Por Rolando Orantes
El 20 de mayo de 1999 la ONG National Security Archive dio a conocer un «registro militar interno» que revelaba «el destino de 183 desaparecidos», afirmándose que era «el único documento conocido de su tipo».
Se cumplen veintiún años de la aparición pública de El Diario Militar, documento que por primera vez nos mostró de manera gráfica las actividades de los llamados escuadrones de la muerte. Vendido por algunos dólares de manos de un oficial que lo sustrajo de los archivos militares a mediados de febrero o marzo de ese año, fue imposible incluirlo en el informe Memoria del Silencio (presentado el 25 de febrero de 1999). Durante varios días la noticia ocupó las principales páginas de los medios de prensa guatemaltecos. En junio fue publicado un detallado análisis en la Harper’s Magazine. Poco después el interés se desvaneció.
Lo que se pensaba sería una bomba, provocó apenas algunas reacciones personales. El ex Jefe de Estado general Óscar Humberto Mejía Víctores lo desestimó argumentando que el ejército no utilizaba máquinas de escribir desajustadas y explicando que todos sus documentos llevaban membrete. Años más tarde remataría diciendo en una entrevista que «vino una señora norteamericana y sacó un diario militar que decía, que salió en 1984 o no sé cuándo; un diario militar que es un apócrifo completamente porque en realidad el ejército no hace… [hace ademán de escribir mientras sonríe] no hace esas cosas». Era el último año del gobierno de Álvaro Arzú y el ministro de la Defensa, general Héctor Mario Barrios Celada, y la vocera del ejército, mayor Edith Vargas, también se apresuraron a negar su autenticidad. El primero adujo igualmente el tema de los sellos y el membrete. Una popular columnista de prensa de reconocida simpatía hacia los militares, redactó un agresivo panfleto afirmando que cualquiera podía elaborar una falsificación.
Pero la reacción más siniestra fue el asesinato en su despacho del abogado Héctor Felipe Villegas Ramos, quien según el Diario Militar falsificaba documentos para los militantes revolucionarios y quien fue secuestrado y liberado dos veces en 1983, primero el 14 de noviembre y luego el 1 de diciembre.
Miembros de las organizaciones de izquierda como Pablo Monsanto o Mario Alfonso Bravo reconocieron que las personas mencionadas en el Diario eran militantes. La noticia despertó nuevas esperanzas en muchos familiares que nunca habían contado con información alguna sobre sus desaparecidos.
El documento contiene los datos y fotos de 183 personas capturadas, todas ellas con algún grado de militancia en prácticamente todas las organizaciones revolucionarias existentes por entonces. Las estructuras urbanas de las FAR que operaban en la capital, la costa sur y Chimaltenango sufrieron duros golpes. Oficiales de ORPA y jóvenes que mantenían la organización del EGP en la ciudad también fueron secuestrados. Muchos eran militantes de vieja data, como el profesor Silvio Matricardi, miembro de las FAR, capturado ya en 1963 por «infringir la ley de defensa de las instituciones democráticas» y por «tenencia de armamento».
Ahora bien, la mayoría de las personas que aparecen en el Diario Militar militaba en las diversas expresiones que entonces se identificaban bajo las siglas del PGT. Uno de ellos fue el abogado Santiago López Aguilar, dirigente comunista desde su juventud en los primeros años sesenta, cuyo cadáver torturado apareció 5 días después de su captura al final de la Avenida Las Américas. Otro fue Osbar Darío Lobos Osorio, dirigente sindical durante un conflicto laboral en la costa sur en 1979, quien fue ejecutado extrajudicialmente el 1 de agosto de 1984. También fue capturado Antonio Obando Sánchez, un octogenario que había participado en la fundación del Partido Comunista de Guatemala en 1922 y quien había sido preso político durante todo el gobierno de Ubico, y que en ese momento estaba desvinculado de toda actividad armada. Fue liberado días más tarde.
Igualmente fueron secuestradas, mientras cruzaban la frontera, la esposa e hija de José Alberto Cardoza Aguilar, Mario Sánchez, el célebre Maistro Chapas, miembro fundador del partido en 1949, diputado comunista durante el periodo 1952-1954 y años más tarde dirigente del PGT-ND. Nadie las volvió a ver. La inteligencia militar también desapareció, torturó y asesinó a dos niños de 12 y 15 años.