Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Fernando Espina 

Nunca se trató de Semilla, de Carlos Pineda o del MLP. El objetivo era desde el principio la democracia. La democracia no es perfecta, pero es el único sistema que permite al pueblo escoger a sus autoridades de forma directa a través del voto. Además, la democracia para existir necesita reconocer, respetar y garantizar los derechos fundamentales, pues asume que el pueblo manda y para que el pueblo mande, debe sentirse seguro para manifestar su voluntad. Algo que no se está dando ahora en Guatemala. 

El último ataque del MP contra Semilla ha creado más incertidumbre, malestar y tensión en la ciudadanía que observa cómo desde la institucionalidad pública se trata de ahogar a la democracia. 

Se viven momentos críticos para la democracia y para el país. Todos estamos expectantes del actuar de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), de la Corte de Constitucionalidad (CC) y del Tribunal Supremo Electoral (TSE), porque sabemos quién los nombró y para qué. Ellos se saben observados por la gente, por las cámaras empresariales, por la comunidad internacional y de seguro también por quién los nombró. 

Los magistrados de la CSJ, de la CC y del TSE tienen en sus manos el prestigio de la institucionalidad pública y la defensa de la democracia. Tienen todo a su favor para salir bien parados porque las leyes son claras y lo actuado por el MP es ilegal. Ellos deben apoyar, facilitar y garantizar que la segunda vuelta se dé el 20 de agosto entre la UNE y Semilla. De verdad espero que no se lo jueguen todo por un régimen que agoniza.

Si las cortes y el TSE  no defienden la democracia, debe hacerlo el pueblo como su último garante. El pueblo debe defender la democracia saliendo a las calles, defendiendo su voluntad expresada en las urnas, debe ejercer la soberanía (autoridad suprema) que le reconoce el artículo 141 de la Constitución Política. 

Ellos tienen las instituciones, el pueblo tiene las calles.  

 

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