Por Nancy González / Colectivo Comunidad Tz’unun Ya’
Las últimas lluvias y la tormenta tropical Julia han arrastrado mucha basura al Lago. Principalmente plásticos de un solo uso, imágenes publicadas en distintos medios de comunicación y plataformas virtuales mostraban como cientos de plásticos flotan sobre las aguas del lago, que en un futuro no muy lejano la mayoría de este material se desintegrará en partículas peligrosas que se mezclaran e invisibilizaran en las aguas, otros, se hundirán en las profundidades del Lago, mientras el resto seguirán su tránsito a las riberas de los distintos pueblos para ahogar la vida de las especies que dependen del sagrado Atitlán, este hecho es recurrente durante el invierno de cada año.
Esta escena se convierte en el espejo que refleja las inconsistencias del consumismo que nos impone este sistema capitalista, que nos está llevando a la destrucción de los recursos que nos proporciona la Madre Naturaleza. Sin embargo, esta degradación no es ajeno a las relaciones de dominio y de las formas de violencia características del modelo capitalista, patriarcal y machista.
A pesar de la existencia de normas e instituciones ambientales, todas ellas laxas y débiles, sometidas como están a los intereses del poder económico nacional y trasnacional. En las últimas semanas hemos visto incluso cómo grupos de poder intentaron crear un Super Ministerio de Ambiente lo que busca es tener una concentración de las decisiones técnicas, administrativas y financiera, eliminando los pocos pesos y contrapesos en la toma de decisiones sobre los recursos naturales.
El plástico de un solo uso, es el símbolo por excelencia del confort y facilidad de la vida moderna, sin embargo, esto ha traído consigo desequilibrios en el ambiente y en las comunidades, destruyendo ecosistemas completos y deteriorando la salud de la población alrededor del lago.
El pasado 2018 la bióloga Ninoshka López, de la Universidad del Valle de Guatemala evidenció que el Lago está contaminado en un 70% por partículas de plástico -micro plástico-, que son nocivos para la salud de las comunidades, tanto como para el Lago y las especies que de él dependen; esto se trata de un tipo de violencia que, como toda se vuelve difícil de observar por su dispersión silenciosa.
No podemos enfrentar el problema del deterioro ecosistémico del Lago, obviando las causas que la han originado. En este momento ya no podemos seguir maquillando el deterioro, menos con propuestas que se dirigen a exigirle a las poblaciones todos los compromisos económicos para reparar problemas que ellas no han creado en absoluto.
No podemos seguir simplificando la complejidad, con grandes inversiones en la reclasificación de desechos sólidos y sacrificando zonas con ecosistemas únicos para convertirlos vertederos, para satisfacer solamente mandatos técnicos sin consulta a los pueblos indígenas. Las propuestas de saneamiento no deben convertirse en factor de ganancias para la propia industria que contamina.
El Lago en distintos momentos ha sido el centro neurálgico de la imaginación desarrollista, que en otras épocas ha experimentado con sus aguas: En 1862 el gobierno de la dictadura de Rafael Carrera manifestó sus intenciones de drenar el Lago Atitlán hacia costa sur, en los años 60s el gobierno de Ydígoras introdujo la lobina negra y la carpa para la pesca ociosa; en 2017 un fallo de Un fallo de la Corte de Constitucionalidad le prohibió a la empresa Agropecuaria Atitlán S.A. propiedad de los Torrebiarte a dejar de extraer los millones de litros de agua diarios para el riego de sus cultivos; más recientemente, se difundió por distintos medios la propuesta de un infraestructura hidráulica que buscaba controlar la vida, y poner a disposición del mercado los derechos tanto al agua y como al saneamiento. Cualquier propuesta de revitalización del Lago, no debe centrarse en únicamente en posturas técnicas, deben de tomar en cuenta los consensos políticos, y sobre todo, el vasto conocimiento milenario de los pueblos.
Como Colectivo Comunidad Tz’unun Ya’ invitamos al Artista Manuel Chavajay Morales para poder representar y visibilizar la realidad compleja de la violencia visible e invisible que genera el plástico que nada sobre el lago y aquel que está diluido en sus aguas microplástico-.
Esta propuesta busca recrear la peregrinación que realizan las cofradías en Miércoles Santo denominada “la traída de la fruta” a la costa sur. Las distintas cofradías de hombres y mujeres cargan las frutas en una larga procesión en las calles del pueblo, para muchos estudiosos esta práctica tiene raíces en las celebración del Wayeb, del calendario maya. Posteriormente parte de estos frutos son expuestos en arcos en las calles del pueblo, como parte del agradecimiento por la fertilidad agrícola. En esta ocasión, se utilizará el plástico y su sentido no será de agradecimiento, sino de reclamo, de conciencia, para visibilizar y denunciar la violencia sigilosa y letal que destruye el lago. En esta representación artística se involucran a las representantes de los distintos grupos de mujeres recolectoras de San Pedro la Laguna, ellas han sido guardianas del Lago, que además de convocar a cada cierto tiempo a las jornadas de limpieza han defendido las aguas contra cualquier proyecto extractivo: En esto también involucra al artista Samuel Cumes y otros artistas.
Hacer este acto político y artístico frente a este este espacio simbólico del poder fáctico, es una forma de impugnar la racionalidad de la industria del Plástico que ha tratado de invisibilizar su responsabilidad socioambiental en la cuenca de Atitlán, transfiriéndola a las comunidades bajo la argucia de que todo depende de los hábitos responsables de consumo y que las comunidades son las que destruyen el medio ambiente, incluso, la Industria del Plástico trataron de desactivar la iniciativa que buscan la reducción del uso del plástico y la prohibición del duroport en el municipio mediante acciones legales en la Corte de Constitucionalidad.
Con esta intervención artística queremos impugnar el concepto de sustentabilidad, que en su definición se ha reducido en propuestas para sostener el modelo económico y no la Madre Naturaleza. Más bien en su práctica ha legitimado la forma en la que se organizado, transforma y destruye la naturaleza. Por lo mismo, estas prácticas son insuficientes para revitalizar al Atitlán, que es ser vivo, parte de la vida y pervivencia material y espiritual de los pueblos indígenas que la rodean. Por lo que ya es necesario transitar del antropocentrismo jurídico al biocentrismo y a nuevas narrativas para aproximar los derechos que la naturaleza tiene por sí misma a nuestra cultura jurídica.
Además, con la procesión de la basura, las Mujeres y los Artistas pretenden revelar nuestras contradicciones como sociedad de consumo e invitarnos a reinterpretar nuestra relación y vínculo con la Abuela Lago, además de despertar la conciencia dormida de las industrias y exigirles que estas toneladas de plástico ya no fluyan hacia nuestro municipio, que se busquen alternativas de sustentabilidad real, que se reconozca a la Naturaleza como sujeto de derechos y que se mandate al Estado a protegerla a través de su ordenamiento jurídico y sus políticas públicas.
San Pedro la laguna, Sololá 24 de octubre de 2022.