Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Miguel Ángel Sandoval 

Uno de los temas que resultan por lo menos curiosos, es la presencia en medios digitales de analistas que, de una forma festinada, pontifican y sacan del manual de viejas ideas, temas que aparentemente son actuales o que les proporcionan la razón. a pesar de las inconsistencias políticas evidentes que presentan. De forma concreta, existe un alegato bastante añejo sobre el imperialismo o la política agresiva del coloso del norte.

Todo se mira con el lente de la política de intervención en nuestros asuntos internos y sin darse cuenta, se deslizan por la visión de soberanía nacional que reclaman los más conspicuos de la derecha neofascista de nuestro país. Toda relación o acción en donde se tenga el aval de la comunidad internacional y de los principales aliados de este país, se mira como si fuera el pecado capital más grave, sin tomarse un minuto para analizar las nuevas realidades, o de forma más concreta, las realidades políticas de hoy.

En los años de la intervención norteamericana en nuestro país -1954-, había a nivel mundial, al menos una contradicción fundamental: capitalismo-socialismo. Hoy no es el caso. Quizás lo sea para unos pocos optimistas desinformados, pero la realidad nos dice que esa no es la contradicción principal del periodo. Y que quedan temas no resueltos del periodo anterior, que deben encontrar una solución democrática. Esa es la verdadera cuestión en nuestros días.

Esa mirada simplista de la política nacional solo me recuerda la tira cómica de Mafalda, donde dice, que calor, a lo que el hermanito responde ¿es por el gobierno? Lego ella comenta, “es pequeño y no sabe repartir las culpas”. Eso ocurre ahora cuando todo se quiere mirar con la lupa programada, que dice que todo es culpa del imperio y sus agencias como la AID, etc. En otras palabras, todo lo que se haga fuera de lo propio, es deleznable y amerita estar en el blanco, pues solo se puede hacer algo si es con el apoyo del imperialismo….

Adicionalmente, en los últimos tiempos se ha desarrollado una ola de proyectos de corte fascista. Es el supremacismo blanco de EEUU, el intento de desconocer los parámetros por todos admitidos de la democracia liberal, y con esa influencia que rebasa las fronteras del país del norte. Ahora vemos una remontada en países que gozaban de una democracia liberal con resultados importantes, y se podría incluir en ellos a países como Francia, Italia, Hungría, Holanda o Dinamarca, en donde las fuerzas extremistas de derecha se apoderan de las instituciones y pretenden imprimir el sello que los caracteriza.

En nuestro continente vemos las experiencias de Brasil con Bolsonaro, y ahora de Milei en Argentina, junto a las arremetidas por aquí o allá en el intento de destruir las bases de la democracia liberal. Lo cual es el caso de la ofensiva contra la Cicig en los años 2017-8, con un discurso que se mantiene en la actualidad, que revela con creces que se trata de una visión que no considera en nada la perdida de espacios democráticos.

En este contexto, hace ya algunos años, pensadores que son parte del movimiento social progresista en el mundo, avanzan reflexiones sobre la necesidad de salir en defensa de la democracia liberal, incluso por los comunistas o los revolucionarios de diferentes credos. Y en el caso nuestro, habemos quienes optamos por plantear que para Guatemala la contradicción principal es: Democracia o Barbarie. Y en esa dirección encaminamos nuestros argumentos e incidencia política.

Por ello la iniciativa de un levantamiento nacional que inicia el 2 de octubre, antes de decir que es algo pagado por la Usaid, o por Soros o por quien sea, merece el apoyo decidido. Ni revolución ni más de lo mismo. Menos llamarada de tuzas. Parecería que lo objetivo se encuentra entre esas posturas que no nos ayudan en mucho, a entender lo que se está cocinando en nuestro país en este 2023. 

Dirigentes indígenas o activistas dan datos que merecen ser contabilizados. Por quintales de productos agrícolas, se ha apoyado el paro de octubre que continua. Pero no solo por quintaladas sino aportando lo que sabemos: tamales, tortillas, cerdos, voluntariado, recolección de fondos por redes organizadas, y eso no creo que venga desde los Estados Unidos. Aunque quizás sí habría que preguntar a los migrantes que algo han aportado.

Si se desconoce esta realidad, pues si se puede acusar al movimiento de estar financiado. Si se conoce y se dice que es producto de la intervención gringa, pues no se está en nada, aunque se digan antimperialistas y esas cosas. La realidad es testaruda y hay que conocerla. No se puede hacer de argumentos como la soberanía el inicio y el fin de todo. Y no se puede coincidir con las derechas nacionales, que defienden la soberanía para impedir la condena internacional o para impedir que los alcance la justicia. Hay que ser serios para opinar.

De la misma manera hay que tener una idea de las alianzas políticas en las más diversas coyunturas. Quizás un refresco de memoria para algunos desinformados. Los vietnamitas hicieren de las alianzas todo un arte y así derrotaron a varios imperios. Los más conocidos los norteamericanos y los franceses. Pero también los japoneses. En cada ocasión fue en defensa de la gente, de un proyecto de independencia nacional, no de fantasías. Haciendo alianzas con unos y otros de acuerdo con la coyuntura. Es bastante diferente, pero si ilustra esa situación. Al menos en parte.

Advierto que no se trata de generar polémica sino un intento de afinar la reflexión. Acusar sin ton ni son a la embajada o al gobierno de EEUU, o decir que no hubo la revolución ansiada, o hablar de oídas de las revoluciones de colores, pues no mejoran la correlación de fuerzas en el empeño que continua. La idea de derrotar los intentos golpistas qué son reales y serios, -solo ver la barbaridad del congreso el 30 de noviembre- es algo que no se puede desestimar con la mano en la cintura.  Menos con ideas viejas y acartonadas. Y las luchas de hoy, son para defender el abc de la democracia liberal: el voto ciudadano. Si se está en contra de esto porque es limitado, pues entonces no tenemos que hablar mayor cosa.

Pues podemos convenir en algo. El 25 de junio y el 20 de agosto, la fórmula de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, candidatos de Semilla, ganaron con el apoyo popular las elecciones y con ello, el derecho a ser el próximo gobierno de este país. Intentar negar ese hecho fundante es lo que dio origen al levantamiento nacional, convocado por las autoridades indígenas del país el 2 de octubre. Desconocer ese hecho político en aras de diatribas, no vale la pena comentarlo. Ese es el objetivo claro planteado: el rescate democrático, una nueva fase en la democracia guatemalteca.

Y la verdad, ni es financiado por la AID, ni dirigido desde Washington, ni es para hacer una revolución. Aunque por su resultado en el imaginario nacional, se aproxima mucho a eso. En todo caso, la situación que vivimos se parece mucho más, a la disyuntiva entre Democracia o Barbarie. Y hay que optar

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