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Romper protestas con provocaciones

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Créditos: Miguel Ángel Sandoval
Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

“separemos la paja del trigo sin caer en provocaciones”

El guion es conocido. Grupos de desconocidos provocan para crear un sisma entre la gente que protesta. El objetivo es crear la sensación que hay violentos y no violentos que se disputan la conducción de las protestas. Si somos serios, sabemos a estas alturas que el incendio en el edificio del congreso que mucha gente aplaudió, fue obra desde adentro. Todas las fotos, videos y declaraciones más o menos dignas de ser tomadas en cuenta en el análisis, llevan a esa conclusión.

Pero el objetivo inicial o prioritario es que la gente discuta más sobre la autoría de los incidentes que de los temas planteados por las protestas. Así, hay titulares de prensa escrita o en TV o radio, que dicen con un grado de escándalo, “Queman congreso” y con ello la demanda central desaparece. Basta de corrupción, podría ser el titular. Pero el incidente montado ocupa a ese espacio. A continuación, el otro objetivo: los manifestantes son violentos, cuando la evidencia muestra que son protestas pacíficas y solas se alteran por las provocaciones.

De paso se crean falsos debates entre los que protestan. Decir que son provocaciones lleva a un grupo a pensar que eso es incorrecto pues los jóvenes pueden hacer eso y más. Finalmente son cosas antisistema. El tema es que una acción violenta por un grupo marginal, sin nada parecido a una agenda política, es una provocación aquí y en china. Las protestas hoy en nuestro país son de mucha gente, de derecha, centro, izquierda y muchas otras denominaciones. No hay una característica única de quienes protestamos. Toda la gente tiene en la corrupción y la impunidad una agenda. Y para ello hace falta juntar más fuerza y poner contra la pared a los corruptos.

Que no se crea que esto es solo en nuestro país. Si vemos con detenimiento las grandes protestas de Chile, encontramos que ya hubo provocaciones de todo tipo, incluyendo quema de instalaciones marginales como las estaciones del metro. Pero en nuestro caso, son provocaciones a la tortrix, en donde se destruyen los semáforos o los parquímetros, una que otra estación de transmetro y uno que otro bus de transurbano lo cual se reivindica como acciones antisistema. Hay que estar tontos para pensar de esa manera primitiva. Aunque en todos los casos se distingue la mano criminal de los organismos de inteligencia. Ya antes vimos esto en México con los famosos Halcones que en años anteriores hicieron barbaridades para romper protestas pacíficas.

Es cierto que hay posiciones políticas y opiniones de por aquí o por allá. Lo más grave es que en nombre de la lucha antisistema se esconde una fuerte miopía política, una grave descalificación a lo que vivimos todos los días. A manera de ejemplo quiero poner sobre la mesa varios temas que me parecen de suma importancia: se ataca a todos los empresarios sin darse cuenta que hay diferentes posturas entre los mismos. Así es de reconocer la postura del restaurante que negó el servicio al diputado que se refirió con desprecio a quienes comen frijoles. Lo mismo con el resto de diputados. Se olvidan que hay por lo menos 50 votos de varias bancadas que no están de acuerdo con las arbitrariedades de la junta directiva. Es algo ampliamente documentado.

Adicionalmente, grupos de gente que sin darse cuenta de lo que está en juego en una coyuntura como la actual, intenta poner por delante sus propias consignas sin detenerse a pensar en algo que aprendimos desde hace muchos años y que se llama correlación de fuerzas.  Un ejemplo basta para ilustrar eso. Puedo gritar y hacer un boletín virtual llamando al socialismo, pero sin entender que eso es una demanda que hoy por hoy está totalmente fuera del imaginario de las grandes mayorías del país. O puedo gritar por una ANC sin contar con los planteamientos básicos para ello o sin las herramientas indispensables para tal propósito. Lo grave es cuando se intenta desviar demandas mínimas pero masivas hacia propósitos que infelizmente, hoy por hoy son marginales.

Volviendo al tema de los violentos y los pacíficos, parecería que en la actualidad es indispensable por todos los que se considera democráticos o revolucionarios, señalar que los incendios de parte del congreso o del bus en la cara de la guardia presidencial, son pura y simplemente provocaciones. Y si hay entre ellos algunos jóvenes con fiebre y calenturas de la acción directa y esas cosas que conocemos muy bien, lo menos es saber que fueron manipulados para llegar a donde llegaron con la mirada complaciente de los jefes de la inteligencia militar o policial.

La situación del país es grave, hacen falta muchos cambios. Ante ello, no basta con gritar viva la revolución o urge la ANC para que las cosas se muevan en dirección a los cambios que necesitamos. Tenemos que construir consensos, tender puentes entre las diferentes expresiones sociales. Hace falta puentes nuevos, acaso inéditos, entre los sectores sociales y los partidos políticos que asuman la agenda anticorrupción, contra la impunidad y que demanden cambios de fondo.

En otro orden de ideas es necesario desterrar la idea que la policía es enemiga de los cambios y aliada de la represión o que incluso por iniciativa rechaza las movilizaciones sociales. Son ideas falsas, primitivas, que es indispensable terminar. Pues en la policía hay pugnas internas que rechazan las órdenes que les llegan. No darse cuenta de esto es de nuevo la miopía. Una cosa es la policía y otra el ejército. De la misma manera que esa vieja consigna que dice que a mayor represión mayor organización. Es casi llamar a que nos repriman para organizarnos mejor. Es dejar planear la idea de que solo a palos entendemos. Hay que ser realmente idiota para pensar así.

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