Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Miguel Ángel Sandoval

Si recordamos el legado de la revolución de octubre, lo leído, pues casi ninguno de nosotros vivió esa gesta, el 20 de octubre fue un movimiento democrático, de todos los sectores nacionales, incluido el ejército, en contra de los restos de una dictadura, en pleno periodo de la posguerra mundial y en medio de un discurso de progreso, desarrollo, democracia. Fueron años de muchas transformaciones en el mundo y en nuestro país. Por ello en la memoria sigue el 20 de octubre vivo, como la expresión de una aspiración para un país mejor.

Hoy vivimos un proceso de ribetes históricos. El triunfo en las elecciones del hijo del expresidente Juan José Arévalo, nos remonta, sin mucha dificultad a la gesta de octubre, a las transformaciones que realizo, a la primavera que siempre se tiene presente, pues después de una década de cambios, transformaciones, de vida democrática, entramos en una fase de retroceso, de perdida de los avances, de distorsión de la democracia, luego del derrocamiento de Jacobo Árbenz, y por ello, fuimos a la guerra interna.

Hoy nos encontramos con un hecho fácil de identificar. Los herederos del fracaso de la primavera democrática de Arévalo y Árbenz, tratan por todos los medios de desconocer la amplia victoria electoral del presidente Bernardo Arévalo y de Karin Herrera. Con otros métodos, en otra época, pero con las mismas intenciones. Ahora se pretende burlar la decisión de 2.4 millones de guatemaltecos, que, en las urnas de la manera más democrática posible, dijeron, Bernardo presidente, Karin vicepresidenta.

En dos platos. Un grupo denominado Pacto de Corruptos, se niega a reconocer que fueron derrotados en las urnas, que el hartazgo por el mal gobierno, la corrupción y la impunidad, había llegado a irritar en los más recónditos lugares del país, en los más diversos sectores sociales. Por ello la expresión masiva en las urnas en favor de Bernardo y de Semilla. Y esa victoria tratan de desconocerla por la vía de la judicialización del proceso electoral y con la utilización de organismos de justicia como golpeadores de la democracia y del voto popular.

Ahora son tiempos nuevos. O en todo caso diferentes. No estamos en plena guerra fría como en el año de 1954. Los EEUU no son los enemigos de los cambios democráticos como en el pasado reciente. Y Bernardo Arévalo que reivindica la primavera democrática, tiene el apoyo claro y no disimulado del gobierno de la nación del norte. Hoy sabemos que el enemigo a vencer no es el comunismo, sino la extrema pobreza, el hambre, la mala educación, la falta de salud, la ausencia de infraestructura, la moral pública. Esos son objetivos que se pueden compartir con los EEUU, la Unión Europea, Rusia, China, con quien sea. Se trata de la lucha por la sobrevivencia de los guatemaltecos.

Cuando se hace este planteamiento, es debido a que en el cambio de visión de los EEUU debería de existir la comprensión que sus viejos aliados son los responsables de los males por los cuales el pueblo guatemalteco dijo basta ya, al pacto de corruptos. Y debe entender que el apoyo a Arévalo incluye el señalamiento y la condena, de los viejos aliados, por impresentables, pero, sobre todo, por antidemocráticos, y por querer utilizar la corrupción y la impunidad como una única manera de mantenerse en el poder.

El pueblo guatemalteco está haciendo su parte. Ya votó por el cambio democrático, por las reformas, contra de la corrupción, la impunidad, en contra de los herederos de la intervención-golpe de estado de 1954, y esa victoria electoral en las urnas, la defiende ahora en las calles, caminos, carreteras del país, y en todos los medios, y en donde es posible expresar el rechazo claro, al intento de querer desconocer la victoria electoral del 25 de junio y del 20 de agosto.

Los cambios de época deben ir acompañados de nuevas actitudes y por ello se celebra que ahora, al menos en lo que toca a nuestra región y nuestro país, el comportamiento de los EEUU se acerque a eso que queremos como nuevas relaciones entre países, culturas, estados, niveles de desarrollo y sistemas políticos. Creo que es un buen momento para la democracia, a pesar de los corruptos que pretenden utilizar la letra muerta de la ley y las instituciones vaciadas de sus más altos valores, en instrumentos de la impunidad, la corrupción y las formas encubiertas de golpes de estado “modernos” y dictaduras tropicales de nuevo tipo. Esperamos que prevalezca la lucha por la democracia.

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