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Re newa’il (la pobreza) Una mirada desde Chi’ Choj

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Créditos: Kajkoj Máximo Ba Tiul
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Kajkoj Máximo Ba Tiul[1]

La pobreza tiene diferentes concepciones. Podemos definirla desde la economía, la política, la historia. Puede incluso definirse desde nuestro pensamiento Poqomchi.  De allí, que para nosotros, pobreza se dice: new’a, new’ail.  Desde los Q’eqchi’, neb’a, neb’ail. Los  organismos internacionales, la pobreza la miden por los ingresos y gastos en dinero.  La religión habla de la pobreza del alma. Los cristianos dicen que la pobreza es un don de “Dios” y que hay que aceptarlo. 

Hoy se habla de la pobreza multidimensional, que no es medirla solo en relación al dinero, sino con otros factores que influyen para el empobrecimiento. Una persona es pobre porque está en desventaja con otros, porque no tiene buena salud, está desnutrida, no tiene agua limpia, no tiene acceso a la energía eléctrica, no tiene trabajo, o si tiene, el salario no es justo, bajos niveles de educación, no tienen vivienda digna.  Esta forma de ver la pobreza nos puede ayudar a formarnos un panorama mucho más completo de cómo estamos en un territorio, llámese: aldea, caserío, barrio, municipio, ciudad, etc., o cómo estamos en nuestro municipio, incluso solo basta con mirar alrededor nuestro, quién vive y cómo vive.

El Estado de Guatemala se ha comprometido ante la comunidad internacional a desarrollar programas que terminen o por lo menos mitiguen el nivel de pobreza y extrema pobreza.  Que Guatemala sea parte de todos los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, la obliga a proteger y defender la vida, que implica proveer de condiciones mínimas para la vida de todos sus habitantes. 

Se comprometió a cumplir los objetivos del milenio. Nunca se cumplieron y ahora está comprometido con la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Incluso tiene  supuestamente el plan el Katun 2032,  que a pesar de ser un modelo neoliberal, no la han podido y querido cumplir, pero si se ha hecho efectiva para las transnacionales, como la hidroeléctrica Chixoy Pamuc II, que destruye y sigue destruyendo el ecosistema de nuestro municipio.

Para la ONU y la CEPAL es una preocupación la situación que se vive en la región, sobre todo en la región norte (Guatemala, El Salvador  y Honduras), recrudeciéndose después de un año de COVID-19: “Se han recrudecido las condiciones de desigualdad y desempleo”.

Eso, puede significar un crecimiento exagerado de pobreza, extrema pobreza y miseria en todo el país, pero sobre todo en regiones donde hay mayoría de pueblos indígenas. Se acrecentará la migración indígena no solo a la ciudad capital, sino a los Estados Unidos.  Las caravanas de migrantes no las debemos ver solo desde Honduras, El Salvador, Haití, etc., aquí hay caravanas de Q’eqchi’ y Poqomchi que se van a los Estados Unidos, sin que los medios de comunicación se enteren. Según información de agencias internacionales de migración, son cientos de Q’eqchi’ y Poqomchi que están migrando, expulsados de las regiones donde hay siembra de palma africana, caña de azúcar o se están construyendo hidroeléctricas.   

En la región centroamericana creció el 33,7% la pobreza y el 12,5% la extrema pobreza.  Los datos que tenemos para analizar nuestro municipio, son tan escuetos, que no sabemos exactamente cuánto ha crecido la pobreza, pero solo viendo el rostro de la gente vemos que ya se les mató el sueño de un futuro mejor.

Para fundamentar cuantitativamente nuestra reflexión, utilizaremos estos datos: para 2009, San Cristóbal Verapaz tenía una pobreza de 76,84% y una pobreza extrema 29,31%.  En el Censo de 2018, la pobreza era de 57% y la pobreza rural era 87%. En 2020, el Ministerio de Salud reportó 27,913 menores de cinco años con desnutrición agua, y cuatro de cada cinco hogares padecen de inseguridad alimentaria. Estos tres meses de 2021, se detectaron 28 casos de desnutrición crónica.

La pobreza, la extrema pobreza, la miseria van de la mano del hambre, la desnutrición, la falta de tierra y vivienda, de salarios de hambre y la falta de tierra, del deterioro del medio ambiente, como el caso de la laguna Chi’ Choj’, que comenzó a ser destruida desde que vino la industria (fábrica de Calzado Cobán, Tenerías, Beneficios de Café) o como está pasando con nuestros bosques y montañas, que han sido destruidas para enriquecer a los dueños de aserradores tanto locales, como departamentales y nacionales.  

La pobreza, la extrema pobreza y la miseria en nuestro municipio, tiene cara de mujer, de niño, de anciano, de anciana, de indígena. La pobreza tiene sus orígenes en la más profunda estructura de injusticia y de desigualdad que hay en nuestro país y en nuestro municipio.  También es producto del racismo y la discriminación. También es producto de la indiferencia y de la falta de voluntad de quienes tienen el poder económico y político del país, junto a líderes políticos que se han enquistado en todas las esferas de la cosa pública, no para servir sino para servirse. 

Por eso la pobreza está muy vinculada a la corrupción. Cómo es posible que en un municipio que tiene una gran cantidad de gente que no come, en la municipalidad se gastan millones de quetzales, sin saber a dónde se va  o que el alcalde municipal, entre dietas y salario base, se le pague Q.32,250 o que un miembro del Concejo Municipal, por dietas cobre al mes Q.12,000.00[2]. Que en 2020, el Alcalde, haya gastado Q.2,119,078.25 y el Concejo municipal; Q.1,010,365.00[3].

Ante esto, cabe pensar en las preguntas que se hace la gente: ¿por qué mucha gente, sobre todo mayor de edad, dice que vivían mejor antes e incluso en tiempos de la guerra?  ¿Cuándo nosotros éramos niños, nunca mirábamos niños o niñas mendigando o pidiendo dinero en la calle?  ¿Qué pasó con la producción de pacaya, café, pimienta, aguacate, jarcia, que convirtieron a nuestro pueblo fuera uno de los más prósperos de Alta Verapaz, incluso en los años más fuerte de la guerra? ¿En dónde perdimos las perspectivas de nuestros papás, que llegaron a tener la mejor cooperativa de ahorro y crédito a nivel nacional y de América Latina? ¿Por qué hoy  habiendo más académicos de todas las disciplinas, nuestro pueblo es uno de los más atrasados del país y del departamento? Solo para ponerles algunas preguntas para pensar

La discriminación y el racismo (indígenas, mujeres, ancianos, jóvenes) también es una de las causas de la pobreza. Si nuestros abuelos y abuelas vivían de su producción, hoy se compra lo que se come o porque nos han dicho que lo nuestro no tiene valor.

El neoliberalismo, cambió nuestro modelo de producción. Ahora no se produce para la vida familiar y comunitaria, sino para el mercado y el dinero. Se nos dice que el maíz y el frijol no dan dinero, es mejor sembrar pino o zanahorias. Nos han puesto a competir, incluso el principio de la educación hoy es la “competencia”, que no es ni más ni menos, que inculcar a los niños y a las niñas el individualismo capitalista.  O lo que hoy suele llamarse como “emprendimiento”, reproducido incluso por oenegé supuestamente progresistas, no digo de izquierda porque dudo que las haya, sobre todo aquí en el municipio. Sobre todo, porque nos han hecho creer que no debemos aspirar a cambios más profundos.

El modelo “zanahoria”, propio de la revolución verde de mediados del siglo pasado, en lugar de resolver los problemas relacionados a la pobreza, los ha acrecentado, solo quien siembra hortalizas y flores a gran escala podrá salir de la pobreza. Lo mismo pasa con los monocultivos. Cuando hablamos de esto, no solo nos estamos refiriendo a la palma africana o a la caña de azúcar, también a las hortalizas o a la siembra de pino. Que en vez de ayudarnos destruye nuestro territorio, y peor cuando traemos semillas de otros lados, así es como destruimos nuestras comunidades, como lo que pasó con las aldeas que fueron destruidas por las tormentas Eta y Iota.

Nos han enseñado a ver en el bosque como sinónimo de dinero y riqueza. Las carreras ambientales están pensadas no para cuidar y proteger el bosque sino para destruirlo. Las ingenierías, de la que presumen muchos profesionales, en vez de promover un modelo de desarrollo desde lo que sabe la gente, lo que hacen es cambiar la vida de la gente y lo que sabe hacer la gente. Nos cuesta sembrar liquidámbar, encino o manzana rosa, porque no tiene rostro de dinero, pero en cambio nos ponen a sembrar pino, eucalipto y ciprés, porque nos dicen que con eso, saldremos de la pobreza, cuando en realidad, quien se beneficia de esto son los aserraderos, los mediadores (coyotes) o los ingenieros ambientalistas o forestales o quienes trabajan en las comisiones de ambiente de las municipalidades.

Otro dato fundamental para analizar la pobreza y la extrema pobreza en nuestro municipio, son las políticas clientelares y  paternalistas del Estado, de las municipalidades y las oenegé.  Estos programas han formado una ciudadanía no auditora o controladora de los programas de gobierno tanto local como nacional, sino que han hecho de las comunidades sujetos de asistencia social.  Una ciudadanía que espera que le lleve y que no se acepta o se crea como sujeto social.

La gente se siente pobre y se percibe pobre, pero no con capacidad para luchar y cambiar el sistema. Por ejemplo, los damnificados de Eta se les ha convertido en víctimas y en clientes, entonces esperan el famoso proyecto, aunque a cambio de algo se les pone a sacar ninfa en la laguna. Se les condiciona y  mientras la cosecha de café, pacaya, cardamomo y aguacate se está perdiendo en el lugar donde ocurrió el deslave o esperando que un supuesto plan de reconstrucción elaborado por un equipo de la municipalidad, con apoyo de GIZ, al final pueda dar sus frutos.

Los damnificados, convertidos en víctimas y pobres, están expuestos a programas asistencialistas del crimen organizado.  Sobre todo, de líderes políticos que desde ahora se les encuentra “llevando ayuda a los pobres”, porque su interés es que voten por ellos en las próximas elecciones. Entonces, empobrecer a la gente es un caldo de cultivo para que tengamos para más años el control de la política por el crimen organizado.

En conclusión, la pobreza, la pobreza extrema y la miseria en el municipio tienen rostros múltiples y la causa del empobrecimiento de la gran mayoría está en el sistema económico actual y reproducido por los programas y proyectos del Estado, las municipalidades y de las oenegé.

Empobrecer a la gente es hacerla dependiente de los programas y proyectos del Estado y del gobierno. Los pobres entonces, no son ciudadanos plenos, son ciudadanos solo para las elecciones. Un ciudadano sometido a las decisiones e intenciones de alcaldes, diputados, crimen organizado, etc.

A un ciudadano empobrecido se le coloniza hasta el punto de hacerle creer que la pobreza es cultural y por eso no tienen ni la mínima intención de llegar a ser sujeto político. Se siente capaz de sublevarse a la autoridad: “el alcalde me llamó para regañarme porque con mis contactos logré un poco de ayuda para mi comunidad y me dijo que no recibiera a nadie más”.

En ese sentido, urge una comunidad Poqomchi organizada y activa demandando derechos y no como hasta ahora se hace, a escondidas,  en su casa, en su oficina, en su escuela y mientras la autoridad hace de las suyas.  Y ustedes jóvenes juegan un papel importante en este cambio, pero no deben pensar en términos institucionales, piensen en términos de comunidad y en términos de sublevación.  Finalmente creo que es bueno que se hagan estas preguntas: ¿Qué quiere mi comunidad? ¿Cuál es la comunidad de mis sueños? ¿Qué quiero yo? ¿Cuál es mi futuro?  En fin pensar, sobre esta idea: ¿Estoy conforme con esta realidad o qué municipio quiero yo?

*Este texto es una adaptación de la conferencia Re newa’il (la pobreza). Una mirada desde Chi’ Choj. Presentado en el diplomado “Conocer para transformar”, el 21 de marzo de 2021.

[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo, teólogo, maestro en ciencias sociales.

[2] https://www.munisancristobalverapaz.laip.gt/index.php/04-remuneraciones, revisado última vez el 26 de marzo de 2021.

[3] Con datos del Sistema de Contabilidad Integrada (SICOIN) fotocopias.

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