Derrota de la guerra judicial y democracia

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 8 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

En los meses que vienen del 25 de junio a la fecha, ahora diciembre de 2023, vimos el desfile de todas las formas imaginables de law fare (guerra judicial) en nuestro país. Sin exagerar, todos los recursos se utilizaron. Desde las acciones de claros tintes terroristas del MP, a la política de hombros alzados de la CSJ, y a las resoluciones de la CC con claros elementos de ambigüedad para decir lo menos. En donde se incluyó la complicidad del organismo legislativo para despojar a Semilla de sus derechos legítimos adquiridos. En ese ataque a los resultados electorales del 25 de junio y 20 de agosto, pasaron por las acusaciones en contra del partido Semilla, que llevó al binomio presidencial de Arévalo y Herrera, luego fueron las acusaciones a las juntas electorales que por sistema guatemalteco están conformadas por unas 125 mil personas, al Tribunal supremo electoral. Para concluir demandando por cualquier cosa al binomio ganador.

La idea de desconocer los resultados electorales y dar paso a la persecución penal de un proceso electoral legítimo y auditado por medio mundo (misiones de la OEA, UE, MOE) dio como resultado la caracterización de esas medidas como de un golpe de estado en cámara lenta, o un golpe estado judicializado, o un golpe en proceso. De hecho, todas las maneras de describir ese fenómeno de renuencia a dejar el poder, a permitir la alternancia, son correctas y todas expresan al menos, una de las facetas de ese golpe que ahora podemos calificar de fallido.

A pesar de ello, y con el ejecutivo y legislativo en contra, la ciudadanía se impuso a los designios de los que animaron el law fare (guerra judicial) contra la victoria electoral de Bernardo Arévalo. El país se tensó como no habíamos visto en los últimos años. Incluso se tensó más que con las concentraciones del 2015 y la renuncia del presidente Pérez. Ahora la sensación de que algo iba a ocurrir fue nacional, abarco todo el sistema judicial, el entramado de los partidos políticos, de hecho, toda la institucionalidad del país. Se planteo entonces, la resistencia a las medidas golpistas que tenían inicio en la fiscalía pero que todo mundo sabía que tenían su real origen en el ejecutivo.

En ello fue de vial importancia un factor que nadie había incorporado en sus previsiones, en sus análisis prospectivos o en simples especulaciones. Fue el levantamiento indígena de octubre de 2023 que contó con una agenda nacional que todo mundo entendió y apoyó, al tiempo que se congratulaba: fue la defensa de la democracia, la defensa del voto ciudadano y el apoyo claro a la toma de posesión del presidente Arévalo. Ese levantamiento que ya lleva 70 u 80 días, que, en el mes de octubre, paralizo el país de una forma que nadie tenía memoria. Ahora los líderes indígenas plantean que la medida más emblemática que es un plantón frente al ministerio público, debe continuar hasta el 14 de enero del 2024, y continuar si no se toman las medidas que todos esperan.

Los comercios cerraron en un 50%, el transporte fue paralizado en su totalidad, las oficinas de gobierno cerraron, las escuelas igualmente. Los mercados cantonales, no solamente cerraron, sino que se sumaron de forma masiva a las movilizaciones que acompañaron el paro nacional. Otro tanto hicieron los estudiantes universitarios. Parte de la novedad en estas jornadas fue la participación masiva de barrios y colonias. Sin ello la guerra judicial hubiera logrado sus propósitos de desconocer los resultados electorales y la victoria de Arévalo. En lenguaje figurado, los bloqueos derrotaron el bloqueo de la democracia. O, dicho de otra manera, los bloqueos y paro nacional encabezado por los pueblos indígenas, le devolvieron la presidencia a Arévalo.

En los días alrededor del 15 de ese mes, hubo unos 150 bloqueos en diferentes puntos del país, y con ello el país entero entendió que ese levantamiento por la democracia debía de ser apoyado. Aunque hubo unos cuantos energúmenos que incluso protestaron de forma abierta. Sin el paro nacional, la guerra judicial hubiera creado una situación impensable. Mención especial merecen las fuerzas armadas del país y la policía. Sin muchas vacilaciones optaron por no intervenir en un evento que no era de su simpatía, pues se trataba de acciones emprendidas por un gobierno corrupto y organismos de justicia abiertamente cooptados por la corrupción.

Era a todas luces darse un tiro en el pie que las fuerzas armadas y de policía apoyaran a un gobierno de salida, desprestigiado y acusado por todo el mundo de corrupción en una escala desconocida. Pero, además, luego de una contundente victorial electoral. Esto es algo que solo puede ser entendido por la historia del país. En algo cuentan los acuerdos de paz y el rol del ejército y las fuerzas policiacas en defensa de la democracia luego de una guerra interna de 36 años.

Y me parece, que las diferentes actitudes forman parte de una expectativa que existe alrededor del próximo gobierno de Arévalo, pues como todo indica tomara posesión el 14 de enero, y se trataría en Guatemala, del país en donde se derrotó, legalmente, esta nueva estrategia o herramienta de los golpistas de siempre, que se avecindo en muchos países del continente. Argentina es un ejemplo, Brasil otro, pero esta igualmente Ecuador y Perú. Con otras características en Colombia o Bolivia, sin que faltara un país como Honduras y finalmente Guatemala.

Esto es un tema de importancia continental, pues si de algo supimos en el continente fue justamente, de la guerra judicial emprendida contra gobiernos progresistas y contra políticos progresistas. En esta experiencia y acciones judiciales, vimos la forma en que fue defenestrada Dilma Rousseff en Brasil, o como en este mismo país, el actual presidente Lula fue impedido de participar como candidato en la elección anterior. Todo, como se demostró posteriormente, con pruebas falsas, con la cooptación de jueces y fiscales, con abogados corruptos, y todo lo que conocemos de manera ampliada en nuestro país.

Es de importancia capital para nuestro análisis, defenestración de Pedro Castillo en el Perú. En este caso, hubo una maniobra montada desde las cortes y desde el congreso, aprovechando errores reales o supuestos de un presidente que hizo de su gestión una especie de compromiso con las ideas de la izquierda. Es más o menos parecido con el caso boliviano. Aquí un golpe se hace con aval militar, con maniobras legislativas y un apoyo externo inocultable.  En ambas ocasiones la resistencia popular no pudo evitar los resultados y perdieron. En Bolivia se pudieron recuperar posteriormente y volvieron a ganar las elecciones.

No se puede olvidar que hubo y hay otras formas de romper la institucionalidad con un manto de legalidad, en otra modalidad de eso que denominamos guerra judicial. Es el golpe legislativo. Como ocurrió en ¨Paraguay cuando “legalmente” sacaron del poder a Fernando Lugo, o en Honduras que un golpe legislativo derrocó a Manuel -Mel- Zelaya. Esto se produjo en los años 2008-9, aunque si es necesario señalar que en los dos casos hubo apoyo de los militares, que siempre estuvieron pendientes del intento que culmina con la defenestración de dos presidentes, sin acudir al viejo cuartelazo de décadas anteriores.

Por ello el surgimiento de definiciones o aproximaciones a la caracterización de los resultados de la guerra judicial. Es un periodo en donde se desarrollaron dos fenómenos nocivos para la democracia: es la judicialización de la política y la politización de la justicia. Es por ello que en unos países más que en otros, las diferencias políticas se trasladaron a las cortes y las cortes sustituyeron a los partidos en muchas ocasiones.  Se habló en los últimos años de golpes blandos o de golpes constitucionales o de golpes legislativos, como sería el caso de Honduras o antes Paraguay. En la mayoría de los casos en donde se presentó golpes de la más diversa manera, hubo, en general, una especie de observación prudente de parte de los EEUU. Con intervenciones ilegales como se denunció desde Bolivia para dar un ejemplo. Mientras la OEA jugo un rol francamente negativo. Es por ello que resalta la agilidad en el caso guatemalteco y su ubicación del lado correcto de la historia. Queda la interrogante: ¿es una excepción o es un viraje en favor de la democracia real?

En otras palabras, al ver los resultados de eso que se llama guerra judicial, queda muy claro que es la nueva forma que la “democracia” tiene para derrotar a sus enemigos molestos, o que ponen en riesgo los intereses de las diferentes coaliciones de poder, que en muchos países son formalmente demócratas pero que en esencia son contrarios a todas las principales razones de la democracia. En otras palabras, es la camisa de fuerza que las elites reaccionarias le han puesto a la democracia. Las viejas ideas de un gobierno del pueblo, por y para el pueblo, no tienen espacio en esta camisa de fuerza.

De la misma manera, las definiciones o el modelo de Montesquieu están fuera de toda consideración, igual que la tesis sobre los partidos políticos de Duverger. Ahora se trata de un poder global que busca por todos los medios imponer el manual del neoliberalismo en todos los gobiernos, y para ello acuden a todas las variables posibles de expresiones consideradas fascistas, populistas, autoritarias, comunistas, terroristas y un largo etcétera. Es por ello por lo que se busca por todos los medios candidatos outsider (sin antecedentes políticos o partidarios), que se cobijan con la anti política; en especial, por el desgaste que los partidos han tenido y por la corrupción que se entronizo en gobiernos, partidos y otras instituciones. Sin dejar de mencionar el deporte, que en algunos países puede ser una especie de nacionalidad o religión, pero ahora son presas de la corrupción.

No hubo un solo país en donde las acciones de los EEUU tuvieran el perfil asumido en nuestro país, menos la contundencia de las acciones, como fue quitar 300 visas de un solo viaje, a funcionarios, empresarios, jueces, fiscales, y en esa medida, a más de 100 diputados, o sea, el 70% del congreso guatemalteco. Lo más drástico, es que todos los mencionados con las familias igualmente afectadas, lo que se ha visto como un verdadero tsunami inspirado por los EEUU. Y se quitaron no por razones de ideología, pues de derecha son los corruptos guatemaltecos como los son los gobernantes del país del norte. No se deben confundir estas realidades.

Es importante destacar que las medidas de los EEUU, que como sabemos no han sido muy activos en otros países, salvo cuando se trató de intervenciones de signo contrario a la democracia, han sido en Guatemala en esta coyuntura, vitales para el resguardo de la democracia. Así, en momentos, hubo visitas de funcionarios del más alto nivel como se dice. Quizás solo falto el jefe del departamento de estado y el presidente Biden. Pues ya antes había sido la visita de Kamala Harris. Las visitas se produjeron en ocasiones con el lapso de una semana entre ellas. Mientras los comunicados oficiales y las declaraciones de diferentes voceros se produjeron en tiempo real. Si había alguna acción de parte del TSE o de parte de algún funcionario o diputado, la respuesta venía de inmediato.

En esta ocasión, contra todo pronóstico, los EEUU apostaron por la democracia en Guatemala, de una forma que en verdad revela el hartazgo de sus viejos herederos. Y quizás, tratando de ver la realización de una democracia real, con justicia social. Acaso es para quitarse, aunque en muy pocos, el fantasma de la intervención del año 1954 en donde contribuyeron al derrocamiento de un gobierno democrático, que iniciaba apenas unas pocas reformas. Y es correcto que se diga, es de esa intervención de donde nacen o se fortalecen, los herederos de la versión anticomunista de la guerra fría que durante años se enseñoreo en el país.

Y en otra perspectiva, los grupos de la elite son los beneficiarios durante más de 70 años de las relaciones con los EEUU, de los favores de sus gobiernos, y de la complacencia ante las expresiones de barbarie que se cometieron.  De todo eso que nos llevó en los últimos años a plantear para Guatemala, la disyuntiva de democracia o barbarie.  Es cierto que ahora ya no estamos más en la guerra fría, pero estos son datos que hay que tener siempre presentes. Es probable que ahora, luego de la intervención del 54, de la guerra de los 36 años que se origina por ese hecho, más la firma de la paz, las jornadas del 2015, y ahora todo lo vivido en el proceso electoral de 2023, con el renacimiento de los pueblos indígenas entre otros actores, permitan una época democrática como la que fue truncada con el derrocamiento del gobierno de Jacobo Árbenz. Es la hora de las rectificaciones.

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