Por Miguel Ángel Sandoval
Uno de los temas más socorridos en época de elecciones es la afirmación repetida hasta el cansancio, que los chapines votamos o tratamos de elegir entre los malos, al menos peor. No siempre ocurre así, y para muestra los últimos tres gobiernos. Se escogió mal, realmente mal. En todos los casos mencionados, el tema fue el hartazgo de los partidos políticos y de sus candidatos. Al grado que se dejó de ver por ese simplismo en el análisis, la diferencia entre los malos y los menos malos. Pero, sobre todo, la coyuntura del país y lo que mejor le convenía al país. Y los resultados no nos dejan lugar a muchas equivocaciones.
Pero ahora tenemos un escenario que deberíamos analizar con mejor ojo. Veamos. Sabemos que la apuesta de gobierno es la de Conde. Con ello se garantizarían que no se revisara los actos anómalos, cometidos o no, pero que han trascendido, y son de alguna forma, del conocimiento público. Para ello se habló hasta el cansancio de unos 200 alcaldes “reclutados” para el partido de gobierno, por la vía del presupuesto, las presiones y otras malas artes. Además, con la participación de varios ministerios (pruebas concretas no hay, pero obras dudosas, asignadas a los amiguetes sí)
DE otra parte, se sabe que la oligarquía tradicional, con los cementeros como punta de lanza, le apostaron a la hija del general y sus aliados, del fascismo criollo, a la tortrix, para impulsar una agenda de terrorismo de estado, con la pena de muerte como mascarón de proa. Y de modo general, una agenda regresiva en todos los terrenos, con una idea conservadora de la familia como la única legitima, en el reino de la doble moral, y la democracia de fachada, al estilo conocido.
Con las muestras, encuestas o sondeos publicados, hoy tenemos que estos dos escenarios no se van a producir (salvo un fraude vulgar o un golpe de mano) que el continuismo y el fascismo a la tortrix no deben prosperar, con lo cual se abre un panorama que no estaba presente en los primeros meses de la campaña. Y ello, debido en parte, a las grandes falencias de los organismos electorales, y de un creciente hartazgo ciudadano, incluyendo presiones sobre organismos jurisdiccionales. Por ello, estas expresiones de la derecha extrema serán los grandes derrotados en el proceso que tiene el 25 de junio su primera fase, que sancionará que las dos opciones señaladas no pasarán.
Y nos queda, no el menos malo, sino un escenario que debería ser el de condiciones favorables para rescatar la democracia de nuestro país, que en los últimos años ha venido a menos, se ha desdibujado y por ello nos planteó la disyuntiva entre democracia o barbarie. No significa que con las opciones que se presentan, Sandra, Mulet y con menos posibilidades Villacorta, los temas de la democracia se resuelvan, pero si se puede plantear un escenario mucho más favorable, que el que se pensaba podría desenvolverse, con una victoria electoral, como la que imaginaron los estrategas de la hija del general y del continuismo.
El debate que este sí, tiene alcances históricos, tiene que ver con los contenidos de la democracia, con los usos y costumbres de la misma, con el abordaje de los temas sociales y económicos más urgentes, y con la reconstitución del tejido institucional que ha sido desbaratado en la última década. Es por ello indispensable, saber leer lo que está en juego, y no pensar que todo es mas de los mismo, o que no hay escenarios más favorables o aprovechables por las fuerzas progresistas en sus vertientes sociales y políticas. La coyuntura electoral de este 2023, con todo lo compleja, golpeada, violentada, si nos ofrece un respiro democrático y ese tenemos que construirlo.