Créditos: Mario Godínez
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La conmemoración de los 79 años de la Revolución del 20 de octubre de 1944 coincide con la movilización ciudadana que rechaza la instalación de una dictadura en Guatemala. Los pueblos indígenas y sus autoridades colocaron un nuevo escenario de protestas contra el golpe de Estado, de las plazas a las tomas de las carreteras en todo el país.

Por Rony Ríos

El hartazgo y la reivindicación de la lucha de clases se manifestó en diversas marchas en el centro de la ciudad capital y otras ciudades en la provincia. Los sindicatos, las autoridades indígenas, sectores sociales y ciudadanos con iniciativa propia se volcaron para recordar los logros conseguidos hace 79 años y evidenciar las falencias que el Estado sigue presentando.

El presidente electo Bernardo Arévalo evocó recuerdos del triunfo de la democracia al irrumpir en la marcha de conmemoración de la revolución del 20 de octubre de 1944en el Centro Cívico de la ciudad capital, con la cual su padre, Juan José Arévalo Bermejo, tomó las riendas del país. Tras la caída del dictador Jorge Ubico Castañeda.

Arévalo, arropado por manifestantes de la capital, de comunidades y ciudades de los otros departamentos y de autoridades indígenas, recordó el poder que ostenta el pueblo al señalar que “hoy, ante una tiranía de corruptos, estamos frente a una nueva primavera de prosperidad”.

“La revolución de 1944 la llevaron adelante los estudiantes, los trabajadores y los militares. Nuestra primavera, la revolución de nuestras generaciones la empujaremos juntos los pueblos indígenas y sus autoridades ancestrales, los trabajadores urbanos y rurales que con su esfuerzo alimentan la producción de toda una nación, los profesionales, los estudiantes y todas aquellas personas que ansían la oportunidad de aplicar sus talentos, su energía y su creatividad en el país”, dijo Arévalo.

El fenómeno de convergencia entre ladinos e indígenas es por primera vez que se presenta en este tipo de marchas, según analistas, es producto del hartazgo, del malestar generalizado y la sensación de opresión que viven los pueblos en Guatemala.

La antropóloga maya-k’iche’, Irma Alicia Velásquez Nimatuj, indicó que “el Estado criollo de élite ya dio lo que tenía que dar. La población está, con esta marcha, mostrando el resquebrajamiento del Estado que ha oprimido a los pueblos indígena bajo una perspectiva de raza, clase y género y a los trabajadores urbanos, muchos de ellos empobrecidos”.

“Este momento histórico hace que confluyan los sectores en donde también hay participación de mujeres indígenas, quienes son las que están en el último escalón de la estructura social guatemalteca y a pesar de ello ellas están como autoridad comunitaria, autoridad indígena, como lideresas, madres y activistas que levantan su voz y marchan a la par de sus pueblos y ahora, con los sectores urbanos”, enfatizó Velásquez Nimatuj.

Mientras que, la alcaldesa indígena de Palín, Escuintla, Alida Vicente, señaló que tras 22 días de resistencia se ha logrado “la articulación de los pueblos y no solamente de los pueblos indígenas si no también del mestizo, Maya, Xinka y Garífuna. No solo la gente del interior, hemos articulado la fuerza, la voz y la exigencia de respeto al pueblo”.

En tanto el miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) y antiguo directivo nacional del Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), Miguel Ángel Albizures, consideró que la situación se complicó tanto en el país que hizo que cobrar fuerza a “la unidad entre urbanos y campesinos indígenas, esto a raíz de la actitud de la fiscal general, quien tiene un rechazo generalizado del pueblo”.

“El pueblo habló y dijo no es solo por el 20 de octubre, si no sigue siendo por el rechazo a la fiscal Consuelo Porras. El pueblo toma conciencia de los problemas que aquejan al país y se repite una acción unificada en contra de lo que sucede”, enfatizó Albizures.

Vicente, por su parte, mandó un mensaje al gobierno, indicando que “esta no es su finca y aquí el pueblo acudió a las urnas y tomó una decisión. Estamos exigiendo el respeto a la Constitución, a la voluntad del pueblo de Guatemala, pero hay gente que está diciendo para qué tanto paro, por gusto. A esos traidores del pueblo solo les decimos fuera”.

Discurso de Arévalo en la marcha del 20 de octubre de 2023. Foto Prensa Comunitaria

Las comunidades hacia el centro

El mismo 20 de octubre, vimos un ejemplo de la dinámica que han asumido los pueblos originarios de todo el país. Se organizan desde la base, desde la comunidad y salen en delegaciones rumbo a la sede central del Ministerio Público, para representar a sus regiones o territorios y mostrar su indignación frente al golpe de Estado que se encuentra en curso y para exigir la renuncia de la fiscal general Consuelo Porras Argueta.

Miles de pobladores de las comunidades Kaqchikel del occidente de San Juan Sacatepéquez recorrieron la séptima avenida de la zona 4 para unirse al plantón, que desde el 2 de octubre lideran las autoridades ancestrales, frente a la sede central del Ministerio Público (MP) en el Barrio Gerona, zona 1.

Un grupo de cientos de personas provenientes de Chinautla, San José Nacahuil y Chuarrancho, representando a los pueblos Kaqchikel y Poqomam avanzaron sobre la Calle Martí, en la zona 2, para unirse a la manifestación frente al Palacio Nacional de la Cultura.

Desde Sacatepéquez un grupo una caravana salió de Sumpango, pasó por San Lucas, se unió a la Plaza Central y posteriormente acuerpó el plantón en el MP, mientras que, San Juan Comalapa envió una comitiva para preparar alimentos y entrega de víveres para los manifestantes en la ciudad.

Autoridades Poqomam en el Parque Central durante la marcha del 20 de octubre. Foto Mario Godínez

Un gobierno que debe escuchar

Velásquez Nimatuj recordó que entre 1524 y 1944 los indígenas no tuvieron un salario y aunque este sector no participó en la revolución del 20 de octubre adquirió el beneficio de contar con un salario.

“Hoy, 79 años después, por primera vez los pueblos indígenas son los actores, las voces que están al frente”, dijo la antropóloga.

Además, Velásquez Nimatuj indicó que los pueblos indígenas se unen a una marcha que no ha sido indígena porque piensan que esta nación ya no da y que el mundo es testigo del fracaso del estado ladino de élite, que es técnicamente incapaz y que ha sido tomado por el crimen organizado.

Ante este panorama la antropóloga considera que al nuevo gobierno y a todos los sectores les tocará un trabajo muy fuerte en el que deberán escuchar.

“No podemos tener una única postura, hay que escuchar la voz de los sectores y los pueblos. Se les acusa de obtener apoyos internacionales, pero no hay ninguna cooperación que soporte tantos días para sostener estas luchas. Estas se sostienen desde abajo o fracasan a los dos días. Desde el 2 de octubre llevamos 18 días de resistencia, el pueblo resiste con dignidad”, aseguró Velásquez Nimatuj.

“Se debe escuchar, preparar una guía de trabajo para repensar otra Guatemala. Los pueblos no lo hacen para respaldar a Semilla o a una persona, lo hacen porque están agotados de vivir en un sistema que no funciona”, sentenció.

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