Créditos: Joel Solano
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“Queremos justicia para nuestros esposos”

Por Joel Solano

El 3 de octubre de 1982, 26 hombres de la comunidad la Esperanza, de San Martín Jilotepeque, Chimaltenango, fueron secuestrados, torturados y asesinados por el ejército de Guatemala. 40 años después las osamentas de 17 de ellos pudieron recibir una sepultura digna, la que podrán visitar y enflorar sus familiares.

De aquellos 26, jóvenes en su mayoría, fueron encontradas 22 osamentas por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), en un área de Iximché, en mayo de 2017. De ellas, 17 fueron identificadas plenamente, a través de las muestras de ADN.

Fotos: Joel Solano

Juan Pérez Cedillo, de la Asociación de Víctimas del Conflicto Armado Interno de Chimaltenango (Asoq’anil), informó que los 17 restos óseos llegaron a la comunidad desde el martes por la noche. 11 fueron velados de forma comunitaria, mientras que las familias de las otras 6 víctimas prefirieron hacerlo en sus hogares.

María Antonia Boc dijo que su esposo, Juan Leonardo Sunuc, tenía 21 años cuando fue secuestrado por los soldados quienes dejaron un mensaje claro sobre lo que podía pasar a quienes no apoyaran al ejército. Él aún se encuentra desaparecido, dijo.

Doña María quedó sola, con sus hijos, por quienes luchó y se esforzó para sacarlos adelante.

De igual manera ocurrió con Zenaida Chonay, quien visiblemente emocionada recordó el momento cuando fueron llevados cada uno de ellos, de manera injusta y cruel. Ella quedó viuda a sus 21 años, a cargo de 4 hijos. Desde entonces buscó a su esposo en cárceles y hospitales, sin ningún resultado.

Fotos: Joel Solano

Chonay demandó al presidente de Guatemala que ayude a reparar el daño sufrido durante el conflicto armado, que se dé el resarcimiento a las víctimas, no solo a los militares a quienes darán 36 mil quetzales. “¿Dónde quedamos nosotros?, si nosotros solo ganábamos 35 centavos en ese entonces y nos quitaron la vida; que haya justicia para nuestros esposos”, insistió.

Hace 7 años la FAFG llevó a cabo una campaña de obtención de muestras de ADN en la aldea Choatalun y fue a partir de ahí que se pudo ubicar a testigos. Posteriormente se realizó la exhumación en Iximché. Debido al paso del tiempo y a que algunos cuerpos habrían sido devorados por los animales, solo pudieron recuperar cráneos, los fémur y antebrazos. Luego, a través del ADN se confirmaron los parentescos, detalló Cedillo.

Fotos: Joel Solano

No eran militares, eran catequistas y campesinos

La hermana Ana Cecilia, de las Misioneras de la Caridad, recordó que su padre, también asesinado por los militares, era catequista. En 1996 el padre Gonzalo Herrera había solicitado los datos de las víctimas para pedir a la iglesia declararlos mártires e involucrarse en la búsqueda. “Hoy hago formalmente la petición”, dijo, la cual será elevada al papa Francisco.

El 3 de octubre de 1982 fue bombardeada nuestra casa y tuvimos que salir; mi papá siempre estaba ahí para cuidarnos, luego fue a ayudar a otros vecinos. Él había sido obligado a participar en las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC); después no lo volvieron a ver, quedamos en la orfandad, indicó la religiosa.

Las entrevistadas señalaron que eran campesinos, no militares. No querían patrullar, se negaron a hacerlo.

Ricardo Pinto, de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, también comentó que este día fueron inhumadas 17 de 22 osamentas encontradas en la cumbre de Iximché por antropólogos forenses, que sacaron hueso por hueso, para realizar el análisis correspondiente y determinar su perfil biológico, sexo, edad, estatura, posibles traumas y enfermedades que pudieron padecer.

Fotos: Joel Solano

Las muestras de ADN sirven para sacar un perfil genético que ingresa a una base de datos, con el fin de compararlo con los perfiles de familiares. Los que fueron identificados coinciden en un 99 por ciento, por lo que se tiene total certeza del parentesco, subrayó Pinto.

Previo depositar las 11 osamentas en el museo destinado para ello, se conoció que 4 cementerios diferentes de la localidad, siendo estos Santa Rosa 2; cementerio los Jobetes; Cementerio Santa Teresita y Cementerio los Hornos. “Hoy tendremos dónde llorarlos y llevarles flores”, dijeron los familiares.

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