Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

Si por algo se debe recordar el proceso electoral del 2023, fuera por supuesto del desempeño del voto nulo y de la sorpresa de Semilla, es el crack de los partidos, que en una gran mayoría demostraron que no tenían la casta de partidos políticos, que apenas llegaron a ser franquicias políticas–electoreras, o como se dice en Colombia desde hace años, se trata de microempresas electorales, antes que instrumentos de la voluntad de la ciudadanía o herramientas del sistema democrático. El derrumbe fue de antología.

Los datos de la debacle son elocuentes. Una docena de estos no alcanzaron a elegir un diputado o un alcalde, y su porcentaje de votos no llegó al 5% indispensable para poder existir como partido político. Se puede discutir si esta norma es justa o injusta, pero el hecho es que así se encuentra establecido en la ley electoral y de partidos políticos -LEPP- Pero también es el fracaso de los partidos considerados grandes, que, con inversiones millonarias, en abierta violación a las leyes electorales y con la complicidad de las autoridades, no alcanzaron desempeños relevantes.

Son los casos de los principales derrotados. Uno de estos partidos, Valor, de la hija del general genocida, que con apoyo de sectores militares de alta o de baja, de grupos empresariales ultraconservadores, de prácticas de propaganda anticipada, del uso de caciques locales, incluso armados, no pudo pasar del 6to o 7mo lugar en los resultados electorales. Con esta derrota electoral, es un hecho que el viejo discurso contrainsurgente, represivo, militaroide, pasa a retiro definitivo. No hay ninguna condición en la sociedad guatemalteca actual, para que esta corriente política intente repetir la experiencia de otra derrota, que pueda ser más categórica.

El otro gran sector derrotado, a pesar de ganar una buena cuota de diputados por el clientelismo y compra de votos, es el del partido oficial Vamos. Si somos rigurosos, es un partido que contiene en su visión del mundo y de la sociedad e historia del país, raíces que nos remontan a los días de la invasión-golpe de estado del año 1954, que no viene a cuanto explicar- pero que tiene en sus principales figuras, el actual presidente y su candidato presidencial, a dos exponentes de la derecha clásica, heredera del denominado “liberacionismo”, el de la consigna Dios-Patria-libertad, la fuente de sus creencias y de sus acciones políticas.

No es casual que, en un foro presidencial, ante la pregunta sobre si Castillo Armas o Jacobo Árbenz, el candidato oficial dijera muy orondo, Castillo Armas y Dios Patria y Libertad, que era la consigna del partido que tenía como símbolo, la daga ensangrentada. Es el partido o corriente política ideológica, que hizo del anticomunismo su bandera, y de la represión su estilo de gobierno cuando fue el caso.  Defensor a ultranza de la idea de la finca, del país racista, represivo sin derechos, sin sindicatos ni partidos políticos, que convirtió en virtud la quema de libros. Esa vertiente de la política nacional fue definitivamente enterrada en las elecciones del 2023.

En resumen, en el terreno de las corrientes político-ideológicas de la historia reciente, las vertientes más conservadoras y de talante represivo, fueron rebasadas por nuevas realidades.

Así nos encontramos ante la presencia de dos fuerzas o corrientes de orientación socialdemócrata en el balotaje. Aquí es indispensable separar la paja del trigo, como en todo, para señalar que si bien la UNE es miembro pleno de la internacional socialista, su práctica política reciente deja mucho que desear. Quizás por la necesidad de ganar algunos votos o favores del estado, pero no por ello deja de ser una expresión socialdemócrata. Mientras que Semilla, llega a este balotaje con el impulso de una sorpresa que a los primeros que llego fue a sus propios integrantes.

Era un escenario impensable dos semanas antes de las votaciones del 25J. Por ello el shock que cundió en las filas de la derecha más conservadora, en los poderosos del país, que aún no dan crédito al tsunami democrático que llegó vía las urnas, en donde el voto nulo, mayoritario, es otra cara de la misma medalla de hartazgo, de exigencia de cambios democráticos pues la situación como la actual no puede continuar pues llego a su tope.

Pero hay un ángulo que vale la pena destacar. Los partidos que van al balotaje son parte de los que no pueden ser caracterizados como microempresas electorales. Tienen algo más, que es en la UNE, estructura nacional probada en tres o cuatro procesos electorales, aun si se ha deslizado en términos políticos hacia posiciones en ocasiones conservadoras, subsiste su agenda social.  Semilla por su parte trata de ser una expresión política más moderna, en donde los jóvenes son una especie de marca de fábrica. Los veteranos en sus filas son en verdad pocos y el tono lo dan jóvenes con alguna experiencia social, pero casi ninguna experiencia política.

Se puede vaticinar que independiente de los resultados del balotaje, los dos partidos pueden jugar un rol relevante en los próximos años por las características anotadas. Mientras que los partidos de garaje o marca patito desaparecerán en esta ocasión en número importante, una docena de ellos, aun si a futuro insisten y crean otros, que tendrán la misma suerte. Esto es, microempresas buenas para unas elecciones, para un par de negocios a la sombra electoral, pero nada más. Pero hay partidos un poco más ideológicos que desaparecen para siempre. El caso del PAN, MLP, Conservador, y una lista de siglas impronunciables y buenas para el olvido.

Del lado progresista la baja más relevante es la del MLP que sufrió las consecuencias de no haber inscrito a un binomio presidencial por las trácalas del TSE. Sin embargo, el movimiento social que está vinculado a este partido seguirá con sus demandas y sus luchas. Y la coalición URNG-Winaq que tuvo el peor resultado electoral en su práctica electoral. Estos deberán impulsar una revisión de sus formas de trabajo, de sus postulados, de su manera de hacer las cosas, pues sería lamentable si no toman en cuenta los resultados del 25J. Deben refundarse o desaparecer.

Los resultados alcanzados el 25J, nos sitúan ante una emergencia ciudadana de la cual no teníamos la menor sospecha. No solo el voto alcanzado por Semilla o en primer lugar el desempeño del voto nulo, sino fundamentalmente, la manera que sectores de la sociedad de manera novedosa, hicieron auditoría ciudadana sobre los resultados electorales, y discutieron en todos los espacios sobre la existencia o no, de intentos de fraude, de las consecuencias de esto, y de la mejor manera de hacer las cosas en procesos electorales a futuro. El mecanismo electoral del país paso una prueba de suma importancia y con ello se reveló que es confiable, aunque hace falta el ojo atento de la ciudadanía para que personajes corruptos pretendan, desde las sombras, manipular resultados, procesos, o la misma naturaleza participativa de las elecciones en el país. Es un ejemplo de control ciudadano sobre uno de los temas torales de la democracia: las elecciones democráticas.

Al momento de escribir este artículo, es un hecho que el reconteo de las actas ya habrá terminado y salvo maniobras legaloides, pueden interferir en el buen desempeño del proceso, que tiene en la segunda vuelta del 20A, el paso indispensable que arroje resultados definitivos del proceso electoral que ahora comentamos. El futuro del próximo gobierno está por escribirse.

 

COMPARTE