“Al observar la digna resistencia popular en contra de la celebración del bicentenario y al vislumbrase una nueva oportunidad para construir los próximos 200 años de historia, no cabe duda que la Nueva Guatemala está naciendo…”
Por Francisco Simón Francisco
Ante el rechazo de las autoridades ancestrales y de algunas expresiones de los pueblos originarios, además, de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, el presidente Alejandro Giammattei, dio marcha atrás a la celebración del Bicentenario de Independencia. Sin embargo, el gobierno gastó más de 60 millones de quetzales para realizar compras con motivo de esta celebración.
Los días 14 y 15 de septiembre, en la Plaza Central representantes de mujeres, autoridades ancestrales y de los pueblos originarios realizaron una serie de ceremonias en rechazo a las festividades, pero también como un acto de reivindicación.
La “celebración” del bicentenario se realizó en un período de gobierno marcado por la pandemia, la corrupción y el descontento social.
En lo que respecta a los gastos, según el portal de Guatecompras que, hasta el 10 de septiembre el gobierno gastó Q 66 millones 321 mil 697 distribuidos en 40 eventos de compra de los ministerios de Comunicaciones, de Cultura y Deportes, de la Defensa, del Instituto Guatemalteco de Turismo, del Comité Olímpico Guatemalteco y de las Municipalidades de Quetzaltenango y de Guatemala.
Gastos como la adquisición de bolígrafos, playeras, redes de portería, fascículos, banderas, gorras, adhesivos, “bolsas de tela típica”, toallas, etc., se han hecho desde inicios del 2021 hasta la fecha.
Pero los egresos que más resaltan y de mayor valor provienen del Ministerio de Cultura y Deportes que absorbe el 46% de las erogaciones con 21 eventos. Por ejemplo, la construcción de instalaciones deportivas y recreativas del parque Bicentenario, en la colonia Bello Horizonte, zona 21 de la ciudad capital, otorgado el pasado 28 de julio a la empresa Construcciones Efraín E. Boburg, S.A. a un costo exacto de Q 29 millones 998 mil 789.15. Esta empresa ha recibido adjudicaciones durante varios años que se elevan a más de Q164 millones en contrataciones con el Estado.
El segundo gasto más alto proviene del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda con la construcción de la Escuela Bicentenario en finca la Industria, Puerto San José, Escuintla, adjudicado en abril pasado a la Empresa Sistemas y Servicios de Ingeniería S.A. por un costo de Q34 millones. La empresa Sistema y Servicios, desde el 2006 ha recibido 72 adjudicaciones por 86 millones de quetzales aproximadamente.
Otros de los despilfarros más absurdos y lamentables que se hicieron en el contexto del bicentenario, provienen del Ejército que destinó Q125 mil a la contratación del servicio de fundición de concreto premezclado e instalación de un asta para la bandera para la Plaza Conmemorativa al Bicentenario de la Independencia.
En esa misma plaza, el 14 y 15 de septiembre se movilizaron cientos de personas de los diferentes pueblos originarios, para manifestar su rechazo a la celebración de los 200 años de libertad e independencia. En lugar de alzar la bandera guatemalteca izaron la bandera de los cuatro pueblos con cuatro colores: el rojo representa al pueblo Maya, el negro al Garífuna, el blanco al Mestizo y el amarillo al pueblo Xinka, como un de reivindicación de las identidades invisibilizadas por el Estado desde su fundación en 1821.
En ese sentido, se celebró una ceremonia maya a cargo de abuelas y autoridades del pueblo Poqomam, en la Plaza de las Niñas, en rechazo a las festividades de bicentenario de independencia y para reivindicar su territorio. A esto se sumó, la petición hecha a favor de las 41 niñas asesinadas en el Hogar Seguro y por las más de 14 mil mujeres asesinadas en Guatemala.
#NoAlBicentenario | Abuelas y autoridades del pueblo Poqomam’ realizan una ceremonia Maya en la Plaza de las Niñas, en rechazo a las festividades de bicentenario de independencia. ???#NadaQueCelebrar #GuatemalaEstáDeLuto pic.twitter.com/KJU3Fv9iuq
— Ruda (@ruda_gt) September 15, 2021
Pero el rechazo y el descontento fueron más allá de la Plaza Central y se hizo sentir en varias partes del país, a lo largo de toda la semana. Por un lado, el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) se pronunció en contra de las actividades de bicentenario y manifestó la urgencia de construir un Estado plurinacional.
CODECA, por medio de un comunicado resaltó la situación de corrupción y saqueo que las autoridades han hecho del Estado a raíz de la pandemia. Lo cual ha incrementado la miseria, la pobreza y el endeudamiento de los pueblos. “En 1821 los criollos fundaron el Estado de Guatemala para no pagar impuestos a la Corona española; hoy, dos siglos después, esa oligarquía no paga impuestos; son corruptos, saquean nuestros bienes y nos reprimen”.
En las redes sociales la ciudadanía también expresó su descontento, haciendo uso de consignas, hashtags y comunicados. Bajo las frases “200 años de discriminación”, “#NadaQueCelebrar”, “#GuatemalaEstáDeLuto”, “¿200 años de qué?”, “¿Bicentenario para quiénes?”.
En ese sentido, el 14 de septiembre se dio a conocer un pronunciamiento social de más de 250 ciudadanos, titulado “Guatemala merece la primavera”. El comunicado está dirigido a los cuatro pueblos de Guatemala, a las mayorías excluidas y a quienes se han visto obligados a vivir en otros territorios para subsistir. Hace una invitación a la reflexión, a la articulación para cambiar el rumbo de la historia.
¿Cambiar el rumbo de la historia?
Han sido 200 de saqueo, corrupción, racismo, represión. 200 años de intentar fundar un Estado sobre una base popular y colectiva inexistente. Sobre la Independencia de 1821 se construyó una simbología carente de colectividad y se hizo en los años posteriores para la naciente República, todo ello al margen de los pueblos indígenas. De esa manera se inventó una serie de símbolos para dar nombre a una patria carente de identidad. Se inventó una bandera, un himno, un escudo y se estableció un instrumento, un ave y una flor como representaciones nacionales, que hasta la fecha continúan siendo una obligación de enseñanza para la niñez, en el sistema educativo. Una identidad construida a partir de la negación de los pueblos Maya, Xinka y Garífuna.
Frente a todo esto, en 2021 y de manera paradigmática se vivió un Bicentenario de descontento y de lucha por la reivindicación de los Cuatro Pueblos. Los diversos territorios del país reconocen hoy más que nunca la verdadera historia de la colonización en América Latina y la marginación e invisibilización que representó el Estado colonial y posteriormente La República. Los modelos de despojo, injusticia y corrupción continuaron fortaleciéndose en detrimento del bienestar social. Y es por ello el descontento popular este 15 de septiembre.
Pero más allá de observar el descontento popular es importante preguntarse, ¿qué significado e implicaciones tienen la serie de actos de oposición social manifestados en la Plaza Central el 14 y 15 de septiembre?
El lenguaje de los símbolos es una fuerza impredecible al promover cualquier transformación. Las élites lo saben y por eso inventaron en décadas pasadas “los símbolos patrios”, lo saben porque hasta el día de hoy continúan reproduciendo una identidad a partir de dichos símbolos. Las autoridades lo saben y por eso incluso en 2020 fue utilizado por el Congreso de la República como motivo de celebración del 15 de septiembre, bajo el argumento de que los símbolos patrios debían ser la representación de una nación e identidad nacional.
Pero también lo saben los sectores populares y los pueblos originarios, y por ello las ceremonias mayas celebradas en la Plaza con toda su simbología, como las velas, las consignas, las mujeres, los jóvenes, los hombres, los niños, los cantos, el pino, el incienso, las flores; y fundamentalmente la izada del pabellón de los Cuatro Pueblos en la Plaza mayor, escoltada por autoridades indígenas, es la clara muestra de que una nueva era viene para Guatemala, de que una nueva identidad nacional o más bien plurinacional se estará construyendo en los próximos años.
“La bandera de los cuatro pueblos ondeando en el centro simbólico del poder, del país, de la nación se trata de un acto fundante. La nueva Guatemala está naciendo”, escribió en su cuenta personal por Facebook, Miguel Ángel Sandoval.
Como bien opinan muchos ciudadanos, el rumbo de Guatemala pudo corregirse en la primavera democrática de 1944, en el restablecimiento de la democracia en 1985, en la suscripción de los Acuerdos de Paz en 1996 o incluso en la Plaza, en 2015. Sin embargo, las élites económicas que, heredaron las prácticas del Estado colonial y que se consolidaron al convertirse en élites políticas excluyentes, han bloqueado cada una de las transformaciones. Al observar la digna resistencia popular en contra de la celebración del Bicentenario y al vislumbrase una nueva oportunidad para construir los próximos 200 años de historia, no cabe duda que la Nueva Guatemala está naciendo…
El resurgir de esta nueva Guatemala es el resultado de estrategias, acciones y luchas colectivas de los movimientos y pueblos originarios, de su insurgencia e incidencia política, que abren caminos a nuevos cambios. Es decir, la construcción de nuevas conciencias y prácticas identitarias de Estado, nación y razón vinculadas a la pluralidad y fuerzas sociales y políticas, asimiladas como proyectos políticos frente a las prácticas capitalistas y neoliberales, que buscan encaminarse hacia la construcción del buen vivir.
En 1821 el gripo de Independencia fue –como en la mayoría de transformaciones políticas en Guatemala- una simulación y un pacto de las élites criollas. En 2021 el grito de oposición a la República es más popular que nunca, el grito colectivo que dice al unísono: ¡Nada Que Celebrar, Estado Plurinacional Ya!