Créditos: Juan José Guillén
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Hace 79 años, un movimiento cívico-militar luchó por alcanzar un Estado democrático. Dejando atrás la huella militar dictatorial de más de una década, abrió la posibilidad para el reconocimiento de partidos políticos, la realización de elecciones, el respeto a la libertad de expresión, el bienestar para toda la población y la igualdad ciudadana.

 Por Javier de León V.

En las primeras horas de la madrugada del 20 de octubre en la ciudad capital, cuando la población aun dormía, un grupo de militares rebeldes se abrió paso con armas de fuego. Varias detonaciones y el silbido de proyectiles de bala rompieron la oscuridad que rápidamente se iluminó por las columnas de fuego y humo que salían del fuerte San José. Este edificio de piedra, que fuera inaugurado durante el gobierno liberal del general Rafael Carrera para resguardar en la segunda mitad de la década del 40 la entrada a la ciudad, quedó casi completamente destruido por el ataque.

Ese viernes, cuando la luz del sol alumbró la capital, las calles se llenaron de cientos de personas de todas las edades, oficios y barrios. Obreros, universitarios, y el gremio magisterial, se habían unido a los militares en el inicio de un hecho que marcaría la historia de Guatemala y que tuvo su punto final con la renuncia del general Federico Ponce Vaides.

Ponce Vaides permaneció en el poder tres meses y dieciséis días. Mientras estuvo en ese cargo, de forma provisional, docenas de personas fueron asesinadas, encarceladas o exiliadas por su oposición al régimen militar. Había ocupado el cargo tras la renuncia a finales de junio de ese mismo año del general Jorge Ubico, presidente por más de quince años. Así dio inicio el proceso de cambio radical conocido como la Revolución de Octubre.

El domingo 22, Ponce Vaides y una docena de sus funcionarios más cercanos salieron hacia México. El martes 24 los medios de comunicación anunciaban que, amparado en la legislación de Inglaterra, el dictador Jorge Ubico había salido del país, junto a su esposa con rumbo a Estados Unidos. Dos años después falleció en Nueva Orleans Luisiana, Estados Unidos.

Crédito: El Imparcial 20 de octubre 1944.
Federico Ponce Vaides sale de Guatemala. Hemeroteca diario El Imparcial, octubre de 1944

La población revolucionaria movilizada

El 21 de octubre, un día después de esta gesta revolucionaria, la cotidianidad empezó a regresar a la normalidad. Los mercados, los comercios y el transporte volvieron abrir y prestar sus servicios.

Después de que el movimiento popular apresara y encarcelara a decenas de integrantes de la policía ubiquista, se observaba en las calles a personas intentando ordenar y dirigir el tránsito en las calles de la ciudad. El ambiente que se vivía era festivo, en el parque central cientos de personas se acercaban para ver a los tanques militares que aún permanecían en ese lugar.

Después de los enfrentamientos armados en los fuertes San José y Matamoros, bastiones de la dictadura poncista, y del fallecimiento de decenas de personas en enfrentamiento a las fuerzas leales al gobierno, y de los cientos de afectados por los enfrentamientos en distintos puntos de la ciudad, el apoyo de la ciudadanía empezó a manifestarse.

El diario El Imparcial, reportó que los esposos Jacobsthal llevaron un aporte en efectivo de Q10 para las personas que resultaron damnificadas. Mientras se formaba un comité que recibiera las donaciones, dijo el medio escrito, “se constituiría en transitorio depositario de todas las cantidades que no sean enviadas”. En esa misma publicación se dijo que Anita Alzamora de Vadillo se acercó para colaborar con Q5.

La ciudad recobra la normalidad. Hemeroteca diario El Imparcial, octubre de 1944
La ciudad recobra la normalidad. Hemeroteca diario El Imparcial, octubre de 1944.

Mientras, en las oficinas de comunicación, cientos de personas se aglomeraban para poder enviar un telegrama a sus familiares en otros departamentos. Además de comunicar detalles de lo que ocurrió, enviaban mensajes para hacerles saber que estaban bien. En las oficinas de la antigua radiodifusora T.G.N, en ese año convertida en la “La Voz del Pueblo”, en un rótulo hecho a mano se anunciaba que se recibían mensajes gratuitos de quienes quisieran informar a sus familiares de su estado.

Ese mismo sábado 21, se reportaba que en la casa número 72 de la 11 avenida de la zona 1, el diario El Independiente había sido víctima de la “justicia popular”. Se le consideraba la voz del liberalismo y por eso un grupo de personas había llegado hasta el lugar para destruirlo. Incluso, en una de sus paredes escribieron un mensaje con carbón: “Esto es del pueblo. Respeto”.

Junta Revolucionaria: en el centro de izquierda a derecha: el mayor francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Árbenz guzmán, y el civil Jorge Toriello. Hemeroteca diario El Imparcial, octubre de 1944.

El inicio de una época democrática

El movimiento urbano y capitalino que hizo posible la Revolución de Octubre designó a una junta de gobierno integrada por el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Árbenz Guzmán, y el civil Jorge Toriello, un joven que tuvo una destacada participación en el movimiento para derrocar a Ponce.

Este triunvirato tenía la responsabilidad de organizar elecciones libres para elegir un nuevo Congreso y nuevo presidente, y una Asamblea Constituyente que redactaría una nueva constitución que recogiera el espíritu de revolucionario del movimiento.

El sociólogo Sergio Tishler escribió Guatemala 1944: Crisis y Revolución. Ocaso y Quiebre de una Forma Estatal (2001), una de las interpretaciones más completas sobre el tema. En esta obra plantea que la caída del dictador Ubico, el 1 de julio de 1994, se convirtió en una crisis de Estado, influida por un movimiento integrado por sectores estudiantiles y magisteriales y por la campaña política del candidato a la presidencia Juan José Arévalo.

La crisis, dice Tishler, se resolvió con la sublevación de un grupo de oficiales jóvenes el 20 de Octubre. Con ese hecho, agrega, no solo se fracturó internamente el Estado, sino se inició una década de transformaciones revolucionarias truncadas por un golpe y la intervención del gobierno de Estados Unidos.

Ahora, 79 años más tarde, la gente ha salido a las calles, como en julio y octubre de 1944 para defender su voto. En un movimiento territorial que desde el altiplano occidental, la bocacosta y el norte del país ejerce su fuerza desde la comunidad hacía la capital. Como lo hizo la población hace siete décadas, podemos terminar con un periodo histórico marcado por el autoritarismo y la corrupción.

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