Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Miguel Ángel Sandoval

Me pueden juzgar de demasiado optimista, pero lo cierto del caso es que hay cambios en la vida nacional. Subjetivos, en el imaginario, pero de que hay cambios, los hay. El primero de todos es que durante años nos acostumbraron a pensar que la ciudad capital era conservadora, que los capitalinos por causas diferentes, éramos conservadores. Y creímos esa gran mentira. Que todo era así y que la gran electora era la escuela de Arzú y todos sus seguidores y semejantes.

Pero el 25J amanecimos con la novedad de que no era cierto, que, en la ciudad, había mucha gente, la mayoría, que estaba en contra de la corrupción, de la impunidad, del mal gobierno, del despilfarro, de la ausencia de políticas públicas de beneficio social. De todo ello, incluyendo la crisis crónica del transporte, de la violencia tolerada, de los abusos policiales, de todo ello. Y el 25J la gente voto por la izquierda.

Por la narrativa conservadora, nos habíamos olvidado de que en la capital, hubo el mejor alcalde que era de izquierda: Manuel Colom Argueta, que sentó las bases de una ciudad moderna y que sus seguidores hicieron polvo ese legado. Nos olvidamos con el paso de los años, de las jornadas populares de marzo y abril, de las jornadas contra el precio del transporte, de las grandes marchas de trabajadores, de la gran convocatoria de abril de 2015.

Y también se había olvidado las múltiples expresiones de lucha popular. Ahora el 25J nos dice que la ciudad retoma su naturaleza. Es, como debe ser, aun centro de oposición política, un hervidero de ideas, y debe tener una narrativa diferente. El punto más urbano, más educado, más beligerante, es de izquierda. Esa es la realidad.

Ahora sabemos que nuestra naturaleza es otra. Y por ello tenemos la libertad de festejar, mucho, mucho. La ciudad es ahora nuestra como siempre debió de serlo. La ciudad de Guatemala no podía por más tiempos ser el patrimonio de las derechas de siempre, de los herederos de la invasión del 54, del asesinato de Manuel Colom, de la burla de las demandas sociales y populares. Ahora la ciudad retoma los hilos de su verdadera naturaleza. Eso es lo que ocurrió por la vía de las urnas el 25J.

Ahora sabemos que habrá a partir del 14 de enero de 2024, un régimen democrático que, por la vía de los votos, deberá retomar el rumbo que se había perdido todos estos años. La capital guatemalteca no es la Tacita de plata de las oligarquías conservadores, es o debe ser un centro pujante, con libertad de ideas, de pensamiento de organización, de movilización, de sueños. Eso es lo que debería de verse reflejado en la acción de las nuevas energías que desde la elección de este domingo deben predominar en la vida nacional.

Es importante dejar anotado, que la candidata de una coalición para la alcaldía capitalina tuvo la oportunidad de pelear la victoria y por unos pocos votos no ganó para la ciudadanía un bastión que la derecha había considerado propio. Ahora sabemos que, en las próximas elecciones, la municipalidad tendrá a una gente de izquierda al frente y que ojalá sea la mujer que ahora encabezó las aspiraciones de muchos.

Son muchas cosas que se pueden decir ahora que una expresión como Semilla y Arévalo, ganaron el derecho a competir en la segunda vuelta electoral, contra otra fuerza como la UNE igualmente socialdemócrata, pero desde ya decimos que será con una ciudad que ha cambiado de paradigma: ya no es el bastión de la derecha, fascista, conservadora, neoliberal. Ahora inicia una nueva época que retoma sus mejores vetas, de las jornadas populares de lucha estudiantil, de lucha democrática como la de Manuel Colom, de luchas democráticas sus como las de 2015. Renacimos.

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