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El desafío de educar y ser educados en tiempos de COVID-19

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Créditos: Elmer Ponce
Tiempo de lectura: 6 minutos

Por Elmer Ponce

Los centros educativos permanecen cerrados. Los salones dejan ver en su interior escritorios vacíos y un olor a abandono se ciñe en ellas. Los gritos, risas y largas charlas  frente a la pizarra quedaron en el pasado, hoy las clases, cuando se puede se reciben de manera virtual. Ahora los grupos de WhatsApp, plataformas como Zoom, Google meet y Google Drive, son los medios que docentes y estudiantes, y quizá algunos padres de familia, han aprendido a utilizar por pura necesidad. A otros no les alcanza para ello, porque tener un teléfono celular sigue siendo un lujo.

Don José Cuz, padre de tres hijos, dos mujeres que cursan el nivel de educación básica; y un niño en primaria, cuenta que en la familia solo tienen un teléfono conocido popularmente como “frijolito”. Con ese aparato sus hijos no pueden recibir instrucciones, ni tareas, porque necesitan un teléfono “bueno”, como él le llama al dispositivo celular con tecnología Android. Además, él también usa el frijolito, porque es su herramienta para encontrar trabajo. Actualmente  trabaja para ver si puede comprar uno, para que los tres lo puedan usar, algo que se convierte en un desafío, porque las estudiantes y el estudiante tienen distintos horarios y tiempos de uso.

Elías Gamaliel Agustín es profesor de enseñanza media y director del Instituto Nacional de Educación Básica (INEB), en el centro urbano de Sayaxché, Petén, cuenta cómo enfrentan el desafío de educar en tiempos de COVID-19.

El establecimiento que Agustín dirige cuenta con una matrícula escolar de 259 estudiantes inscritos, un director, siete docentes contratados bajo el renglón 021 y dos maestros municipales, que no han recibido el pago de un “incentivo”, como le denomina la comuna de Sayaxché, de Q 3 mil 831, divido en tres partes de Q 1 mil 277, por prestar sus servicios todo el año escolar en las escuelas del municipio, según la información del  Sistema de Registros Educativos (SIRE).

Fotograma: Elmer Ponce

Gamaliel indica que las clases se imparten totalmente a distancia y que se enfrentan actualmente a una limitante por ser un establecimiento público, muchos estudiantes son de escasos recursos económicos, algunos no tienen la posibilidad de conectarse a internet. “A nosotros como docentes nos obligan a llevar las clases a través de guías de trabajo o en el caso de los módulos que el MINEDUC hizo llegar a las escuelas públicas, de esa manera es que se están impartiendo las clases actualmente”, indica el profesor.

En su opinión, los desafíos a los que se enfrentan todos los actores de la comunidad educativa, se sienten y se viven desde diferentes puntos de vista. El docente ha tenido que buscar las diferentes formas de creatividad para llegar al estudiante. Esto también supone que el docente de vocación tenga esa facilidad para generar los medios y las formas de llegar a sus alumnos.

Por otra parte, asegura “si nosotros pensamos en el caso del estudiante, para ellos también es un reto muy fuerte, porque ha tenido que dar más del cien por ciento. Muchos de ellos han optado por retirarse y eso se refleja en el envío de tareas. Otros optan por no continuar con sus estudios, por la dificultad que eso les representa, ya que la situación económica los obliga a trabajar y eso también implica restarles tiempo para las actividades estudiantiles”.

Agustín considera que el papel de los padres de familia en el proceso es un reto grande, que consiste en que el padre o la madre, además de asumir su responsabilidad y como educadores en principios y valores, les ha tocado que asumir el papel en la docencia y dar acompañamiento en las tareas y, el reto se pone más difícil, porque muchos padres y madres carecen de un nivel académico que pueda ayudar a sus hijos, eso representa un reto, y hace sentir a este sistema educativo que se necesita reforzar muchas bases y muchos aspectos del sistema educativo actual.

Agustín enfatiza que el MINEDUC tiene mucho por hacer, aunque se brindan algunos módulos de aprendizaje como libros, se necesita incentivar a la población estudiantil que carece de herramientas para recibir clases. Además, ve como una necesidad que a los estudiantes se les brinde un dispositivo electrónico, como ya sucede en países vecinos como El Salvador, con el que los estudiantes puedan de manera adecuada recibir sus tareas y así mismo enviarlas, porque hay muchos jóvenes que carecen de este tipo de herramientas tan necesarias en estos tiempos de distanciamiento social.

“Falta mucho para decir que nuestro sistema educativo está en la capacidad de generar una educación de calidad con base a los aportes que tenemos actualmente en este sistema”, por lo que asegura que son muchos quienes deciden dejar el establecimiento para no continuar sus estudios, algunos por la situación deciden trabajar, para aportar al sustento de la familia y muchos otros parten en busca del sueño americano en los Estados Unidos.

El MINEDUC ha hecho llegar los módulos de aprendizaje 1 y 2,  que tienen un retraso de  dos meses aproximadamente, “estos vienen con un retraso bastante sentido, para los contenidos que se esperan cubrir en el ciclo escolar, pues los módulos están llegando con un desfasé de un bimestre”, apuntó el profesor.

Sobre los contagios de la COVID-19 en los estudiantes, el profesor Agustín dice que el número de estudiantes y familiares que se han contagiado es alto, ya que estos informan a través de los grupos la situación que viven, además cuenta que es un reto grande para los docentes y también para quienes estudian en estas condiciones, porque el sistema educativo no había previsto esta situación.

Para el profesor y director del INEB, “buscar las políticas necesarias y brindar los mecanismos y herramientas a los estudiantes para facilitar la enseñanza y motivar con un dispositivo, que puede ser celular, Tablet o computadora, para que todos y todas tengan la oportunidad de recibir educación, porque la educación es un derecho y el Estado está obligado a proporcionarla a su gente”.

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Para la profesora Elvia Patricia Flores Gutiérrez, docente del mismo establecimiento, después de un par de meses de asistir a clases presenciales de manera reducida, se volvió a las clases a distancia y esto generó dificultades para los estudiantes, porque no todos tienen acceso a la tecnología para recibir o enviar las tareas, ya que la situación económica de las familias no permite la obtención de este tipo de dispositivos.

Flores, pedagoga en administración educativa, ve importante que los padres apoyen a la juventud y la niñez en el desempeño educativo, porque hay mucha deserción escolar. Dice que algunas de las razones se deben a que no cuentan con dispositivos o internet;  y segundo, porque muchos trabajan para aportar a la economía familiar; una tercera causa podría ser que como docentes no hemos dedicado tiempo suficiente para que ellos puedan salir adelante, indicó.

Fotograma: Elmer Ponce

La manera de estar en contacto con los estudiantes ha sido a través de grupos de WhatsApp, y eso ha limitado a muchos para poder continuar con sus estudios. Agrega que son pocos los padres de familia que se toman el tiempo para apoyar a sus hijos en verificar que las tareas puedan entregarse. Esto, dice, se manifiesta en la entrega de las tareas.

La profesora Flores, agrega que el COVID-19 ha marcado a muchas familias y ella es una de las tantas. Al preguntarle, sobre cómo la pandemia le ha afectado personalmente, respondió que “mucho”, ya que hace un mes su hermana mayor se contagió, luego un hermano, que apenas se recuperó hace 15 días  y, tan solo hace 8 días, sepultaron a otro hermano. Hizo un llamado a la población resaltando la importancia de vacunarse y advirtió de no dejarse llevar por lo que otros digan, porque la vacuna les puede salvar la vida.

Son muchos los docentes que aun con la pandemia visitan a sus alumnos, para no dejarlos en el abandono en esta emergencia que vive el país. Otros, no se comunican y menos atienden a los niños y niñas, están a la deriva y su futuro escolar, su aprendizaje es incierto ya que en casa muchos padres y madres no saben leer ni escribir, y mucho menos guiar a sus hijos en aspectos pedagógicos que hoy requiere “educar en tiempos de COVID-19”.  

¿Cuánto tardara esto, para que la vieja campana que cuelga en el corredor, vuelva a llamar con su repique a los niños, niñas, jóvenes y maestros a las aulas. ¿Pasaran días, meses o incluso años? Eso nadie lo sabe. ¿Acaso el viento lo sabe?

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