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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

Los últimos años y de manera concentrada en el proceso electoral, la disyuntiva de “democracia o barbarie” se ha puesto de manifiesto. Y ello lo observamos con la exclusión de las candidaturas de Carlos Pineda, Roberto Arzú, Telma Cabrera, Aldo Dávila, Juan Francisco Solorzano Foppa, entre otros. Pero también lo vemos en el uso de recursos públicos para la campaña, en la coacción de alcaldes, en la cooptación de instituciones electorales. No es algo nuevo, pero quizás ahora, ha sido más violento que en otros procesos, como en el anterior donde fue excluida Telma Aldana, para mencionar un ejemplo.

Sin embargo, a pesar de todo lo que sabemos, hay la posibilidad, la ventanita, pequeña si se quiere, de crear condiciones para impulsar la lucha democrática con otras posibilidades. O acaso, para impedir que el deterioro democrático llega a expresiones más violentas y represivas. Esto es lo que se juega en el actual pó9ceso, antes que pequeñas disputas en donde saber quién es más de izquierda que el otro es un oficio estéril. Ya escribí en otros artículos que no existe un izquierdómetro, y que la política no es ejercicio para el sindicato de ángeles.

Es por todos reconocido que las instituciones democráticas están disminuidas, que la intolerancia crece a ojos vista, que el riesgo mayor es de un lado, el continuismo oficialista, y de otro, el proyecto de los herederos del genocidio. Sobre ello parece que no hay muchas dudas. Hablo de los temas políticos o institucionales. No hago referencia a los temas de orden social o económico. Eso no está en juego en este proceso electoral. Hay que saber distinguir las coyunturas.

Las dudas aparecen cuando se profundiza en el análisis. A título de ejemplo, en las posibles opciones de segunda vuelta, el continuismo grita a todo pulmón que aplicará la pena de muerte y otras políticas represivas. Los herederos del genocidio hacen su parte y ofrecen pena de muerte y un estado represivo. No lo digo yo, son sus representantes en los foros que con atención he observado.  Mientras tanto, las otras dos opciones de ir a segunda vuelta rechazan con claridad la pena de muerte, las políticas represivas y plantean la recuperación democrática como parte de los objetivos a alcanzar en sus posibles gobiernos.

Solo con lo señalado parecería que el centro del problema está planteado. Hay dos visiones y dos maneras de enfrentar el futuro inmediato. Ello se traduce en la disminución de la democracia o en las condiciones que permitan luchar por el rescate democrático. No se está planteando la solución a la crisis democrática del país, solo se plantea la posibilidad de tener mejores condiciones para que la lucha democrática tenga una oportunidad. De eso se trata el tema.

Con un pequeño aviso en lb, he visto desacuerdos, incluso señalamientos. Es normal. A si se ha desarrollado el “debate” político en nuestro país. Que Villacorta sea algo reciclado, no es un tema que cuente mayor cosa en las opciones electorales. De la misma manera, que Mulet pueda ser caracterizado como de derecha. En el primer caso se puede decir que el reciclaje de parte de la UNE fue del sector más progresista de esa corriente. Mientras que Mulet como candidato de derecha como el mismo se define, solo es parte del menú electoral que hoy tenemos. No es el que quisiéramos.  Es el menú real.

En otro orden de ideas, es correcto que se señale que fui candidato de las dos opciones consideradas de izquierda, que, a pesar de la derrota en mi caso, y las otras que vinieron, no hizo el menor esfuerzo de renovación, rectificación, y los resultados los vemos ahora. Las dos opciones juntas o separadas, en verdad más separadas que juntas, no tienen opciones reales, salvo acaso de sobrevivir como proyectos de futuro, pero no de incidir de manera real en la disyuntiva real que como país tenemos.

A título de ejemplo, los dos partidos coaligados, no fueron capaces de unificar candidaturas en la metropolitana, van cada quien, por su lado, en Sololá, o Quetzaltenango, separados, así, hasta el cansancio, con lo cual se vaticinan derrotas anunciadas. Y eso es abusar de la confianza del electorado. Lo poco de unidad que dicen tener, la practica lo borra en los hechos. Es por ello que opté por ser pragmático, y hoy eso pasa por las opciones de Villacorta y aun de Mulet. Este es el sentido profundo de la idea publicada de no desperdiciar el voto.

Muy consciente de lo que eso representa o lo que significa, pero las posibilidades de estas candidaturas no pueden ser disminuidas por actos de fe o por el uso de consignas o en apelar al voto nulo que ya sabemos no resuelve ni uno solo de los problemas que como país tenemos, salvo el de aliviar las conciencias por gusto, pues es algo en verdad utópico de conseguir, pero que sabemos que en un proceso electoral con la disyuntiva que sabemos, no tienen lugar.

Ahora bien, si tenemos que la disyuntiva es de Democracia o Barbarie, pues parecería que la barbarie está garantizada con el oficialismo continuista y con los herederos del genocidio. Con los otros dos candidatos no hay garantía de nada, salvo de que existirían condiciones más adecuadas para el impulso de la lucha democrática en los diferentes terrenos.  Ese es el desafío.

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