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Reflexión ante el inicio de 2023

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval 

“A los partidos progresistas o de izquierda” 

Hace un poco más de un año se hizo un nuevo intento dirigido hacia los partidos políticos que se consideran expresiones de izquierda o progresistas, a efecto de explorar una alianza política de cara a las elecciones de 2003. El saldo es magro. Un par de reuniones bilaterales con los secretarios generales de los partidos y una reunión a las que “cortésmente” asistieron unos cuantos partidos políticos. Dos o tres declaraciones de buena voluntad, nada más. El resultado de ello es conocido. Hay tres candidatos presidenciales de cuatro de los partidos a quienes en aquella ocasión dirigiera cartas con reflexiones y llamados.

Ante ello el abalance no da lugar a entusiasmos. Hay quienes deploran esa falta de visión unitaria, y hay quienes dicen lo sabía. Con las actuales formaciones políticas es muy poco lo que se puede hacer, no se puede pensar en alianzas, coincidencias, pactos, acuerdos. Es más grande la intransigencia de unos cuantos considerados dirigentes y la intolerancia de otros. Y por las expectativas de amigos y de gente que solo deseaba un nuevo rumbo, es que ahora se escriben estas líneas.

Creo que esa idea de alianzas es posible, que aún es dable pensar en que alguien de un paso de costado, o que de pronto se revele la necesidad de esas aproximaciones, acuerdos, entendidos. Lo señalo desde la experiencia, pues siendo candidato pude ver estas verdades de frente. En varios lugares del país no fue posible alcanzar éxitos esperados en alcaldías o curules por la necedad de inscribir dos o tres candidatos de las expresiones señaladas y pescar todos en el mismo electorado. Resultado, opciones perdidas. A eso se dirigen.

Es al menos lo que revelan las pocas muestras de opinión a las que tuve acceso. Es cierto que las mismas pueden ser manipuladas, que no reflejan con claridad lo que en verdad ocurre, pero si dan cuenta de lo difícil que es para las formaciones de izquierda o progresistas alcanzar resultados importantes. Hay firmas reconocidas y otras que tienen leve tufillo a ser hechas a pedido. Aun así, la idea que se puede tener de los grupos políticos a que hago referencia es de resultados que finalmente serán marginales, nos guste o no.

Ahora, al finalizar el 2022 en estas reflexiones a modo de balance, lo único que se puede ver, son las candidaturas de uno u otro personaje, menos programas, ideas, propuestas. Es el vacío político, no digamos ideológico. Queda la impresión que a la izquierda y fuerzas progresistas la licuadora posmoderna les dio en el centro del pensamiento. Hay muy poco que permita diferenciar a unos de otros. Unos dicen el buen vivir, otros algo semejante, pero de ello a una postura política que convoque multitudes nada. Y ello es la tarea de un partido político que se considere como tal.

La historia de los partidos a los que se dirigía las cartas fraternas el año pasado y el anterior, es la de uno que en ocasiones reivindica ser heredero de los acuerdos de paz, aunque con actos contrarios a los mismos. Otro que reivindica ser el primer partido indígena; uno más, ser una especie de grupo de la academia y alguna intelectualidad urbana. Otro que hace de la lucha campesina su alfa y omega. Pero nada de propuestas programáticas en las expresiones que menciono.  Salvo alguna consigna que parece una utopía; fuera de ello, es la aridez ideológica y política. Y, sobre todo, electoral.  Además, un divorcio con las luchas sociales.

Por estas consideraciones en las elecciones de 2023, asistiré, emitiré un voto, aún no se por quién o por cual partido, pero no creo en el voto nulo o en blanco. En otros términos, no contemplo una activa participación en el proceso que se convoca en enero y que ya dio inicio con asambleas de postulación de candidatos, propaganda anticipada de algunos, mega-vallas en todas las carreteras y rutas principales, y todo lo que los procesos electorales traen consigo en nuestro país.

Queda saber si la propaganda que ya es enorme, es legal o ilegal, de acuerdo con lo que diga en sus comunicados o acciones el TSE. Aunque esto es lo menos relevante. Sin temor a equivocarse, el ciudadano de a pie sabe que tantas vallas, tanta propaganda que ya vemos todos los días, es ilegal, anticipada y esconde financiamiento ilícito. Mientras ello ocurre, se acumulan las denuncias sobre los manejos oscuros del TSE. La confianza se pierde o está en proceso de perderse.

Lo más preocupante del actual periodo son las alertas que se disparan en varios sectores, sobre un muy probable fraude electoral, como parece por informaciones que se dejan por aquí y por allá, es un escenario probable. En ese escenario mi apuesta sería para el restablecimiento de las reglas del juego democrático, para impedir que la barbarie triunfe sobre la democracia, que contra viento y marea se pretende desdibujar día tras día por la vía del desmantelamiento de las instituciones y el eventual fraude electoral, como colofón a la práctica perversa que hemos observado en los últimos años.  Por lo señalado, solo me queda desear el mejor desempeño posible a los partidos progresistas o de izquierda. Hasta pronto. Guatemala, 2 de enero de 2023.

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