Por Prensa Comunitaria
En esta hora de reclamos populares llenos de dignidad, una Guatemala distinta es posible, expresa Vida Religiosa Itinerante de Guatemala (Religiosas y Religiosos conglomerados). Publicaron hoy un pronunciamiento titulado: “Caminemos con el Pueblo de Guatemala”, en el que patentizan su posición en cuanto a los recientes acontecimientos que marcan la historia de Guatemala.
Este pueblo mayoritariamente indígena, es la mayor riqueza de toda la historia de Guatemala. Estamos a su lado, indican, al referirse a la cercanía de los 200 años de independencia. Han sido años llenos de bloqueos, el bloqueo de su historia y el de su palabra, el bloqueo de sus aspiraciones y los grandes sueños de libertad, el bloqueo de sus caminos y sus tradiciones, en definitiva, el bloqueo de su esperanza.
“Estos bloqueos llegan hasta nosotros en el grito de las mujeres humilladas a lo largo del conflicto armado interno, pero también antes y después”.
En esta hora, la hora de la desgracia de la enfermedad del COVID-19, en esta hora de reclamos populares llenos de dignidad, queremos hacer un llamado a todos nuestros hermanos, a todos los católicos de las distintas parroquias y comunidades de cada una de las Diócesis del país, a nuestros hermanos evangélicos y de otras denominaciones religiosas, a compartir la fe en un Dios de vida.
“Una Guatemala distinta, es posible, y el pueblo de Guatemala está dispuesto a llevarla a cabo. La bondad de nuestros pueblos nos habla de una fe, esperanza y caridad, que no defraudan”.
Lea el comunicado completo:
Por Vida Religiosa Itinerante de Guatemala (Religiosas y Religiosos conglomerados)
Guatemala agosto 2021
El Espíritu del Señor Jesús nos habla desde la vida del corazón de los pueblos, y el alma de los pueblos de Guatemala, en su diversidad, nos está confiando su palabra. Queremos manifestar que acogemos con sencillez, pero también con decisión la palabra, las voces y los gritos de los diversos sectores del pueblo de Guatemala. Quisiéramos tener un corazón tan grande como el suyo para poder dar la respuesta adecuada a sus necesidades y reivindicaciones; como como Vida Religiosa Itinerante de Guatemala, queremos manifestarles que estamos a su lado, diariamente pedimos al Señor de la vida el don de permanecer fieles al proyecto del Reino de Dios, de estar juntos a los lamentos de los más humildes y descartados.
Siempre que hacemos oración, pedimos por la paz del mundo, y recurrimos constantemente al mensaje de Jesús, que en su Evangelio nos muestra el camino que debemos seguir. Sin Jesús, no podemos hacer nada.
Sentimos también la fortaleza de la palabra del Papa Francisco; este viernes trece de agosto, durante el Congreso virtual de la Vida Religiosa en América latina, organizado por la CLAR, el Papa Francisco nuevamente hace un llamado a todas las religiosas y religiosos del continente a vivir nuestra misión profética en medio del Santo Pueblo Fiel de Dios. Ha sido muy consolador escuchar su palabra diáfana con el cariño de un verdadero padre, con la preocupación de una madre, animando nuestra misión y pidiendo que no miremos tanto hacia el pasado, pues la siembra del Evangelio es una tarea siempre actual, asumiendo un estilo cercano a la vida de los pueblos entre los que vivimos. Es una gracia poder hacer nuestro todo el Magisterio del Papa Francisco, desde la Gran exhortación Evangelii Gaudium, pasando por la Encíclica Laudato Si”, la exhortación Querida Amazonia, y tantos mensajes llenos de frescura eclesial y, más recientemente la maravillosa Encíclica Fratelli Tutti. En el mensaje de hoy nos pedía que vivamos los acontecimientos de la vida de los pueblos con alegría, que, a pesar de las dificultades, no nos falte el humor para sembrar esperanza en nuestra misión. Sabemos que en otros muchos mensajes nos ha mencionado esa trilogía de propuestas para acompañar fraternalmente el desarrollo integral de los pueblos, para quienes, quiere, se haga realidad la tierra, el techo y el trabajo.
Los recientes acontecimiento que están marcando la historia del pueblo guatemalteco, a un mes de los llamados 200 años de la independencia de Centroamérica, nos están mostrando la realidad de un pueblo que ha llegado a su mayoría de edad, este pueblo mayoritariamente indígena, es la mayor riqueza de toda la historia de Guatemala. Estamos a su lado. No han sido doscientos años fáciles, tal vez una historia para el olvido. Años de BLOQUEOS, el bloqueo de su historia y el de su palabra, el bloqueo de sus aspiraciones y los grandes sueños de libertad, el bloqueo de sus caminos y sus tradiciones, en definitiva, el bloqueo de sus esperanzas. Estos bloqueos llegan hasta nosotros en el grito de las mujeres humilladas a lo largo del conflicto armado interno, pero también antes y después; el bloqueo de las aspiraciones a las que aspiraban nuestros hermanos mártires; ¡qué alegría ha sido para nosotros la beatificación de los Mártires de Quiche! Pero hay más bloqueos: el grito de niños desnutridos, el grito de los migrantes sin esperanzas o que mueren por el camino buscando el sueño norteamericano, el grito de los jóvenes que no ven futuro a sus energías y creatividades, el grito del olvido de las ofertas educativas y de salud en el área rural y en muchos lugares de las ciudades, el grito de los enfermos de la Covid-19 y de otras muchas enfermedades sangrantes, que no encuentran sitio ni en la salud publica ni en la privada; es muy triste ver a nuestros hermanos enfermos tirados en los pasillos de los hospitales; nos solidarizamos con el personal sanitario, enfermeras y médicos, y todo el personal de servicio, que llega al sacrificio también de bomberos y tantas personas que han entregado días largos y horas amargas infinitas, pero a fin de cuentas, sirviendo a sus hermanos.
El pueblo de Guatemala reclama justicia y equidad en las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales; pero la equidad, como dice el Papa Francisco, no se mide por la eficacia del beneficio del beneficio individual ni sectores de la gran banca o el poder económico, sino por la fortaleza del mejoramiento de relaciones humanas más fraternas esto es equidad, sin ella, no se puede hablar de justicia, ni de libertad, ni del bien común, ni de la supremacía de la ley constitucional
Es grande el Pueblo de Guatemala que camina por veredas de tierra y lodo, es grande el pueblo de Guatemala que nos ofrece su palabra en medio de las protestas; este pueblo quiere ir más allá de una fecha que coincide o no con los 200 años, no coincide con su vida y menos con su historia. Acogemos su palabra en nuestro corazón como miembros de la Vida Religiosa en Guatemala, y queremos trasladarla a quienes pueden dar una voz valida en justicia y verdad, nuestros Pastores y Obispos, que bien sabemos que su corazón no es ajeno a todas estas aspiraciones.
Cuando el pueblo de Guatemala empezó a salir de los años oscuros de las dictaduras fratricidas de los años setenta y ochenta, el pueblo pensó en un futuro mejor; se pudo firmar la paz duradera; sin embargo, durante este tiempo fue víctima monseñor Juan Gerardi, que se atrevió a romper el silencio del terror sembrado en tantos corazones; este fue un grande bloqueo para toda la Iglesia, no lo olvidamos, como tampoco olvidamos a nuestros mártires; bloqueo de los presidentes que uno tras otro fueron aniquilando las aspiraciones de paz que brotaban de los Acuerdos de Paz; bloqueos constante al dialogo, porque los presidentes que han pasado por el puesto tan importante de ser el primer magistrado de la nación, han prestado oídos sordos, han desconocido o reprimido los gritos de justicia que brotan con gran dignidad del corazón del pueblo.
Estamos convencidos y creemos que el Dios de Jesús, es el Dios de los pobres, y pedimos la gracia de ser fieles a este convencimiento de fe en nuestra misión de anunciar el Reino de Dios, Reino de paz y justicia, reino de vida y verdad, reino de amor y de gracia. Somos trabajadores del Evangelio, su anuncio es nuestra gran misión.
En esa hora, la hora de la desgracia de la enfermedad de la Covid-19, en esta hora de reclamos populares llenos de dignidad, queremos hacer un llamado a todos nuestros hermanos, a todos los católicos de las distintas parroquias y comunidades de cada una de las Dieciséis del país, a nuestros hermanos evangélicos y de otras denominaciones religiosas, a compartir de la fe en u n Dios de Vida, al que nos dirigimos como a Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, para que nos ayude a discernir los caminos inéditos que han de venir para Guatemala. Toda crisis puede ser un parto doloroso, pero estamos seguros de que Dios quiere hacer nuevas todas las cosas, y el pueblo anhela cambios desde su raíz, en el ámbito ejecutivo, legislativo y judicial. Animamos al pueblo a seguir en la lucha, es la hora de los cambios.
Que nuestra Madre de la Asunción, patrona de Guatemala, nos acompañe en este camino de esperanza para asumir los cambios que puedan venir, con animo siempre renovado. Una Guatemala distinta, es posible, y el pueblo de Guatemala esta dispuesto a llevarla a cabo. La bondad de nuestros pueblos nos habla de una fe, esperanza y caridad, que no defraudan. El Señor es el camino, la verdad y la Vida.
Publico en La Hora.