“No podía dejar abandonado a su hermano con quien había salido de Retalhuleu unos días atrás por las mismas motivaciones económicas por las que decenas de guatemaltecos salen a diario de su país aún en tiempos de pandemia”.
Por Francisco Simón Francisco y Andrea Hernández
Con información de Diego Petzey
El ruido del autobús que llega al Centro de Recepción de Retornados en Tecún Umán apaga las palabras de Mynor, quien espera aquí a su esposa, deportada desde México. Mynor ha estado aquí antes, un par de meses atrás de regreso de un viaje en el que vio morir a su hermano en el desierto mientras intentaban llegar a Estados Unidos.
En Tecún Umán el calor es intenso y agotador incluso cuando se está bajo la sombra. En este ambiente caluroso transcurre la vida de los habitantes del municipio de Ayutla y de los migrantes que arriban a esa zona fronteriza.
“El año pasado junto a mi hermano de 35 años de edad intentamos llegar a Estados Unidos, pero él murió frente a mis ojos en el desierto, estábamos cruzando el desierto para llegar a Houston, Texas”, dice Mynor.
Para el grupo de migrantes que cruzaban a prisa, guiados por un coyote, no había tiempo para esperar, por lo cual le sugirieron que dejara tapado a su hermano con basura y arena y continuaran el trayecto. Para Mynor esa no era una opción, él no podía creer lo que estaba sucediendo. No podía dejar abandonado a su hermano con quien había salido de Retalhuleu unos días atrás por las mismas motivaciones económicas por las que decenas de guatemaltecos salen a diario de su país aún en tiempos de pandemia.
“La razón que tenía mi hermano era para que su hijo pudiera estudiar, para que tuviera un mejor futuro”, dice Mynor mientras lamenta que esto no pudo cumplirse, pues ahora el niño tiene 5 años y tanto él como su esposa se quedaron solos. “Pienso que mi hermano no aguantó cruzar el desierto porque antes él tomaba mucho, llevaba tres años sobrio cuando decidimos irnos hacia EE. UU”, recuerda.
Mynor, al igual que su hermano, también tenía la misma motivación económica, necesitaba mejorar la situación familiar que, hasta la fecha sigue igual, pero la trágica experiencia vivida lo convence cada día más de no volver a intentarlo. “Ya no quiero ver otra tragedia, ya no podría”, dice.
De vuelta en el desierto el coyote interrumpe a Mynor:
- ¿Vas a seguir o te vas a quedar?
- Es mi carnal, es mi hermano, yo no lo puedo dejar, replicó él.
El grupo de migrantes continuó su trayecto guiados por el coyote, mientras Mynor permaneció junto al cuerpo de su hermano una noche entera en el desierto. Al amanecer empezó a caminar en busca de ayuda, se entregó a las autoridades estadounidenses con la esperanza de que con ello la pesadilla terminara pronto, pero sería solo el inicio de un largo retorno hasta Tecún Umán.
Les mostró dónde estaba su hermano, pasó una semana entera en un centro de detención y luego fue llevado al puente de Reynosa. Ahí las autoridades mexicanas llenaron una ficha para su ingreso a dicho territorio y posteriormente fue ingresado a otro lugar, hasta esperar el turno para abordar un autobús que creía lo traería de vuelta a Guatemala, sin embargo, lo dejaron en un lugar desconocido del territorio mexicano.
Mynor comentó que tras un largo proceso burocrático de varios meses, su familia finalmente logró la repatriación del cuerpo de su hermano a Guatemala y pudieron enterrarlo en su comunidad hace poco.
Él logró llegar a Tecún Umán mediante la solidaridad de otra de las personas migrantes que venía en el mismo bus: “Yo no tenía ni un centavo, no tenía nada, no sabía a dónde ir. Una de las personas me preguntó y me dijo yo voy para Tecún Umán, yo te puedo llevar. Recuerdo que él pagó 500 pesos mexicanos para que me viniera en taxi. Llegué a Tecún Umán 20 días después de que me entregara a la migra en el desierto”.
Hoy, Mynor ha vuelto de nuevo a Tecún Umán, pero esta vez a esperar a su esposa, a quien las autoridades mexicanas han deportado desde Tapachula, a donde la mujer solo había ido de compras y contaba con un permiso de visitante.
Los migrantes de Guatemala, Centroamérica y otros países como Haití siguen pasando por este paso fronterizo desde que Mynor estuvo la última vez, de regreso de México en noviembre de 2020. Hoy, Tecún Umán añade una nueva etiqueta a su historia como paso y retorno de migrantes: por aquí pasan, desde agosto, miles de personas a las que la administración de Joe Biden en Estados Unidos está deportando bajo el Título 42.
Tecún Umán el epicentro de las dinámicas migratorias actuales
Tecún Umán, en el departamento de San Marcos, a 251 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, es el epicentro de las dinámicas migratorias actuales en Guatemala. De México lo separa solo el Río Suchiate por el que decenas de personas inmigrantes de diferentes nacionalidades cruzan diariamente hacia México con diferentes fines: algunos para realizar compras y comercio en las ciudades cercanas, por ejemplo, a Tapachula; otras para trabajar y permanecer en ese país, ya sea para el sector agrícola, doméstico o de turismo; y otras para llegar hacia Estados Unidos.
Al llegar a Tecún Umán en transporte extraurbano y a medida que se avanza hacia el centro del pueblo se nota que la mayor movilidad sucede en los alrededores del parque central. Los triciclos están en todas partes pues el pueblo se caracteriza por este tipo de transporte para movilizarse.
En el parque el ambiente es distinto, muchas personas en la calle ofrecen cambio de divisas, pesos mexicanos, dólares y quetzales. Los contrabandistas o balseros se acercan para ofrecer sus servicios en balsas para cruzar el río Suchiate y evitar los controles de las autoridades migratorias del lado mexicano y aduanales del lado guatemalteco. Además, en este espacio es notorio cómo personas individuales y en grupo se hacen pasar como guías de viaje para ofrecer servicios para “cruzar más allá de las fronteras”.
Entre pláticas con tricicleros del lugar, estos guías de viaje se acercan a las personas que ven con apariencia de “mochileros” –como habitualmente identifican a las personas que tienen intención de cruzar al lado mexicano– y ofrecen viajes hacia Estados Unidos por un costo de 98 mil quetzales:
“El monto se pagaría conforme se avanza con el viaje. La primera parte de Q25 mil se pagaría al salir de Tecún Umán, la segunda parte en algún lugar de México y la mayor parte de la cantidad se haría estando en Estados Unidos”, detallan los guías de viaje.
A pesar de la seguridad y los patrullajes que realiza constantemente la Policía Municipal (PM) las actividades de engaño, estafa y otras acciones ilícitas que ocurren en el lugar parecen ser permitidas. Un habitante del lugar relató que la PM tiene más credibilidad, poder y es un grupo fuerte para la población, que está por encima de la Policía Nacional Civil (PNC) e indicó que el ex alcalde, Erik Zúñiga, implementó la PM como una táctica de control territorial y no como un beneficio para la comunidad.
Para el gobierno mexicano, no hay distinción entre los fines por los cuales ingresan las personas a su país y son expulsados del territorio mexicano hacia la frontera de Tecún Umán, como ocurrió con la esposa de Mynor. Del lado de Guatemala, se encuentra el Centro de Recepción de Retornados que recibe diariamente a migrantes guatemaltecos que son deportados por México vía terrestre, supuestamente por incumplir las normativas migratorias para transitar libremente por ese territorio.
De acuerdo con datos del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), de enero a septiembre de 2021 han retornado a ese Centro 28 mil 559 personas, mediante 820 buses, incluyendo a adultos (4 mil 265 mujeres, 19 mil 444 hombres) y menores de edad (3 mil 500 no acompañados y 1 mil 300 acompañados).
En Tecún Umán ocurren dos tipos de situaciones migratorias, la de la deportación de migrantes en México y la expulsión de migrantes bajo el Título 42 por Estados Unidos. La primera se refiere a la forma de deportación de migrantes, únicamente guatemaltecos al Centro de Recepción de Retornados, que cumplen con los requisitos mínimos establecidos por las autoridades de Guatemala y de México. Son trasladados en autobuses a dicho Centro y en el caso de los menores no acompañados se derivan a la Secretaría de Bienestar Social (SBS) o a la Procuraduría General de la Nación (PGN), para ser trasladados a la Casa Nuestras Raíces con sede en Quetzaltenango.
La segunda se refiere a la expulsión irregular e invisible de migrantes ya sea guatemaltecos, centroamericanos o de otras nacionalidades de una forma no habitual en el puente “Dr. Rodolfo Robles”. Estas expulsiones iniciaron en la Frontera de El Ceibo a inicios de agosto, pero después de que algunas organizaciones de la sociedad civil denunciaron las condiciones en las que las autoridades realizaban la expulsión, optaron por utilizar también las fronteras de El Carmen y Tecún Umán como un intento para ocultar esta situación.
Expulsiones bajo el Título 42 en tiempos de pandemia
“La señora venía temblando, venía muy mal, porque la dejaron a mitad del puente llorando en el proceso de expulsión en el que presenció la muerte de dos niños”, recuerda Alejandra Godínez, encargada de la Oficina Municipal de Atención al Migrante de la Municipalidad de Ayutla.
Ella se refiere a los casos en los que han muerto migrantes durante la expulsión bajo el Título 42. El cual, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), es una orden emitida en 2020 por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, por la pandemia de la COVID-19, que prohíbe la entrada a Estados Unidos de personas sin autorización, ya sean migrantes o solicitantes de asilo.
Bajo este título, las personas que tratan de ingresar a Estados Unidos por vía terrestre, son devueltas de inmediato por el país donde ingresaron, que en este caso sería México, o a un tercer país, en este caso Guatemala. Y si no es posible, a sus países de origen.
Según algunas fuentes de la sociedad civil y otras autoridades entrevistadas en el lugar, estas expulsiones iniciaron a mediados de agosto de este año. De acuerdo con un trabajador de la sociedad civil familiarizado con las cifras oficiales, se estima que Estados Unidos ha expulsado a 18 mil 500 personas por las fronteras de México, aunque se sabe que existe un subregistro. De este dato, se tiene conocimiento que 10 mil personas ingresaron a Guatemala por la Frontera de El Ceibo, Petén y el resto mediante las fronteras de El Carmen y Tecún Umán en San Marcos.
Aunque en la frontera de Tecún Umán no existen datos oficiales de cuántos migrantes han ingresado bajo este Título, algunas instituciones han monitoreado que al día ingresan entre 4 a 6 buses con 35 migrantes cada uno. Los buses se estacionan en el lado mexicano del puente “Dr. Rodolfo Robles”, arriba del río Suchiate, cierran el portón con mallas metálicas y bajan a los migrantes. Después de haberlos bajado de los buses abren las puertas y luego los obligan a caminar sobre el puente hacía Tecún Umán, llegando al lado guatemalteco en donde no reciben ninguna asistencia ni información de parte de IGM y se mezclan entre la población de la localidad.
La Oficina Municipal de Atención al Migrante de la Municipalidad de Ayutla que dirige Alejandra, fue inaugurada a finales de 2020 y la función principal es brindar información y la atención necesaria a los migrantes; también coordinar con instituciones nacionales y organizaciones internacionales para asistir a los migrantes de paso y de retorno.
En algunas situaciones se necesita la intervención de la Procuraduría General de la Nación (PGN), como ocurrió con el caso de una niña a quien su propio padre atentaba contra su vida, en este caso en particular la PGN regresó a la niña con su mamá que estaba en El Salvador.
Otra de las instituciones presentes en Tecún Umán es la Oficina Parroquial de Información, Atención, Protección y Canalización de Migrantes Solicitantes de Asilo y Refugio a cargo de Eduardo Guevara. A su criterio Tecún Umán es una frontera mucho más grande a comparación de El Carmen que es muy pequeña, entonces, la mayoría de las personas que llegan se dispersan y “uno ya no sabe quiénes son migrantes y quienes son personas que andan aquí en el pueblo nada más”, dijo.
Guevara, quien tiene poco más de un año de atender a la población migrante en Tecún Umán, indicó que cuando comenzaron a percatarse de las expulsiones irregulares que estaban ocurriendo, fueron a preguntar al delegado de migración mexicana las razones de esta situación y si tenían alguna fecha o días establecidos para preparar un plan y atender a las personas expulsadas.
Sin embargo, el delegado manifestó que a las autoridades mexicanas tampoco les avisan con antelación y que su tarea era solo recibirlos y vigilar que cruzaran el puente hacia Guatemala.
Estas expulsiones ocurren en su mayoría después de las seis de la tarde, fuera del horario laboral de las instituciones, que ya no pueden prestar sus servicios de atención a migrantes, lo que dificulta el trato que se les puede brindar. Al mismo tiempo se genera un vacío de información, pues muchos casos no se pueden documentar de manera oficial, porque no existen procedimientos adecuados para hacerlo. Algunas expulsiones incluso ocurrieron en el horario de toque de queda establecido por el Gobierno de Guatemala.
“Bueno eso no es nuestra situación, nosotros no podemos hacer nada si a nosotros nos llega, ahí Guatemala que vea que es lo que hace con ellos”, indicó el delegado a Guevara esta vez.
Según Guevara, ha habido casos de migrantes expulsados que no son enviados al Centro de Retornados, sino que son dejados en el puente sin ningún control y atención. Este tipo de deportaciones ocurre de manera pasiva y sin ningún procedimiento. Al respecto el IGM aún no se ha pronunciado.
Las pocas instituciones que atienden a migrantes en Tecún Umán funcionan de manera restrictiva por los casos de pandemia. Por ejemplo, la Oficina Parroquial atiende un promedio de 15 personas migrantes al día pero indica que hay temporadas que superan las 40 personas diarias. Según esta oficina han atendido a personas haitianas, hondureñas, colombianas, brasileñas, cubanas, pero en su gran mayoría a guatemaltecas.
Respecto a las condiciones bajo las cuales se dan estas expulsiones, se tiene conocimiento que los primeros que son expulsados son los núcleos familiares con dos o tres hijos. Dentro de este grupo están incluidos madre o padre, acompañados por hijos. Luego en horarios nocturnos se tiene conocimiento que expulsan a otros grupos de adultos individuales y menores de edad no acompañados.
Siempre oramos por nuestros familiares migrantes
Luis Sánchez, un albañil originario de la aldea Los Ángeles de Tecún Umán, relató la historia de una vecina que, durante 15 días seguidos fue al Centro de Recepción de Retornados para obtener noticias de su hijo, quien llevaba 20 días perdido en el desierto junto a otro grupo de jóvenes. Ellos fueron sorprendidos por la patrulla fronteriza de Estados Unidos por lo que el grupo se separó y todos corrieron en diferentes direcciones. Los compañeros del hijo de la vecina llegaron a su destino, pero él aún sigue perdido.
Sánchez empatiza con la historia de su vecina, porque al igual que ella también tiene un hijo que salió hacia Estados Unidos y cada día va a la Iglesia a dejar una veladora por él y “por todos los que van en camino para que no los agarre la migra; es una promesa que he hecho”, dice Sánchez.
Mientras las deportaciones y las expulsiones bajo el Título 42 siguen desarrollándose en la frontera de Tecún Umán de manera irregular, las personas de todo el municipio de Ayutla mantienen viva su religiosidad y su confianza en la fe cristiana, a la que se aferran para pedir por sus familiares migrantes.
En el interior de la Iglesia Católica de la Parroquia Señor de las Tres Caídas en Ayutla hay un lugar específico para pedir por los migrantes. En una manta vinílica aparece escrita una oración por los migrantes, acompañada por una imagen de Juan Bautista Scalabrini, conocido como el padre de los migrantes.
Al seguir caminando detrás del altar, está ubicado un libro donde la feligresía deja escritas sus intenciones. En la página superior del libro se podía leer la de una persona rogando por el bienestar de sus familiares de Quiché que están en Estados Unidos.
En el lugar se observa a personas que pasan a leer la oración de los migrantes, luego cada uno reza frente a la imagen de cristo.
Para Mynor será muy difícil olvidar a su hermano, aquel hombre de mucha fe como él mismo lo describió. “Desde ese día, siempre recuerdo el rostro de mi hermano quien murió a mi lado. Siempre veré su rostro hasta el fin de mis días. Mi hermano siempre decía: Dios sabe porque hace las cosas, esta era su frase favorita”.