Kajkoj Máximo Ba Tiul[1]
Es un pueblo pequeñito de Guatemala, de aproximadamente 70,000 habitantes, ubicado al norte del país, con una población mayoritariamente indígena, principalmente Poqomchi y Q’eqchi. Después de muchos años de miedo y oscuridad, hoy como que vuelve el espíritu de los hombres y mujeres que fueron vilmente desaparecidos, torturados, asesinados, en el contexto de la guerra fría, cuando se liquidaba a quienes solo buscaban un mejor futuro para su pueblo; cuando se perseguía a hombres y mujeres honestos del pueblo y acusados de ser comunistas (sin saber que era eso) y de guerrilleros.
Hoy, el espíritu y los pasos de don Poli, Salvador, Lázaro, Carlos Antonio, Teresa, Luis, Guayo, las doce mujeres violadas en Chixoy, cientos de hombres y mujeres masacrados en diferentes aldeas del municipio, está surgiendo. Este halo de esperanza se está haciendo vida en un grupo de hombres y mujeres, de diferentes edades y motivados por el bien común, asumiendo su derecho a la demanda, a la resistencia y a la rebeldía, exigen al actual alcalde y concejo municipal, que trabajen por el bien común y dejen de seguir siendo los “holgazanes” de la política. Que asuman su compromiso que emana de la Constitución Política, del Código Municipal y de la Ley de Consejos de Desarrollo, de ser garantes de los derechos de los ciudadanos y no de “vividores” de los recursos de la municipalidad, como hasta ahora lo han hecho.
Estos últimos 30 años, en este municipio, han desfilado una gran cantidad de alcaldes (ladinos e indígenas), que han hecho un botín de la municipalidad y de los bienes del municipio. Muchos bienes de la municipalidad, como tierras y viviendas, fueron casi rifadas al mejor postor. Por ejemplo: “las conocidas como -casitas nuevas-, los supuestos dueños, ostentan una escritura ilegal y un plano que les dieron por parte del Registro de Información Catastral (RIC) por ser una institución corrupta”.
Las tierras municipales, como el lugar conocido como “el Rastro Viejo”, donado o vendido a financistas del actual alcalde municipal y así otros bienes municipales, que podrían ser los lugares adecuados para resolver el déficit de parqueos, mercados, áreas verdes, etc. Como el “relleno” a la orilla de la laguna, que, en su mayor parte fue cedido ilegalmente a algunas personas, como un “contratista de la municipalidad, financista de partidos políticos, acusado de corrupción por construcción de edificios de bomberos voluntarios y otras formas de enriquecimiento ilícito”.
En este territorio, en donde antes se vivía de aguacate, café, pimienta, pacaya, maíz, frijol, makuy, bananos, plátanos, kiyow, entre otros, hoy una gran población vive en extrema pobreza, niños que mueren antes de nacer, mujeres que mueren al momento de dar a luz, niños, niñas, ancianos y ancianas con desnutrición crónica y sistemas de agua y escuelas en mal estado, educación de bajo nivel, falta de fuentes de trabajo, entre otros.
Y a pesar de estos problemas, la población es en su mayoría honesta, honrada, trabajadora, pero subyugada y oprimida por líderes políticos, que convirtiéndose en pequeños “dictadorzuelos”, se aprovechan de esta condición de la población, para enriquecerse ilícitamente y que después de su gestión se pasean sin mayor vergüenza en medio de la población, dándose la “ínfula” de haber sido alcaldes o concejales, pero que la historia los conoce como corruptos, ladrones y mentirosos.
Los diferentes alcaldes y concejos municipales que han desfilado después de la firma de la paz, se habían acostumbrado a una sociedad civil, sometida y miedosa. Se habían acostumbrado a tener COCODES a la medida de sus intereses. Pero, hoy, el despertar de la sociedad civil les está generando, talvez no “temor”, porque los criminales no temen, pero si preocupación y enojo, no se esperaban que podría resurgir el “puma”[2] que, a pesar de ser todavía pequeño, ruge y poco a poco está fortaleciéndose.
Estos titiriteros de la política, se habían acostumbrado a dialogar con “supuestos” representantes de la sociedad civil, que igualmente han sido corruptos y por su causa tenemos proyectos no solo inconclusos, sino inoperantes, como el drenaje, la planta de tratamiento, los pozos de agua, caminos vecinales y que hoy exigen de una nueva “sociedad civil organizada, honesta, con ética y moral, con principios y valores humanos y ciudadanos”, no esa corrupta sociedad civil, que igual le hace el juego a los políticos corruptos.
Algo está pasando en San Cristóbal Verapaz y ya era tiempo, porque el hartazgo y la cólera se adueña de los pensamientos, corazones y estómagos del cristobalense honesto. Del cristobalense que siempre soñó con un pueblo más justo y más humano.
Este despertar del pueblo debe ser visto con futuro, y así debe ser asumido por los políticos que ahora se preparan para la próxima contienda electoral. Porque este pueblo que ya está despertando, nadie lo podrá adormecer. Y de ahora adelante, este pueblo despierto, no aceptará un nuevo gobierno municipal, corrupto, mediocre y sin capacidad de administrar el municipio.
[1] Maya Poqomchi, antropólogo, filósofo y teólogo, investigador y escritor.
[2] Haciendo referencia al antiguo nombre de San Cristóbal Verapaz. “Qaq’Koj, la tierra del puma”.