Por: Glenda García
En las movilizaciones del 2015 hice un cartel que decía “#RenunciaYa al Patriarca-do”; un juego de palabras que desde la consigna del RenunciaYa buscaba llamar la atención sobre estructuras más complejas del Estado, que no se limitan a la figura del patriarca sino que abarcan otra serie de entramados que contribuyen y fortalecen las formas de gobierno que hasta ahora conocemos en Guatemala. Curiosamente en el 2015 nadie se acercó a preguntar el por qué del cartel ¿sería porque estaba bastante claro? ¿Sería por rechazo a que cuestionemos lo ya establecido? ¿Sería por el estigma al feminismo? ¿Sería porque no teníamos tanta confianza entre manifestantes, como ahora? No lo sé.
En la reciente manifestación del #20S fue muy diferente, al menos unas 11 personas se acercaron a conversar o preguntar el significado de mi cartel, que ahora decía “Sueño con una Matria solidaria, justa y digna” y al otro lado “Por una nueva Matria Guatemala”. Dentro de las personas que se acercaron había un niño que, con mucho cuidado de no ofenderme, se acercó diciendo “su cartel tiene un error: no es matria, es patria”. Le sonreí y le dije que era porque podemos construir un país diferente al que tenemos. Me miró y con cierta incertidumbre regresó con su familia, quizás aceptando la explicación aunque no creo que satisfecho por la supuesta falta ortográfica. Justo después de la interrogante del niño una colega pasó saludando, le conté la historia del niño y –sabiamente- sentenció “el error es histórico”.
La primera vez que leí sobre el término “matria” fue por el año de 1996. Por mucho esfuerzo realizado en mi memoria, no logré recordar el libro en que la leí. Fue una palabra atractiva, estimulante para repensar eso que nos han enseñado a llamar patria. En ese año ya tenía media década de haber empezado a estudiar temas relacionados a derechos humanos de las mujeres y feminismo. En los años posteriores profundicé un poco más sobre los planteamientos alrededor del término y algo de ello quisiera compartir esta vez.
Efectivamente, como mi colega lo expresó, el error histórico radica en haber construido sociedades con Estados que desde las distintas instituciones sociales han gobernado los pueblos del mundo a partir de la mirada de los hombres, quienes como patriarcas han decidido sobre el destino de la tierra, del universo, de los pueblos y de las mujeres. Hoy los resultados que nos han dejado esas formas de gobernar son palpables: las guerras, las violencias, la acumulación de riqueza versus pobreza y extrema pobreza, el daño al medio ambiente, la explotación de la tierra, la violencia contra las mujeres, la impunidad y la corrupción; por mencionar las que nos son más cercanas en nuestra querida y dolida Guatemala.
La idea, el postulado, la propuesta de “Matria” surge del feminismo y de los pueblos originarios de cada rincón de la tierra cuando plantean el concepto “madre tierra” y cuando se cuestiona a esa patria que representa a unos pocos: la patria del criollo, como lo planteó el historiador guatemalteco, Severo Martínez Peláez.
Victoria Sendón, en su libro “Matria: el horizonte de lo posible” (2006) plantea “lo posible creativo” como la decisión política de actuar sobre nuestras realidades para transformar las injusticias, para dar lugar a una nueva forma de vida socioeconómica y política. Victoria insiste que no se puede esperar a que las condiciones cambien sino que es preciso hacerlas cambiar y ahí es donde coloca la fuerza de eso posible creativo que está en nuestras manos. Este planteamiento viene abordándose desde varias décadas atrás, un ejemplo latinoamericano es Bolivia y su planteamiento del “buen vivir”. En Guatemala tenemos la demanda de un Estado Plurinacional que junto con el movimiento de mujeres y feminista plantea la inclusión y respeto de las formas de organización sociopolítica de los pueblos, el fin del patriarcado y la posibilidad de dar vida a propuestas económicas alternativas a las políticas neoliberales que traen muerte para los pueblos y para el planeta. Estos paradigmas serían lo que Vandana Shiva, filósofa india, denomina Democracia de la Tierra:
“Está naciendo otro futuro humano: un futuro basado en la inclusión, no en la exclusión; en la no violencia, no en la violencia; en la recuperación de los ejidos, no en su cercamiento; en compartir libremente los recursos de la Tierra, no en monopolizarlos y privatizarlos. Lejos de ser confeccionado por mentes cerradas y a puerta cerrada, como fue el ultraconservador Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, este otro proyecto del pueblo se está desarrollando en una atmósfera de diálogo y diversidad, de pluralismo y colaboración y de participación compartida y solidaridad. Yo llamo a este proyecto Democracia de la Tierra. Basado en nuestra capacidad de auto organización, en nuestra identidad con la Tierra y en nuestra multiplicidad y diversidad, el éxito de la Democracia de la Tierra concierne al destino y al bienestar no sólo de todos los humanos, sino también al de todos los seres sobre del planeta” Manifiesto para una Democracia de la Tierra (2005).
En Guatemala estamos en un momento histórico en que tenemos la oportunidad de reconducir el rumbo y encaminarlo a ese horizonte que haga posible una democracia de la tierra, como lo plantean las autoras citadas, pero he aquí un alto riesgo: que entre pactos excluyentes, patriarcales, de élites y de corruptos se nos quiera seguir imponiendo un modelo de patria y de país que no nos representa, no nos protege y no nos cuida.
Matria es entonces un lugar posible de construir, nuestra oportunidad, si y sólo si asumimos consciente y colectivamente que es necesario cambiar las condiciones históricas que han dado origen a las injusticias y a partir de ello empezar a dar los pasos para trabajar en un proyecto común, justo, solidario, respetuoso de nuestra tierra y de todos los seres que la habitamos.