que tanto anhelan los grupos de poder como Corporación Multi Inversiones, FUNDESA, AGEXPORT, Cámara de la Industria y otras cámaras, que están interesadas para que este gobierno, llamado “progresista” trabaje para sus intereses.

No estamos pretendiendo que en 100 días todo tendría que cambiar de tajo.  Qué los cambios iban a ser más estructurales.  Qué hubiera un cambio de sistema.  No, eso no.    Sabemos que tampoco podemos seguir eligiendo entre el autoritarismo y la democracia.  Porque lógicamente elegimos el segundo y por eso, salimos a las calles, barrios, parques, mercados, rotondas para detener un poco la ambición del grupo criminal.

Tampoco desvaloramos los acuerdos firmados con campesinos, con algunas autoridades ancestrales, las visitas a algunos territorios en donde se han encontrado con otras autoridades.  La iniciativa de hacer una agenda legislativa para pueblos indígenas.  O las reuniones que sabemos que tienen las instituciones con autoridades indígenas que ya dejaron sus territorios para quedarse en la capital.

Todo esto no tendrá fuerza si se sigue profundizando lo que, hasta ahora, es el más grande logro de estos 100 días: la “desmovilización” de los pueblos indígenas.   Que se haya cooptado a “autoridades indígenas” que arengaban en las calles en contra del pacto de corruptos, en contra de la discriminación, del Estado colonial y racista.  Se descabezó a los pueblos y que ya preveíamos en los documentos que escribimos cuando comenzaron a surgir nombres para hacerse funcionarios del actual gobierno.

Por eso, más que esperar en cambios sustantivos, vamos a seguir viendo cambios operativos, como la destitución de funcionarios corruptos, presentación de denuncias contra obras mal hechas y en donde se ve la mano de mono de la corrupción de los gobiernos anteriores y puede ser más.

Es el momento de cambiar de estrategia, claro que sí.  Ningún cambio será posible, si el gobierno sigue teniendo discursos fríos, tibios y de campaña.  Es el momento de corregir la plana.  Los cambios serán posibles si se avanza de abajo hacia arriba y por eso la debilidad de Arévalo en estos 100 días radica en no apoyarse en la gente de abajo, de a pie.  Debe fortalecer la organización de los pobres y de los más humildes.  No solo centrar su discurso en “las autoridades ancestrales” o “en el discurso que somos ancestrales”.  El pueblo de abajo solo sabe que tiene que comer, quiere su tierra y su territorio, quiere su escuela, su vivienda, su centro de salud.  Ni conoce quienes son las “llamadas autoridades ancestrales”.  El pueblo sostuvo el voto.  “Nosotros votamos por él”, me dijo una lideresa Q’eqchi’ hace unas horas.

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