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El alto costo de la vida se traslada la ciudadanía guatemalteca

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Créditos: Ivania Sibrian
Tiempo de lectura: 5 minutos

“Antes de la pandemia ya había una crisis económica; con la COVID-19 se vino una ola de despidos laborales y el empresariado aprovechó para aumentar precios en algunos sectores. La lógica del capitalismo y neoliberalismo guatemalteco es responder a las 20 o 30 familias que gobiernan Guatemala”, Luis Armando Ruiz.

Por Diego Petzey

En el mercado de Santiago Atitlán, el precio de la mayoría de los productos aumentó un quetzal. Si antes, la libra de tomate costaba tres quetzales, ahora cuesta cuatro, la libra de cebolla costaba seis quetzales y ahora siete. El quintal de maíz actualmente cuesta 220 quetzales, y entre algunos comerciantes se rumora que en las próximas semanas podría llegar a costar 300 quetzales el quintal.

Pero el alto costo de los productos de la canasta básica no es el único aumento que las familias han tenido que enfrentar. También el costo de la energía eléctrica se elevó. Diego Sapalú, un padre de familia, relata que en diciembre del año pasado pagó 125 quetzales por este servicio, pero en enero pasado pagó 144 quetzales y en febrero su factura se duplicó por un total de 250 quetzales respecto a la última factura de 2021.

Dolores Quievac, integrante de la organización de mujeres Buena Semilla, dijo que el alto precio de la canasta básica ha impactado de manera profunda a la economía familiar. A decir de Quievac, la mayoría de las familias en Santiago Atitlán se dedican principalmente al comercio y por el alto costo de los combustibles se dificulta el traslado de sus productos a otros departamentos.

En Santiago Atitlán existen tres gasolineras, en las cuales el galón de combustible pasó de 27 quetzales, en enero a 44 quetzales actualmente.

Víctor Choy es un joven que se graduó de maestro de educación primaria el año pasado, pero trabaja como ayudante de albañil. Ante la falta de oportunidades laborales muchos jóvenes como él pasan la misma situación.

De acuerdo al anuario estadístico del Ministerio de Educación, en 2020 en Santiago Atitlán se graduaron 457 estudiantes del nivel diversificado. De los 526 que se inscribieron a principios de ese año, 25 no culminaron sus estudios y 44 no ganaron sus cursos.

Sobre la situación económica, Esperanza Reanda, una artesana que trabaja en la elaboración de mostacilla, cuenta que los precios de la materia prima que utiliza aumentaron desde diciembre del año pasado. Reanda dice que algunas semanas atrás, una onza de mostacilla costaba 5 quetzales y ahora 7. La madeja de hilo que emplea para la elaboración sus productos, antes tenía un costo de 17 quetzales, y ahora se cotiza en 23 quetzales.

Esperanza Reanda, trabaja en el patio de su casa elaborando mostacilla. (Créditos: Diego Petzey)

“Aquí los únicos que ganan siempre son los empresarios porque ellos aumentan los precios de las cosas y el gobierno no hace nada para solucionar esto”, declaró Reanda ante los precios altos de la canasta básica y de los materiales que utiliza para las artesanías que elabora.

Reanda mencionó que por cada docena de llaveros que elabora le pagan un máximo de 130 quetzales; para finalizar este trabajo se tarda 3 días, empleando entre 6 y 8 horas diarias. Según Reanda debe trabajar el mayor tiempo posible para apoyar a su esposo que se desempeña como ayudante de albañil. Entre los dos trabajan para mantener a su familia integrada por cuatro personas.

Me puede faltar la comida pero que no me falte la tortilla

Manuel Coquix, un agricultor de 50 años y originario de Santiago Atitlán relató que desde su niñez se dedica a la agricultura para el sostenimiento familiar. Manuel siembra y cosecha hortalizas y verduras en su pequeña parcela y luego son vendidas por su esposa en el mercado local. También siembra y cosecha maíz para su consumo, en una extensión de tierra que renta a una finca en Patulul, Suchitepéquez.

“A Dios gracias, yo siembro milpa y tengo mi maíz para consumir. Me puede llegar a faltar la comida, pero que no me falten las tortillas; las tortillas son lo más importante”, es lo que dijo Manuel al preguntar sobre la cantidad de mazorcas que almacena en su casa. Añadió que con otros siete agricultores se unieron para solicitar al propietario de una finca en Patulul que les rentara una extensión de tierra para sembrar maíz, por la que pagaron 350 quetzales. Además, con el aumento del pasaje, de 20 a 30 quetzales, se turnan una vez por semana para ver sus siembras.

Manuel Coquix, almacena mazorcas en su casa para los próximos ocho meses. (Créditos: Diego Petzey)

Al preguntarle sobre los ingresos que obtiene de las ventas de sus cosechas rápidamente responde que todo ha subido de precio y son muy pocas las personas quienes compran con los costos justos. La mayoría de las personas regatean o simplemente no compran. Manuel calcula que diariamente obtiene de ingresos económicos entre 40 y 60 quetzales y que esto no alcanza para comprar alimentos a sus cinco hijos.

Mis hijos tuvieron que migraron ante la falta de oportunidades

Jesús Ortiz, un hombre de 57 años, originario de Patulul, narró que cada día viaja desde su lugar de origen hacía los diferentes pueblos alrededor del lago Atitlán reparando zapatos, y que antes de la pandemia el costo del pasaje era de 10 quetzales y en la actualidad paga 20 quetzales.

Ortiz tiene seis hijos y los primeros tres migraron a finales de 2020 hacia Estados Unidos, por la falta de oportunidades laborales. “Yo no sé qué haría sin la remesa que mis hijos me envían para sobrevivir”, concluyó Ortiz.

Ortiz trabaja en arreglar zapatos en los domicilios de las personas en varios municipios en la cuenca del lago Atitlán. (Créditos: Diego Petzey)

El economista Luis Armando Ruiz, dijo a Prensa Comunitaria que la escalada de precios en los productos para la economía guatemalteca no inició en 2020 sino antes de la pandemia de la COVID-19. Muchos sectores ya hablaban sobre una crisis económica en el país y la pandemia fue utilizada por el sector empresarial para bajar salarios, acortar plazas laborales, forzar trabajo extraordinario a los trabajadores para mantener rendimiento de la producción y aumentaron algunos precios en algunos sectores.

Para Ruiz, el aumento de precios se justifica parcialmente por el conflicto que está ocurriendo entre Rusia y Ucrania, y esto se ha reflejado en el aumento de los combustibles. Agregó que en estas situaciones, el incremento de precios se debería reflejar entre 3 y 4 meses pero, algunos empresarios ha aprovechado esta situación para elevar los precios de manera automática, aunque aún no se refleja el total del impacto en los precios.

“El empresariado evita ser afectado y traslada los costos elevados al consumidor final, y ni siquiera existe una mejora de salarios de sus propios empleados”,  indicó Ruiz.

A principios de este mes el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) publicó el informe mensual del índice de precios de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) correspondiente a febrero. En el reporte se registra que de los 34 productos que conforman la canasta básica, 23 aumentaron los precios. Para inicios de marzo el costo de la canasta básica para una familia de cuatro integrantes era de 3 mil 134 quetzales, mientras que la canasta básica ampliada se situó en 7 mil 237 quetzales.

De acuerdo al INE la canasta básica alimentaria está conformada por cereales, pan, pastas, tortillas, carnes, lácteos, huevos, aceite, frutas, verduras, frijol, azúcar entre otros. El INE define estos productos como un mínimo necesario para satisfacer las necesidades energéticas y proteínicas de una familia.

Vendedoras en un día de mercado en Santiago Atitlán. (Créditos: Diego Petzey)

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