Créditos: Simón Antonio.
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La conmemoración del Día de la Resistencia Indígena, este 12 de octubre, coincidió con la clausura de la Tercera Cumbre de Mujeres Indígenas en Abya Yala, que se llevó a cabo en la ciudad de Guatemala. Durante la actividad se leyó la declaración de la Cumbre, se reconoció a las mujeres de Super Zarco y se llevaron a cabo actividades artísticas. Sin embargo, un grupo de veteranos militares, que exigen al Congreso un resarcimiento económico, irrumpieron en la actividad e intentaron intimidar a las mujeres que estaban en la Plaza de las Niñas.

Por Simón Antonio Ramón

Durante el desarrollo del acto de clausura se realizaron actividades artísticas, una de las primeras intervenciones fue la de la agrupación Mayib’ K’astajib’al, de Santo Tomás, Chichicastenango, una marimba integrada por niñas maya Kaqchikel. También se presentó una danza tradicional garífuna.

Foto: Simón Antonio.

Desde las 9 de la mañana, un grupo de mujeres de distintas organizaciones se movilizaron para hacer un llamado a los pueblos indígenas, tejer la unidad y enfocarse en el fortalecimiento político ancestral. También llamaron a luchar por la recuperación su identidad y sus raíces.

Un grupo de mujeres Ixil se presentaron en el escenario y una de ellas habló sobre el contexto de criminalización que enfrenta la población indígena de Guatemala. La organización de la Tercera Cumbre de Mujeres Indígenas en Abya Yala entregó un reconocimiento a las mujeres maya Q’eqchi’, de Sepur Zarco, Izabal, que lograron que la justicia condenara a oficiales del ejército que las sometieron a esclavitud sexual en los años 80.

Mientras se desarrollaba el evento de clausura sin ningún contratiempo, un grupo de veteranos militares que llevan varios días en los alrededores del Congreso exigiendo el pago de un resarcimiento por su participación en la guerra interna, llegó a la Plaza de Las Niñas, para intentar acercarse al escenario, causando la molestia de las participantes. Entre periodistas se rumoró que en el Congreso habían detectado a un supuesto infiltrado, al que  habrían seguido hasta la plaza, donde lo golpearon.

Al grito de “¡Fuera, fuera, fuera!” fueron expulsados los exmilitares que intentaban interrumpir la actividad y provocar a quienes participaban en la clausura de la Tercera Cumbre de Mujeres Indígenas. Las mujeres formaron una valla para que no avanzaran.

Foto: Simón Antonio.

A pesar de que en el Palacio Nacional había un nutrido grupo de policías resguardando el edificio, no se acercaron para brindar seguridad a las participantes, aun cuando desde la tarima y con la voz amplificada en un micrófono, una de las organizadoras había pedido su intervención. Minutos después llegaron agentes de la inspectoría de la Policía Nacional Civil (PNC), pero las asistentes a la actividad ya habían sacado a los exmilitares entre gritos de “¡fuera, asesinos, fuera!”.

El Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular y la Tercera Cumbre de Mujeres Indígenas de Abya Yala cerró con la fuerza de la música de la cantautora maya Kaqchikel Sara Curruchich.

La Tercera Cumbre de Mujeres Indígenas en Abya Yala inició el sábado 8 de octubre con la llegada de las participantes nacionales e internacionales; el domingo 9 se llevó a cabo la inauguración. En los días posteriores se realizaron actividades de análisis, equipos de trabajo y actividades artísticas. La Cumbre de Mujeres Indígenas se realizó por primera vez en Bolivia, la segunda fue Perú y la tercera en Guatemala, y al final de la reunión en Guatemala se anunció una cuarta en México.

En el evento, las mujeres indígenas analizaron y debatieron sobre la situación de violencia hacia ellas y contra los pueblos indígenas en América Latina, en el ejercicio de los derechos individuales y colectivos. “Concluimos que las formas de violencia: físicas, psicológicas, sexual, política y económica entre otras, se profundizaron durante la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19 y evidenciaron exclusiones históricamente desatendidas por el Estado”, apuntaron en su declaración.

Foto: Simón Antonio.

Señalaron a las empresas transnacionales como responsables de las violencias que denunciaron las mujeres indígenas en complicidad con los Estados. Provocando saqueos, despojo y mercantilización de territorios, saberes y conocimientos ancestrales y colectivos, persecución, criminalización, empobrecimiento.

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