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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 22 minutos

 

En este rincón del mundo, el puño de hierro del cacique de Joyabaj, Quiché, Florencio Carrazcosa se ciñe sobre las condiciones de vida de la gente y la expulsa para generar más ingresos por remesas. Quienes aquí nacen muy pronto se dan cuenta que deben migrar si aspiran a tener algo en la vida y Estados Unidos ha sido la cima que han escalado, aunque no todos logran llegar.

Por Paolina Albani

La mañana del 16 de mayo, una comitiva de 6-8 personas de nacionalidad estadounidense, se alojó en uno de los mejores hoteles de Joyabaj, Quiche, al noreste de Guatemala. Estaban ahí como parte del Club Rotario de EE.UU. de Milwaukee y se reunirían con el alcalde de Joyabaj, el narcocacique Florencio Carrazcosa, para enterarse del avance de los proyectos que han pagado para que la comunidad tenga “desarrollo”.

Carrazcosa, quien fue incluido por casos de corrupción en la Lista Engels, apareció en compañía de un ingeniero de la muni, se sentó a desayunar con los visitantes y a responder sus preguntas. Cuando el tema migrante surgió, dijo con toda tranquilidad que no era su responsabilidad generar trabajo localmente, pero aceptó que el crecimiento económico de su municipio ha sido gracias a las remesas.

Los rotarios, quienes no cuestionaron su permanencia en el poder pues lo han reconocido como un “socio clave y confiable”, no parecieron interesados en saber a cuánta gente estaban beneficiando con los proyectos ni cuestionaron sus respuestas. Antes de que la comida acabara, el alcalde que planea relanzarse en estas elecciones por quinta ocasión les pidió que continuaran colaborando con Joyabaj porque “lo necesitan mucho”, les agradeció su ayuda y les llamó “ángeles” por sus buenas obras.

Casi al mismo tiempo en que esa reunión ocurría, a 15 minutos de distancia, en el vecino municipio de Zacualpa, un grupo de jóvenes se reunió en las oficinas de atención de migrantes de un grupo religioso, para contar cómo en la región “no hay nada” para ellos y cómo estas condiciones los siguen expulsando de sus comunidades.

Joyabaj no es el mismo lugar que era hace 15 años, con sus incipientes negocios y comercios y casas de concreto muy al estilo de las remesas migrantes. Este municipio con cuerpo de ciudad y alma de un pequeño pueblo alejado de todo, desde hace dos décadas que es controlado por Carrazcosa, un migrante, quien ha creado nexos con el crimen organizado, el narco, y con la élite político-económica y militar para, una vez más, perpetuarse en el poder.

Para quien visita Joyabaj por primera vez, la advertencia es necesaria: este es un punto de escape hacia el Norte que se ha agudizado desde la instalación de la narcodictadura y todo apunta a que seguirá igual en los próximos cuatro años.

Joyabaj 101: el génesis de Carrazcosa

Muni de Joyabaj. Foto: Juan Rosales.

Contar la historia de Joyabaj es contar la historia de cómo la corrupción, la narcodictadura política y el abandono de la gente ha llevado al municipio a ser uno de los grandes expulsores de migrantes hacia Estados Unidos.

Contar la historia reciente de Joyabaj también significa contar la historia de su más importante cacique: Florencio Carrazcosa Gámez.

“La historia reciente de Joyabaj es la historia de la corrupción desde el cacicazgo, pero también es la historia de los migrantes sufridos”, advirtió Anastasia Mejía, periodista comunitaria maya-quiché de radio y televisión, quien ha sido criminalizada y agredida por Carrazcosa por oponerse a sus malo manejos en la muni.

El génesis de Carrazcosa como única figura de poder y cacique en el municipio comienza en su regreso al país como migrante. Vivió cinco años en Providence, en Rhode Island, donde existe una comunidad de joyabatecos migrantes.

A decir de Mejía, fue con ayuda de Mario Rivera, caudillo en el Quiché, quien ha sido diputado y quien, en 2018, fue capturado por lavado de dinero; que logró consolidarse en la muni por varios períodos.

Su carrera política inició como un chispazo, en el sentido que no le tomó demasiado tiempo ocupar un puesto dentro de la corporación municipal en 1999 y hacerse con el favor de los demás integrantes.

Una vez adentro se encargó de poner a los concejales en contra del entonces alcalde, Horacio Gil. Con este recién ganado poder como concejal primero, se dio una de las manifestaciones más violentas en el municipio, encabezada por mujeres a favor de Carrazcosa, quienes se abalanzaron contra el alcalde Gil y le provocaron graves heridas que lo enviaron al hospital.

El alcalde Gil sobrevivió por unos años antes de que fuera diagnosticado de cáncer como consecuencia de los golpes, contó Mejía, pero su delicado estado de salud permitió que Carrazcosa se le aventajara en las elecciones de 2003.  Ese fue el año en el que a través del voto popular, ocupó la silla edil por primera vez. Una silla de la que no se ha levantado en 20 años.

Algo que ha caracterizado a Carrazcosa han sido los saltos de partido a partido en cada elección para mantenerse vigente con ayuda de las agrupaciones de mayor peso.

Por ejemplo, en 2003 y 2007 se postuló con el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), un partido conservador que dio cabida a caudillos militares y otros actores oscuros que tenían una fuerte vinculación con el exdictador José Efraín Ríos Montt, quien logró llegar al Congreso.

En 2015, se cambió de partido a Libertad Democrática Renovada (Líder), cuyo mayor representante, Manuel Baldizón, fue sentenciado en Estados Unidos por lavado de dinero en 2019.

En 2019, se postuló junto a uno de los partidos más longevos, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y, en 2023, aunque ya había anunciado que se lanzaría con el partido Cabal, poco después se vio su nombre en las vallas publicitarias del partido Valor, que pertenece a Zury Ríos, hija del exdictador Ríos Montt.

Lea más detalles acá:

El mito de Ríos Montt y el fantasma de la derrota que acecha a Zury Ríos

Durante el tiempo en el que Carrazcosa ha ocupado la alcaldía, Joyabaj ha cambiado, aunque solo de manera superficial. Hace unos 18 años, era un municipio con incipiente infraestructura, pero detrás de la modernidad en la que empezaba a adentrarse, aún conservaba la sensación de ser un pequeño pueblo fantasma.

En este pedazo del mundo siguen vigentes la pobreza, el racismo y la exclusión. La gente que nace en Joyabaj muy pronto se da cuenta de que debe migrar si quiere aspirar a tener algo en la vida. Estados Unidos es la cima que escalan, aunque no todos logran quedarse.

Foto: Paolina Albani.

Joyabaj ocupa el puesto 331 de 340 municipios en el índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2018, cuando se hizo la última medición, con 0.515 puntos. Es decir, ha tenido un crecimiento de 0.123 o bien, un 76% respecto al año 2002 cuando registraba 0.392 puntos, según datos del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), que toman en cuenta factores como esperanza de vida al nacer, años esperados de escolaridad, años promedio de escolaridad y el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita.

Públicamente, Carrazcosa se ha promocionado como una figura a favor de mejorar las condiciones del municipio y de la defensa de los derechos humanos, pero durante el tiempo que ha ocupado la silla edil, vecinos y autoridades ancestrales de Joyabaj han persistido en denunciar lo contrario.  Para ellos, en este municipio, los únicos que han podido probar la miel del desarrollo han sido las personas afines al alcalde.

El Club Rotario ha apoyado a la muni de Joyabaj y a Carrazcosa desde antes de 2014. Ese año, el club dio USD$40 mil para la construcción de una red de agua potable, pero también dieron dinero para la construcción del colegio de primaria en Chitom. Es ahí cuando Carrazcosa sugirió la construcción de una escuela secundaria. Para ello, los rotarios prometieron incrementar las donaciones en USD$15 mil.

En 2022, el Club convocó a los miembros de Milwaukee a llegar las tierras altas de Guatemala para “visitar proyectos de infraestructura pasados, actuales y futuros patrocinados por Rotary”. Algo que han seguido haciendo año con año.

Carrazcosa contra Anastasia Mejía 

Anastasia Mejía, periodista comunitaria, ha sido criminalizada por Carrazcosa. Foto: Juan Rosales.

 ¿Cómo describiría Joyabaj para quien no conoce el territorio? 

Anastasia Mejía: “El municipio más cruel, un municipio donde no nos dejan ser quienes somos. Nos callan, nos privan de todo, cooptado desde hace más de 20 años. Desarrollo no hay porque el dinero no llega a las comunidades, no llega ni un centavo. Hay comunidades esperando proyectos y nunca les llega. Cuenta con una mina de oro que se llama empresa municipal. Carrazcosa, él es el primer responsable, el más cruel. Por más investigaciones y señalamientos tiene comprado al Ministerio Público (MP), a todas las instancias de gobierno que circulan a su alrededor. Aunque la gente se queje”.

Su gobierno ha sido uno que ha instaurado un ambiente de terror. Nadie o casi nadie se había atrevido a enfrentarlo, hasta que llegó Anastasia Mejía a la municipalidad y ejerció como la principal opositora de este alcalde.

Mejía, además, fue la única concejal mujer en el período pasado, dentro de la corporación municipal de Joyabaj. Esas dos características le costaron las agresiones y abusos de Carrazcosa. Mejía lo denunció por violencia contra la mujer, en 2018.

“Presenté los golpes que me daba, el maltrato psicológico. Me sentí bien de ser concejal, pero no lograba dormir, siempre andaba con preocupaciones. No podía dormir por más que visitaba médicos. Cuando el MP me mandó a evaluar salió positivo el daño psicológico. Cuando terminó mi período como concejal dejé la muni”, contó.

Carrazcosa fue denunciado ante el MP por Mejía, por malversación de fondos públicos cuando encontró que varios concejales pasaban por la tesorería recogiendo cheques de alto valor. Esto incrementó la hostilidad contra la concejal y también periodista comunitaria.

“Me causa tristeza y dolor. Nunca fui escuchada. Nadie me apoyó. Intenté que un abogado me diera acompañamiento, pero todo mundo le teme a ese monstruo porque él aquí es la cosa más terrible que hay”, manifestó.

Lo que lo hace tan aterrador, expresó Mejía, es que tiene ojos y brazos en todas las comunidades a través de los presidentes de los concejos de desarrollo.

“En las comunidades los Cocodes manipulan y hasta han violado a mujeres para mantener el poder. A pura amenaza inicié esta lucha contra él. A raíz de todo eso, fabricó el caso que me tocó vivir”.

Sede de Radio Xolabaj, el medio de Anastasia Mejía. Foto: Juan Rosales.

Anastasia Mejía fue acusada de sedición por Carrazcosa en 2020, cuando cubría como periodista una manifestación pacífica frente a la muni, que se tornó, de un momento a otro, en violenta con la llegada de personas ajenas al primer grupo, y que iban determinados a saquear y quemar la alcaldía.

“El propósito de la quema de la muni fue quitar la evidencia de la corrupción, para que no vieran el robo millonario y hacerlo pasar como acción de sus opositores”, advirtió la periodista.

Mejía estuvo detenida cerca de un año. En septiembre de 2021, un juzgado desestimó los cargos. La denuncia de la periodista tampoco fue tomada en serio y, ahora, Carrazcosa apunta a un nuevo período en el poder en alianza con Zury Ríos, quien habría conseguido que la Corte de Constitucionalidad lo protegiera de perder la inmunidad. 

La negación de Carrazcosa sobre su responsabilidad en la migración

Día de mercado en la plaza de Joyabaj. Foto: Paolina Albani.

La mañana en la que el alcalde se reunió con los delegados del Club Rotario de Milwaukee les dijo: “Aunque tengamos 20 años en la municipalidad, generar fuentes de empleo no es nuestra responsabilidad, sino que es una responsabilidad de políticas del Estado”.

Se justificó diciendo que “en Guatemala nunca podremos ofrecer los salarios que ofrece la migración, la economía crece por las remesas”.

Ahí, les dijo a los rotarios que él también ha sido migrante y que estuvo cinco años en Providence, en Rhode Island, uno de los destinos más comunes para la gente de Joyabaj. Lo que impactó a los visitantes.

“En el tiempo que fui migrante, tenía una carrera básica, ganaba Q800 al mes en Pachalum. Tenía que pagar mi comida, cuartito, a mi familia le venía dejando Q200 al mes. Quería comprar una motocicleta, pero no podía. Por eso se da la migración. También se da porque mi vecino se fue a Estados Unidos, compró su carrito, su moto, arregló su casa, compró su terrenito y eso nos contagia”, les dijo.

Remató con “no es mala la migración, mejora las condiciones de las familias que viven acá. Hay más oportunidades”.

Sin embargo, aunque ha negado su responsabilidad, Rebeca Floridalma Larios, autoridad ancestral maya de Xolabaj (Joyabaj), Quiché, ha dicho que muchas personas están migrando a Estados Unidos por la pobreza.

“La gente está en extrema pobreza. No tiene terreno dónde hacer sus ranchos. Acá alquilan un terreno y construyen sus casas con cajas de cartón, nylon y lámina picada. La gente está pidiendo un trabajo.

Arriesgan su vida para ir a Estados Unidos, cruzando fronteras los matan o se mueren de hambre, los secuestran o los coyotes se aprovechan de ellos. Tengo 800 jóvenes y señoritas, de 13-18 años, mujeres que se quedaron solas porque sus maridos ya no regresaron.

Esas madres solteras no tienen dónde trabajar o vivir. No hay una empresa que les de trabajo o alguna ayuda de parte del gobierno. No hay nada”.

El trato con Carrazcosa ha sido casi imposible. Larios ha dicho que Carrazcosa es “muy machista” y no respeta a las autoridades indígenas. Por eso, quieren hacer firmar a los aspirantes a la alcaldía de Joyabaj un acta para que se comprometan a atender a los migrantes.

Personalmente, Larios es partidaria de Sandra Torres. Cree que, si Torres gana podrían cambiar las cosas en el municipio.

Otros integrantes de la alcaldía indígena de Joyabaj se han pronunciado por el comportamiento y el gobierno de Carrazcosa y aseguraron que “tiene al municipio bajo sus pies”. Una forma de control ha sido limitar los días de mercado. Antes se utilizaba la plaza los siete días de la semana y ahora solo dos días permite la venta. Además, denunciaron que vende los puestos en el mercado a altos precios.

La respuesta de Carrazcosa ante la oposición que ha encontrado en la alcaldía indígena ha sido nombrar a otros representantes de los mercados.  “Para muchos no es un alcalde sino un extorsionista”, indicaron.

También dijeron que el poder del alcalde ha servido para cooptar al poder judicial y retrasar las audiencias de casos en los que criminalizó a autoridades ancestrales como Petrona Siy, quien falleció en abril pasado.

El contexto histórico y migratorio de Joyabaj

Joyabaj es un municipio con una historia migratoria amplia, no solo internacional sino nacional. En el pasado, se ha caracterizado por ser un municipio de mozos en la siembra y cosecha de caña. Lo que sí es nuevo es el flujo de movilización internacional, dijo Lizbeth Gramajo Bauer investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias Socio Humanistas (Icesh) de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección de la Universidad Rafael Landívar (URL).

La migración hacia fuera del país inició en las décadas de los 70 y 80, cuando el conflicto armado interno estaba en su fase más cruenta.

Durante la guerra interna, varios municipios mayas ixiles como Nebaj, Cotzal, Chajul, Zacualpa, Chiché y Joyabaj, fueron afectados por “agente del Estado de Guatemala, en el marco de las operaciones contrainsurgentes realizadas entre los años 1981 y 1983, ejecutaron actos de genocidio en contra de grupos del pueblo maya”, de acuerdo a la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH).

Actualmente, hay una desconexión generacional en Guatemala entre las ramificaciones de la guerra y su influencia en la migración. La generación que vivió y sobrevivió las masacres, desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales, entre otras atrocidades, y la generación más joven que percibe estas acciones como lejanas. Esto se debe a la falta de interpretación de que migración es consecuencia de los despojos de tierras, el desplazamiento forzado y la violencia como modo de vida.

Felipe Natareno, exalcalde de Joyabaj, que tuvo que huir hacia la capital durante la guerra interna. Foto: Juan Rosales.

Felipe Natareno, exalcalde de Joyabaj en los 80 por el partido Democracia Cristiana y fundador del único museo de la historia de Joyabaj, compartió detalles de su gobierno y una serie de sucesos que se enmarcan cómo la persecución política y exilio forzado por la guerra, es muy similar a la migración económica.

“Alguien que integraba el Ejército Secreto Anticomunista tenía la misión de comunicar a las personas que estaban señaladas de ser comunistas. Tenía dos años de trabajar en la alcaldía cuando vinieron a matar a un cura. A un concejal lo habían secuestrado y desaparecido. Entonces otra persona a fin a ellos, a los políticos tradicionales, vino a buscarme para asesinarme. Yo tenía 10 o 12 días de haberme ido a la capital”, contó.

Regresó a Joyabaj 15 años después. Cuando volvió todo había cambiado.

“Ahora, la gente es indiferente a la política. Solo un 10% de la gente tiene deseo de que cambien las cosas. Piensan: para qué me voy a meter si ni gano nada, ni cambian las cosas”, refirió. También calculó que antes de 1996 la gente se iba, un 20% de ellos, desplazados hacia México y EE.UU. por motivos de seguridad, pero que, ahora, es por razones de económicas o porque tienen familia allá”.

Esto parece coincidir con lo que algunos jóvenes entrevistados han dicho que si se quedan en Guatemala solo pueden esperar pobreza y falta de oportunidades, ni siquiera un relevo político sería lo suficientemente atractivo como para hacerlos desistir de migrar.

No conectan que esas son consecuencia directas del racismo, discriminación y del sistema desigual que se agravó a causa del conflicto. Y en cuanto al interés en la política, esta es menos frecuente.

En 20 años, de 1999 a 2019, los números de empadronados han pasado de 16 mil 14 a 38 mil 962, un poco más del doble, de acuerdo a cifras del Tribunal Supremo Electoral. Para 2023, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE), Joyabaj cuenta con 43 mil 704 empadronados, 24 mil 508 son mujeres y 19 mil 196 son hombres, con lo que se nota una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones locales y esto puede deberse a que, la migración sigue siendo un área dominada por hombres.

“La migración es parte de las secuelas del conflicto armado. Muchos se fueron porque quedaron huérfanos, murieron sus parejas o ante el miedo e inseguridad por la falta de trabajo, toman decisión de irse o es porque hay persecución. Las armas no están frente a ellos, pero, ahora, luchan contra el desempleo, un municipio olvidado por el Estado, donde no hay oportunidades”, dijo Sor Elsa del Carmen, una de las encargadas de la Oficina de atención a casos de migrante de la Parroquia Espíritu Santo que está en el centro de Zacualpa, que está vinculada con la Pastoral de Movilidad Humana, la Red Jesuita con Migrantes y redes franciscanas con migrantes

“La política no es una garantía de mejorar porque es una venta de votos. Hay amenazas contra la gente si no votan por el partido que está. Hay una corrupción terrible. No hay promoción de proyectos. Solo cuando hay campaña pasan las maquinas por las calles, muy olvidado, muy deteriorado. Lo que Joyabaj es por la remesa del migrante”, señaló.

“Las remesas han mejorado las condiciones de vida de quienes permanecen en Joyabaj y Zacualpa. Si no se esforzaran, se expusieran a jugarse la vida, no sé qué sería de estos pueblos”, reflexionó del Carmen.

Y el programa de atención a migrantes que del Carmen dirige, justamente, ofrece a los jóvenes alternativas de preparación para que cuando migren, puedan conseguir trabajo más rápido.

“Promovemos la educación ya que no es cultural estudiar. La niña nació para procrear y nada más. Entonces, se vio la necesidad de poner este proyecto, en 2001, con ayuda de otra parroquia en Italia. Damos becas. Tenemos 150 becados”.

Muchos aspirantes migrantes terminan el tercero básico y sueñan con irse a Estados Unidos, pero antes deben estar mejor preparados, indicó. “La deserción estudiantil es grande porque antes de los 18 años ya tienen que aportar a la casa”, refirió, y “cómo van a trabajar si no hay oportunidades acá. Por eso, promovemos los cursos de Intecap. Que aprendan algo antes de salir. Si ya saben algo, ganan mejor”, dijo Sor Elsa.

La mayoría de los jóvenes se han inscrito en clases de cocina.

La única opción y es temporal, es migrar en la época de corte hacia las fincas de la Costa Sur. O bien, a la capital para trabajar en car wash o de mecánicos. Para migrar internacionalmente, deben embargar su terreno, en caso de quienes tengan alguna propiedad. Pero muy a menudo, esa deuda es impagable si los retornan, y el banco les quita lo poco que tienen.

La migración de Joyabaj es principalmente, en destino hacia Estados Unidos, y con motivos de subsistencia. Es el primer municipio con más migrantes retornados en el primer bimestre de 2023, con 194 casos. Le siguen Nebaj con 165 y Chichicastenango con 147.

En todo 2022, fue el segundo municipio con más deportaciones con un total de 967. Solo le ganó Ixcán con 980 casos registrados. En 2021 y 2020, coronó la estadística con el primer lugar con 739 y 715 deportados, de acuerdo al Instituto Guatemalteco de Migración.

Publicidad electoral del partido que lanzará a Carrazcosa a la alcaldía por quinta vez. Foto: Paolina Albani.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los migrantes hombres de Guatemala suelen dedicarse en el exterior a estas ocupaciones: industrial, profesionales científicos, administrador de empresas, ingeniero civil y estudiante. Mientras que las mujeres ocupan puestos de vendedoras, encuadernadoras, ingenieras y médicas.

“La tendencia es que los jóvenes en edad productiva son quienes migran en busca de oportunidades laborales de baja calificación, donde se requiere poca escolaridad”, dijo la investigadora Gramajo.

En segundo lugar, la reunificación familiar. Un tercer elemento es el papel que juegan las redes migratorias. La violencia no es, necesariamente, una de las causas principales de migración, como sí lo es en otros lugares de Guatemala.

Ese fuerte flujo de migrantes también se ha visto reflejado en los listado de deportados, siendo uno de los municipios con las tasas más altas de deportación.

“Cada vez más las personas ven más rentable viajar a Estados Unidos que migrar a la Costa Sur”, dijo Gramajo. “En el altiplano occidental, las figuras de liderazgo comunitario son personas que han migrado y regresado. No es casualidad que los liderazgos los ocupen las personas retornadas”.

Las comunidades que migran tienen extensas redes de apoyo en Estados Unidos. Uno de estos sitios es Boston.

“Esas redes ya los conocen, van, tiene amigos, familiares, vecinos… eso hace que haya migración”, explicó la investigadora de la URL.

Joyabaj también se caracteriza por la migración de menores no acompañados con el fin de la reunificación familiar que depende, en gran medida, del coyotaje.

“La forma más común es haciendo uso de la red de coyotes. Es la manera más confiable que les garantiza llegar. Las familias se endeudan para pagarlo. Es algo que nos diferencia de El Salvador y Honduras que, a veces, se van sin coyote y pasan por casas de migrantes. Eso no es común en el altiplano para un viaje exitoso”, expresó Gramajo.

Los coyotes que llevan a la gente hacia Estados Unidos son, normalmente, originarios de Huehuetenango. Cobran entre Q90 mil por niño y Q125 mil por adulto.

Gramajo cree que más personas se quedarían en el municipio por el apego a la comunidad y la familia, si existiesen alternativas locales de empleo y educación. Otros, aun si existiesen esas condiciones, igualmente, elegirían migrar porque se ha vuelto un sueño hacerlo.

“Ya han crecido con la aspiración del sueño americano”, con esto quiere decir que dedicarse a la tierra o al comercio en Guatemala no es suficiente buena oferta para desincentivar la migración.

“Hay personas que van a migrar y no tienen niños pequeños así que hacen un trato de palabra con familias que sí. Les ofrecen llevarse al niño hacia Estados Unidos y que cuando lleguen les enviarán ayuda. Ha habido casos en los que, dan en adopción a los niños y las familias aquí pierden a sus hijos”, dijo Sor Elsa del Carmen.

Los casos de migrantes de Joyabaj y Zacualpa 

Jorge* observa una de las habitaciones de la Oficina de Atención de Migrantes en Zacualpa. Foto: Juan Rosales.

La familia de Carlos* migró hacia Estados Unidos en 2001. En ese entonces él tenía solo 8 años, apenas hablaba español y estaba cursando el segundo grado de primaria. Estuvo en Estados Unidos hasta los 18 años.

La historia de migración de la familia de Carlos no empezó con él, sino con su padre, quien en 1994 viajó a EE.UU. Seis años después, en 2000, su hermana más grande se unió a su papá. La migración de Carlos, su madre y el resto de sus hermanos fue con motivo de la reunificación.

El papá de Carlos los recibió en la frontera cuando llegaron en abril de 2001. Uno de los primeros obstáculos para su familia fue aprender el inglés cuando únicamente hablaban K’iche.

Mientras él estaba en la escuela, su padre trabajaba en una fábrica de partes para carros, luego como jardinero particular. Mientras, su madre se encargaba de cuidarlos. Durante este tiempo, la familia de Carlos inició los trámites para obtener la residencia permanente, pero, en 2011, “dijeron que tendríamos que regresar a Guatemala porque entramos ilegalmente a Estados Unidos”.

“No quería venir porque no estaba seguro si íbamos a poder regresar, pero recuerdo que el patrono de mi papá consiguió otro abogado para tener una segunda opinión. El segundo abogado dijo que era mejor que nosotros regresáramos a Guatemala, para que aquí pudiéramos obtener los papeles y poder regresar. Migración dijo que si nos íbamos a venir voluntariamente teníamos posibilidades de regresar, pero si nos quedábamos allá a escondidas y si nos agarraban: deportación de una vez”.

“Fue una decisión difícil, más para mí, porque como no conozco casi nada aquí en Guatemala, la verdad yo no quería venirme”, contó. Dos de las hermanas de Carlos, quienes se habían casado en Estados Unidos, también tuvieron que regresar a Guatemala junto a sus hijas, pese a que las niñas podían quedarse.

El regreso a Joyabaj no fue sencillo. Unos familiares los acogieron, pero el sentimiento de no pertenencia persistía. Después de un tiempo, encontró empleo en un callcenter de inglés en Quetzaltenango.

Las largas horas de trabajo y la presión del trabajo lo llevaron a considerar migrar de forma irregular hacia Estados Unidos, pero el abogado que lleva el proceso migratorio de su familia, le advirtió que podrían caerse los esfuerzos si lo llegaban a detener en la frontera.

Para 2019, Carlos llevaba 6 años de haber regresado a Guatemala. Sus esfuerzos siguen encaminados en poder regresar a Estados Unidos y estudiar contabilidad allá.

A 15 minutos de distancia de Joyabaj, está el municipio vecino de Zacualpa. Ahí está la sede de un proyecto de migración dirigido por monjas franciscanas de la Iglesia Católica que recibe a migrantes de diferentes municipios. Ahí se encuentran dos migrantes originarios de Zacualpa. El primero es Jorge*, de 21 años, y la otra persona se llama Yulissa* de 32 años.

Jorge se decidió a dejar Zacualpa el 10 de agosto del año pasado.

“Me decidí arriesgar porque aquí no hay más oportunidades para conseguir un trabajo. Cuando era pequeño quería estudiar, lamentablemente, no hubo posibilidades. Acá necesitas un papel para poder valer y te den trabajo”, indicó.

Su familia, conformada por 11 personas, sus dos padres y ocho hermanos, comparten un pequeño espacio y viven de lo que su padre gana en el campo. “A veces solo alcanza para comprar maíz y algo más de comer. Por eso quería estudiar”.

Jorge dijo que su anhelo de migrar le nació cuando tenía 15 años. Ese anhelo se convirtió en un sueño y a los 21 años, se decidió a probar suerte con la aprobación de sus papás. “Lo que quería era superarme ayudar a mi familia, a mi mamá, a mi papá y hermanos”. Aceptó que “dejar a la familia no es fácil, si cuesta, pero qué se le va a hacer, así es”.

La familia de Jorge tenía un pequeño terreno que cedieron como prenda a un vecino a cambio de que les diera el dinero para el coyote. Les costaría Q100 mil llegar hasta Estados Unidos. El pacto era que, al llegar a la frontera de México con Estados Unidos, en el desierto de Sonora, el vecino le depositaría al coyote los primeros Q22 mil y al llegar a su destino, en la ciudad de Phoenix, Oregón, donde le esperarían dos vecinos, pagaría el resto.

El viaje fue incomodo y cansado. Pasaron días siendo transportados por camiones de volteo y tráilers conducidos a toda velocidad y con descuido, manejados por mexicanos. En ocasiones, comían una vez al día.

“Cuesta pasar en medio de Los Zetas, los narcos… me tardé tres días y dos noches en el desierto”, contó. El camino hacia “El Levantón”, un sitio fronterizo en el desierto, le tomó cinco días.

Caminaban bajo la luz del sol y descansaban por las noches. Muchas ocasiones, la presencia de animales del desierto no le dejaron dormir. Tenía miedo de que los atacaran. A dos días del objetivo, notó drones vigilando el camino. Pronto, la patrulla fronteriza los detuvo y los llevó a un centro de detención, parecido a un albergue.

Ahí, tomaron los datos de Jorge, su nombre, nacionalidad y edad, y lo dejaron esperando una semana en un espacio reducido en donde habían otras 45 personas. Hasta que, por fin, lo subieron a un vuelo que lo llevaría a la frontera entre México y Guatemala.

Un grupo de migrantes tenía planeado esperar un tiempo en Tapachula y reintentar llegar a Phoenix, pero Jorge no se animó. En total, Jorge pasó 27 días desde que salió de Zacualpa hasta el desierto de Sonora donde fue detenido.

El grupo donde él estaba decidió regresar a sus comunidades y juntó el poco dinero que les quedaba entre todos, para pagar los pasajes de vuelta. Jorge prestó Q80 que lo acercaron hasta Quetzaltenango y luego al Quiché.

Ha pasado casi un año desde su intento por llegar a Estados Unidos. Hoy trabaja junto a uno de sus hermanos en un comedor que vende tacos y con lo que gana en ese lugar, está pagando los Q22 mil que su vecino prestó para permitirle migrar.

Aunque su experiencia no fue lo que esperaba, Jorge reconoció que sigue siendo importante migrar porque “acá muchas cosas no se pueden. Yo quería ser comerciante, pero no podía. Yo quería mi casita”, se lamentó.

Jorge, antes de migrar, había cursado hasta el primer año de los básicos. Su aspiración en la vida es continuar con sus estudios para ser maestro de música. A su regreso, se reintegró a la iglesia católica y ahí conoció a las monjas franciscanas que atienden a los migrantes retornados.

De acuerdo al estudio “Migración internacional y diferenciación social en un espacio urbano: el caso del municipio guatemalteco Joyabaj, El Quiché, de Leiby Lisset Argueta Contreras”:

“A partir de qué el migrante paga la deuda de su viaje, su prioridad se convierte en adquirir un lote de terreno para construir su casa de habitación en varias entrevistas se menciona que las mejores construcciones existen en Joyabaj son de migrantes… algunos joyabatecos contratan a los que trabajaron en construcción en Estados Unidos para aplicar modelos extranjeros a las nuevas construcciones”.

“Se observa, principalmente, que los hogares con migrantes posean mayor antigüedad de vivir en la zona urbana sobre todo porque les gustó el lugar además sus viviendas poseen mejores materiales en la construcción pues predomina en la terraza el blog y el piso de ladrillo a diferencia de algunas viviendas de los hogares inmigrantes que todavía utiliza en la teja, el piso de tierra y poseen mayor cantidad de cuartos”, escribió Argueta Contreras.

Camino de Zacualpa hacia Joyabaj. Foto: Paolina Albani.

Al lado de Jorge está Yulissa, una madre de tres niñas quien hace 10 años quedó viuda.

El 27 de mayo del año pasado migró junto a su hijo más grande, de 12 años. El coyote le cobraría Q25 mil por persona. Yulissa dijo que consiguió el dinero con ayuda de un vecino. “Tomé la decisión de migrar, de encontrar un trabajo para poder ayudar a mis hijos y a mi papá. Él no puede ver”.

La experiencia que compartió es una en la que ha dejado sentir que migrar a escondidas representa un riesgo a la vida de las personas. “Nos llevaron en carros, luego nos dejaron en lugares como la montaña. Nomás comíamos algo al día, seguimos el camino y nos metían en tráilers con otras 300 personas”.

El plan era que Yulissa y su hijo se entregaran en la frontera de Estados Unidos. Cuando llegaron a Houston por el desierto, solo pudo entregar a su hijo, quien se quedó en el centro de detención, pues no aceptarían a madres solteras, y el coyote le propuso que se reencontrarían si rodeaban el lugar.

“Cuando llegaron a El Levantón nos abandonaron. En la tarde nos agarró la migración”, recordó. Durante cinco días estuvo detenida y luego, la subieron a un vuelo que cruzó el desierto y la dejó en la frontera mexicana.

Mientras tanto, su hijo permaneció dos meses en el albergue de migrantes y niñez no acompañada hasta que los cuñados de la familia de su esposo pudieron reclamarlo. Ahora vive con ellos y está cursando su primer año de escuela en Estados Unidos.

Yulissa, por su lado, logró regresar a su casa porque se negó a tirar los quetzales que llevaba encima, cosa que el coyote le había recomendado. Su historia es distinta a la de Jorge. Un día antes de encontrarla en la oficina de migrantes de las hermanas franciscanas, que han becado a sus hijas con estudios, se reunió con otro coyote para probar, nuevamente, salir para el Norte.

“Quiero llegar ahí. Quiero prosperar. Quiero el bien para mis nenas. Voy a intentar otra vez, primeramente, Dios. Si las entrego y yo rodeo, hasta llegar a mi destino… hablando con un coyote, me dice que hay una posibilidad de ir en carro y nos entregaría hasta el destino. Se comprarían papeles falsos mexicanos, para pasar uno allá, pero dicen muchas mentiras. Ya no se sabe qué creerles”, concluyó la migrante.

De vuelta en Joyabaj, Prensa Comunitaria intentó entrevistar a Carrazcosa respecto a las condiciones de vida que orillan a la gente del municipio a migrar, pero se ausentó de la muni y no fue posible contactarlo de otra manera. Se le dejó un mensaje para concertar una cita, pero tampoco fue atendido.

Notas:

Carlos* testimonio tomado de la investigación “Otra vez a lo mismo: migración de retorno y procesos de reintegración en el altiplano occidental de Guatemala”, de Lizbeth Gramajo Bauer, del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar (URL).

Jorge* y Yulissa* son nombres ficticios dados a los migrantes entrevistados para resguardar su privacidad y seguridad, a petición de estos.

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