Por: Ollantay Itzamná*
Desde 1994, cada 9 de agosto, en diferentes países del mundo, se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas con campañas y actividades públicas, sobre diversas temáticas relacionadas con los pueblos que la ONU establece. Para el 2018 la temática es la migración indígena. La finalidad es “sensibilizar” a las sociedades sobre la existencia y situación de los pueblos indígenas.
Pero, estos actos oficiales, y no oficiales, ¿verdaderamente abordan las agendas más importantes y postergadas de los pueblos indígenas? No. Estos actos, en su gran mayoría están centrados en los derechos culturales, sesgados al culturalismo. Idiomas, trajes, ritos, gastronomía, etc., son los temas ensalzados en dichos acontecimientos folclóricos.
Cada 9 de agosto, los “indios buenos”, estéticamente presentables para el gusto del colonizador, adornan con su presencia y ritos “ancestrales” los hipócritas discursos de los estados etnofágicos y de la cooperación caritativa que mira en nosotros unos pordioseros.
Pasado el 9 de agosto, nuestras hermanas e hijas, por más que hayan sido coronadas simbólicamente como reinas de “belleza indigenista”, vuelven a seguir limpiando la casa y la ropa del patrón criollo/mestizo, a cambio de míseros sueldos, y en condiciones de “esclavitud moderna”.
El 10 de agosto, ya nadie se acuerda del racismo institucionalizado y del saqueo legalizado que padecemos en los territorios. El 10 de agosto, como todos los días del año, al indígena que levanta la cerviz, o se atreve a aguijonear a sus hermanos dormidos para que defiendan sus derechos, los criminalizan o los asesinan en la impunidad, ante la mirada complaciente de los estados criollos.
La restitución de los territorios, autodeterminación y autonomías indígenas, estados plurinacionales, son algunos de los temas centrales y esenciales para nosotros, pero ausentes en los “festejos” de cada 9 de agosto. Mientras no nos devuelvan nuestros territorios, y nos dejen autogobernarnos, cualquier abordaje del tema indígena no pasa de ser una hipocresía encubierta en sociedades racistas.
Hablar de migración, de idiomas, de trajes, de pluralismo jurídico, de identidad, sin abordar la ruta para la devolución de nuestros territorios no es más que una publicidad para dinamizar el mercado para la industria del turismo (para que nos sigan contemplando como piezas de museo, por eso nos llaman etnia). Esto es lo que debemos entender las y los indígenas medianamente despiertos.
La restitución de los territorios y la autodeterminación de los pueblos necesariamente implica superar el fracasado modelo de Estado nación, y atreverse a transitar hacia proyectos de Estado Plurinacional con autonomías indígenas.
Si los “ciudadanos plenos”, en países multiculturales, no reconocen el fracaso o los límites de los estados nación, y no se atreven a discutir el proyecto de Estado Plurinacional, entonces obligarán a los pueblos indígenas a plantear/organizar su independencia/soberanía.
*Ollantay Itzamná
Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos