Por: Juan Pérez Chiroy
El aula universitaria está vacía, luce desierta y desolada, el silencio es apabullante, solo ecos de voces se escuchan a lo lejos, muy lejos, en la puerta del salón vacío un rotulo muere de pena: “Licenciatura en Expresión Artística”.
La licenciatura se creó hace algunos años cuando reformaron la carrera de magisterio, dos personas se inscribieron en dicha licenciatura, pero desertaron pocos meses después. Para Miguel Ángel Duarte, presidente del Foro Latinoamericano de Educación Musical, (Fladem), es un sinsentido, pues se necesitan al menos siete años para especializarte en alguna de las áreas que la licenciatura en Expresión Artística pretende cubrir, la reforma intenta que en un semestre el alumno se especialice en música, otro semestre para especialización en teatro, otro semestre para danza, etc.
Los profesores de Música, Artes Plásticas, Canto, Teatro, Danza, están condenados a desaparecer. ¿Qué es de una sociedad en la que el sistema educativo procura el debilitamiento de la formación artística?
Para el ser humano es vital el arte, el poder expresarse o interpretar lo que ve y lo que siente a través del arte para su formación integral y así ser más humano, según la escritora Ayn Rand “Es el sentido de vivir en un Universo donde sus valores hayan sido exitosamente realizados. Es como un descanso, un momento de repostar combustible mental hacia nuevos logros. El Arte le da este combustible, un momento de alegría metafísica, un momento de amor por la existencia. Como un faro, alzado sobre los oscuros cruces de caminos del mundo, diciendo “Esto es posible.”
El Neoliberalismo entre los cuadernos
Desde finales de los años 80 las reformas neoliberales produjeron un quiebre de las estructuras educacionales; con el objetivo de disminuir la inversión y reducir las estructuras estatales, se pusieron en marcha medidas que profundizaron la inequidad y el elitismo educativo. El argumento central siempre ha sido el mismo “Los grandes sistemas escolares son ineficientes, inequitativos y sus productos de baja calidad”.
Las propuestas que han surgido no tienden a mejorar la educación sino a reducir paulatinamente la inversión, cuando no a eliminarla. Un conjunto de medidas que tienen ese objetivo, son presentadas al público como un discurso pedagógico cargado de atributos técnicos y de un lenguaje organizacional que oculta además la flexibilización en la contratación de maestros y la imposición de contenidos y evaluaciones comunes.
Las reformas son acompañadas de una gran operación discursiva que presenta a las mismas como una modernización educacional indispensable y, sobre todo, la única posible.
Así, la primera semana de enero se conoce que el Ministerio de Educación emite el acuerdo 3853-2017 en el que se integra la Educación Musical, las Artes Plásticas, la Danza y el Teatro en una sola llamada “Educación y Expresión Artística” bajo el argumento: “La reorganización curricular obedece a que se contaba con 15 áreas y subáreas, difícil de implementar en una carga horaria de 5 horas diarias” mediante un comunicado el Ministerio de Educación explica su decisión, agregando: “La reorganización de las áreas curriculares obedece a un principio de integración e interdisciplinariedad de los aprendizajes”
Cierra el comunicado aclarando de la siguiente manera: “Se busca facilitar el abordaje de esta área curricular, tomando en consideración el recurso humano con que cuenta cada institución educativa.”
Insituciones educativas, como organización de maestros, universidades, centros de estudios sociales, el mismo Fladem, han refutado los argumentos ministeriales y se han reunido con autoridades educativas para intentar revertir las reformas, hasta hoy 4 de enero del 2018 no han llegado a un acuerdo.
Mientras tanto el silencio en las aulas hace eco en el futuro de una sociedad mecanizada, tecnificada para ser una máquina útil para las industrias y comercios que requieren mano de obra barata que no piense, que no sienta, que no se exprese, que no tenga pensamiento crítico.