Chiquimula: entregan vivienda a familiares de migrantes fallecidos en un incendio en EE.UU.

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Créditos: Amílcar Morales
Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Seis meses después del incendio que cobró la vida de cinco guatemaltecos, dos de ellos niños, en South Lake Street, en Spring Valley, Nueva York, Estados Unidos, la familia de las víctimas recibió la donación de una vivienda en la comunidad de Canapará Abajo, en Jocotán, Chiquimula, de la organización Manos Abiertas.

Por Amílcar Morales y Narciso Marcos

Fotos de Amílcar Morales

Jocotán forma parte de los municipios que están dentro del Corredor Seco, una franja árida que empieza desde México y que se extiende en buena parte de Centroamérica. Las mismas condiciones naturales de este municipio han agravado las posibilidades de subsistencia para las familias que ahí viven y cada vez más personas, han decidido migrar hacia Estados Unidos como alternativa al abandono estatal, la pobreza y falta de oportunidades, agudizados por los efectos del calentamiento global que han acabado con las cosechas y han reducido la expectativa de vida de los campesinos de este lugar.

En este pequeño municipio al oriente de Guatemala, la falta de oportunidades ha azotado a la mayoría. Según el Índice de Desarrollo Humano, Jocotán es uno de los municipios con menor desarrollo con 0.400 y reporta 0.402 en el acceso a la salud, 0.256 en acceso a la educación y 0.543 en ingresos familiares. Cifras que muestran las motivaciones de la gente para migrar. Solo en 2022, 3 mil 292 personas fueron deportadas de Estados Unidos y México, según el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM).

El 4 marzo de este año, la comunidad de Canapará Abajo fue informada de la muerte de cinco de sus habitantes quienes meses antes, habían migrado hacia Nueva York, Estados Unidos en busca de oportunidades:.  Las víctimas fueron identificadas como Darwin Isaí Climaco Díaz (4 años); Carlos Aníbal Interiano González (13 años); Rudy Alfonzo Climaco Interiano (27 años); Anastasio Díaz Climaco (34 años); y María del Carmen González Quizar (29 años).

De inmediato, los guatemaltecos residentes en esa parte de Estados Unidos iniciaron una recaudación para poder repatriar los cuerpos a sus familiares y la Fundación Manos Abiertas se enteró de la iniciativa. La organización se involucró en la recaudación para las diligencias.

En una visita a la comunidad de Canapará Abajo, ubicada en Jocotán, Chiquimula, integrantes de la fundación conocieron a la familia de González Quizar, quien era madre de tres niños: José Neftalí Díaz González (11 años), Kevyn Aroldo Díaz González  (9) y Edyn Isaías Díaz González (4). También conocieron a la familia de Santos Anastasio Díaz Clímaco, pareja de González Quizar, y familiar de las demás víctimas del incendio.

Al observar las escenas de dolor de los familiares de las víctimas, especialmente a los niños que quedaron desamparados por la tragedia, se organizaron para construirles una casa a la familia en Canapará Abajo.

Irma Lemus, de la Organización Humanitaria “Manos Abiertas”, contó que el proceso para la construcción del proyecto denominado “Mi Casita Feliz”, inició el 8 de mayo de este año. A través de una transmisión en vivo en redes sociales se hizo el llamado a las personas que querían formar parte del gran proyecto para donar aportes económicos para la compra de materiales.

Varios grupos de personas que se sumaron a la iniciativa, se organizaron para realizar ventas de comida, conciertos de marimba en Nueva York con la participación de la marimba India Morena. Negocios como Jalapa Xpress, Tacos Virrian, Casa Bella, entre otros aportaron al proyecto. Esos fondos sirvieron para comprar las puertas de la vivienda. También se rifó un televisor y lograron recaudar US$2 mil 750 (Q21 mil 689.16), que sirvió para la construcción.

La Casita Feliz costó Q 223 mil 930 aproximadamente, que fueron distribuidos en compra de materiales, mano de obra, alimentación para los trabajadores, entre otros.

Así se hizo realidad el sueño de González Quizar con el aporte de la comunidad migrante residente en Estados Unidos, vecinos de Canapará Abajo y sectores circunvecinos, que brindaron aportes económicos, mano de obras, materiales, entre otros.

La vivienda que se entregó el pasado 26 de agosto cuenta con tres dormitorios, una cocina, una ducha, sanitario, pila para lavar ropa y fosa séptica. Además incluyeron camas, ropa para los niños, bicicletas, una refrigeradora, estufa y mesa para cocinar que fueron donados por diferentes personas.

Manos Abiertas recibió aportes económicos de personas en Estados Unidos originarios de los departamentos de Jalapa, Jutiapa, Escuintla y de El Salvador y Ecuador.

Momentos antes de la entrega del proyecto, se elevaron globos blancos en memoria de las cinco víctimas del incendio y los niños escribieron en sus globos, en memoria a sus padres: “un abrazo hasta el cielo”, “te amo papá” y “mami te amo”.

Una casa para ver cumplido el sueño de mamá

El niño José Neftalí Díaz González, es uno de los hijos de González Quizar. José Neftaly contó que cuando pasó el incendió, su maestra les aseguró que saldrían adelante y les prometió que construirían una casita para ellos. Ahora que está lista “nos sentimos muy felices con mis hermanos al tenerla tal cual era el sueño de mi mamá”, dijo.

La casa ha funcionado como una especie de alivio porque ese era el objetivo de su madre, frente a la tristeza de saber que ya no estará con él y con sus hermanos. Los abuelos de los niños quienes ahora se hacen cargo de ellos, también expresaron su agradecimiento.

David Gonzáles Quizar, abuelo de los niños, agradeció la ayuda de “las personas de la comunidad, vecinos, familiares, así como habitantes de comunidades aledañas nos han apoyado moral, económica y espiritualmente desde que se enteraron de la trágica noticia del 4 de marzo. Nunca pensé ver una vivienda mejorada como hoy la están entregando a mis nietos. Yo solo decía en mi mente nos pasó esta tragedia y ¿qué vamos a hacer? Cuando yo sentí empezaron las llamadas. Entendí que Dios estaba manifestándose a través muchas personas”.

“Como abuela no tengo palabras para expresar al ver la felicidad en el rostro de los niños, aunque el dolor sigue embargando mi corazón ante la pérdida de mi hija y ellos que han perdido a sus padres, a todas las personas de la comunidad y los que están en Estados Unidos muchas gracias por el apoyo que han demostrado desde el momento que sucedió la tragedia, a las hermanas mujeres y los hermanos de la iglesia también el agradecimiento para cada uno por nombre quienes de una y otra manera han contribuido con la construcción de la casa”, dijo María de los Ángeles Quizar.

Una maestra detrás de la obra

El apoyo a la familia no se quedó solo en eso. La maestra de la comunidad, María Rosalina García, les dio acompañamiento psicológico a los niños que quedaron en la orfandad y solicitó a los vecinos y amigos apoyar a la familia en la repatriación de los cuerpos y en el proceso de la construcción de la vivienda.

“Desde el momento que recibimos la noticia estuvimos muy de cerca de la familia. Son nuestros vecinos del barrio, son familiares. Hemos tenido la dicha de compartir con los niños desde que eran pequeños. Hemos dado consuelo a la familia y visto cómo recibían ayuda porque son una familia de escasos recursos. Así que empezamos a gestionar con los medios de comunicación para que tuvieran acercamientos a la familia. Así encontramos la forma para el proceso de repatriación de los cuerpos, pero también para darles alimentos y recursos económicos para que ellos no se sintieran solos”, contó la maestra.

En una entrevista, la maestra expresó su satisfacción por la finalización del proyecto.

¿Cómo se siente al ver el fruto de sus gestiones y haber conseguido el apoyo de otros países?

“Bendecida al ser parte de estos niños. Son como mis hijos porque comparto con ellos los siete días de la semana. Empezamos recibiendo productos alimenticios, recursos económicos y atendimos el proceso de repatriación y de la velación de los cuerpos. Al poco tiempo, la señora Irma Lemus se informó por medio del Noticiero Ch’orti’ y Deportes, y empezaron con el Proyecto de Casita Feliz. Entonces en coordinación con ellos y nosotros, la escuela, fuimos los primeros en poner la primera piedra. Al día siguiente vinieron los camiones con arena, cemento, hierro. Un vecino de Tunucó Abajo donó 800 blocks”.

¿Cómo califica la solidaridad y el apoyo recibido?

“Para mí es una bendición ver la casa hecha una realidad. Los niños ya tienen un hogar digno y a mí me afectó mucho que María del Carmen fuera víctima del incendio. En mi escuela ella era tesorera del Consejo de Padres. Antes de viajar me dijo: seño me voy a ir. Quiero que me comprenda. Quiero hacerles su casa a mis hijos, darles estudio, sacarlos adelante, pero nunca imaginé que cuatro meses después ya no iba estar. Es una situación difícil y en memoria a ella, le doy gracias a los vecinos de la comunidad, personas particulares y población migrante en los Estados Unidos y de otros países que ayudaron.

El dirigente de la Iglesia Católica, Pascual Vásquez, fue el encargado de coordinar el trabajo de construcción.

Como maestra de los niños ¿cómo piensa que se sienten ellos al ver este proyecto hecho realidad?

“Veo sus rostros. Reflejan alegría, tranquilidad. Cuando los padres estaban con los niños vivían pobremente porque eran de escasos recursos, sólo vivían de tejer hamacas, de torcer pita de nylon, ese era el trabajo de ellos. Cuando el papá se fue empezaban a ver un cambio de vida. Luego se fue la mamá. Fue un momento de tristeza para ellos. No reaccionaban para el estudio, la mente estaba en la mamá. Les dije asimilemos esto, yo voy a estar con ustedes. Su mamita siempre va a llamar, ella siempre los quiere.

Ya los tenía preparaditos cuando recibimos la noticia y se nos va todo abajo cuando nos dan la noticia, para mí es difícil y complicado hablar de eso”.

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