Familiares y sobrevivientes de la masacre de San Francisco, del pueblo Chuj, perpetrada por tropas del Ejército de Guatemala, se reunieron para revivir la memoria de las más de 300 personas masacradas; a 376 kilómetros de la ciudad capital, en donde actualmente hay un potrero en la finca “Nueva Escocia”, sobrevivientes recordaron los hechos ocurridos el 17 de julio de 1982, durante el gobierno del general Efraín Ríos Montt.
Por Francisco Simón Francisco
Han pasado cuatro décadas desde que unos 600 soldados del Ejército de Guatemala masacraron a 376 personas de la comunidad maya chuj, que estaban asentadas en la finca San Francisco, en Nentón, Huehuetenango. Por ello, este domingo 17 de julio, sobrevivientes, testigos y familiares de los masacrados de las aldeas de Yalambojoch, Yulaurel y San Miguel se encuentran reunidos en ese lugar, para revivir la memoria de quienes perdieron la vida sin ningún motivo “en manos del ejército asesino de los pobres” con actividades ceremoniales y religiosas.
A la actividad, fueron invitados algunos académicos, representantes de la Iglesia católica y dirigentes de algunas organizaciones locales, entre ellos se destaca la presencia del padre jesuita y antropólogo Ricardo Falla, quien escribió el libro Negreaba de zopilotes… Masacre y sobrevivencia: finca San Francisco, Nentón, Guatemala (1871 a 2010); en el que narra, desde los ojos de sobrevivientes, la masacre del 17 de julio de 1982. Falla ha estudiado y escrito sobre la historia reciente del país y de las masacres cometidas por el Estado en contra la población indígena.
#40Años Familiares y sobrevivientes de la masacre de San Francisco, Nentón, perpetrada por tropas del Ejército de Guatemala, se reunieron para revivir la memoria de las más de 300 personas masacradas.
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Como parte de la conmemoración, quienes estuvieron presentes pusieron flores y velas en el terreno, en donde hace 40 años existió una comunidad maya Chuj, una iglesia, la auxiliatura comunitaria, la casa patronal, una pirámide y un árbol.
Cuando ocurrió el hecho, los soldados iban del municipio de Barillas, llegaron a la finca San Francisco ese día, a eso de las 11 mañana y estaban dispuestos a matar a los hombres, mujeres, personas mayores y niñez que habitaba el lugar, ya que durante el recorrido que hicieron desde Barillas no encontraron a ningún campamento del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), que era lo que en teoría buscaban.
Mientras tanto, un capitán al mando y cuatro suboficiales, que eran transportados en un helicóptero, al llegar a la comunidad comenzaron a dar las órdenes. Según los relatos de Pedro Lucas Jorge, un anciano de la aldea Yalambojoch, “los soldados pasaron de casa en casa avisando a las personas para que asistieran a una reunión en el centro de la comunidad, sin saber lo que ocurriría. A los hombres y ancianos los encerraron en el juzgado auxiliar, luego los mataron fusilados; a los menores de edad y las mujeres los metieron en la Iglesia católica y vivos los quemaron”, recordó.
“Ese día, algunas mujeres que intentaron huir, pero fueron alcanzadas por 30 soldados, a las que violaron, luego las fusilaron y otras fueron degolladas”, agregó Pedro.
Por su parte, Per Andersen, un sueco danés que vive en Yalambojoch desde 1995, dijo que el Ejército no atacó a la guerrilla sino a la gente civil. Según el testimonio de algunos sobrevivientes, las personas masacradas eran inocentes, porque desconocían el escenario de movilización guerrillera que luchaba por cambios en favor de los pobres e indígenas y en contra de la apropiación ilegal de las tierras por militares del Estado.
“Esa tarde negreaba de zopilotes el árbol que aún se ubica frente al templo maya donde ocurrió el crimen”, describió el antropólogo padre Ricardo Falla.
Para el padre Falla, a pesar del número tan elevado de los fallecidos reportados, solo 30 osamentas se lograron identificar; tres lograron sobrevivir de esa masacre.
“Es un enigma que no se logra comprender, cómo es posible que mataron a más de 300 personas y encontraron solo 30 osamentas, aquí lo que falló fue la técnica de los antropólogos forenses, al no entrevistar de manera adecuada a los testigos y sobrevivientes”, cuestionó Falla.
La finca San Francisco donde ocurrió el hecho, era propiedad del coronel retirado del ejército, Víctor Manuel Bolaños. El terreno cuenta con una extensión de 29 caballerías y está dividida en tres partes.
En 1991, el coronel Bolaños falleció y su heredera, Gloria Bolaños Lavarreda, se la vendió a Mariano Castillo, dueño de varias fincas en Huehuetenango. Posteriormente Castillo la vendió en tres partes: la primera la vendió a una asociación para crear la aldea “La Bendición de Dios”, también asentada en Nentón; la segunda parte, se la compró el finquero Elton Villatoro, en esta se ubica el centro del lugar donde ocurrió la masacre. “Pero para borrar en el imaginario social el crimen que cometieron los soldados, Villatoro decidió cambiar el nombre de la finca por Nueva Escocia”, aseguró Per Andersen.
Y la última parte, que es la finca matriz de cinco caballerías, la adquirió Per Andersen a través de una organización sueca en 1998 por 560,000 quetzales. Esta última parte es administrada por un comité agroforestal de Yalambojoch. El área es reforestada con ciprés, cuenta con dos nacimientos de agua, entre estos el río Salchilá.