Ruda es poderosa, resiliente, fuerza, amor, testimonio, feminismo, reflexión y entrega; pero también es un espacio digital que se comenzó a gestar desde el 2017 para evidenciar, publicar y visibilizar las voces y narrativas de las mujeres. A un año más de su aniversario, mujeres diversas que la conforman y periodistas que han dado seguimiento a su trayectoria comentan sobre los desafíos, las disputas y sobre todo los aprendizajes.
Por Lourdes Álvarez Nájera
Ruda es una revista digital feminista que forma parte de los proyectos de la agencia de noticias Prensa Comunitaria y que este sábado cumple su segundo aniversario. Se describe en sus diversas plataformas como sembrada y formada por mujeres con miradas feministas, multidisciplinarias, comunitarias y resilientes.
Para Ketzalí Pérez, maya Poqomam, coeditora y parte de la mesa editorial, esa descripción las diferencia en el enfoque del trabajo desde y para las mujeres, que no solo incluye a las mujeres heterosexuales, también a la diversidad trans, lesbianas o mujeres de diversos territorios.
Ketzalí tiene 24 años y cuenta que se integró al proyecto de Ruda de manera voluntaria desde su inicio. Destaca que el periodismo feminista y comunitario no es algo nuevo, pero que en los últimos años ha tomado relevancia. Entre los proyectos similares a Ruda se encuentran la revista Volcánicas y Brújula, de donde dice, Ruda también ha tomado y compartido aprendizajes.
El aprendizaje ha sido colectivo, según Ketzalí, porque también desde Ruda se han generado espacios para intercambiar con mujeres de distintas edades y conocimientos, y así encontrar reacciones importantes en ese camino.
“A nosotras nos va a llegar nuestro tiempo y van a venir otras a asumir. Uno de los principales retos ha sido que, de manera teórica, se sabe cómo aplicar el feminismo y el periodismo, pero el aprendizaje ha sido encontrar nuevas narrativas y formas de cómo aplicar el periodismo feminista comunitario. Hemos cometido algunos tropiezos, errores, pero es justo eso lo que nos ayuda a poder superarlos”, agrega Ketzalí.
Asimilar que se puede ver y hablar desde y para las mujeres, sin revictimizar, sin estereotipos, prejuicios o roles asignados no es una tarea sencilla.
Para Marta Karina Fuentes, de 49 años, quien lleva la coordinación administrativa de Ruda, la experiencia más importante en ese sentido fue la campaña Aprenderemos a vivir, donde Ruda lanzó una convocatoria a todas las mujeres que quisieran contar su experiencia a partir de lo que estaban viviendo durante la pandemia de COVID-19.
“Nos escribieron artistas, mujeres que se habían ido a una finca a trabajar, mujeres que estaban en su casa viendo lo difícil que era tener que trabajar desde ese espacio y hacer las cosas de limpieza, atender a los hijos con clases y cómo la vida les había cambiado. También personas que practican yoga, meditación, que compartían información sobre actividades para que la pandemia no afectara tanto”, recuerda Marta Karina.
A partir de esa experiencia, Marta Karina considera que en las mujeres quedó la idea de Ruda como un espacio formado desde y para ellas, donde podían expresarse y compartir lo que estaban viviendo durante el confinamiento derivado de la pandemia. Lo privado y considerado reservado, pasó al debate público.
¿Quién autoriza o silencia voces?
Para la periodista y columnista guatemalteca, Marielos Monzón, en un país como Guatemala donde hay voces permitidas y altísima concentración de la propiedad de los medios de comunicación, el surgimiento y posicionamiento de nuevos medios con miradas distintas abona a la pluralidad y a la posibilidad que la población tenga acceso a perspectivas desde diferentes sectores, grupos o esfuerzos.
“En un país como este, también es un gran reto y una gran responsabilidad porque nos enfrentamos a un discurso hegemónico y único que está presente en el monopolio de la televisión, en los oligopolios radiales y en esos medios de comunicación que están más vinculados al statu quo, agrega Monzón.
Para la periodista resulta un desafío poder generar una comunicación alternativa, que sin pretensiones, piensa en darle espacios a otras voces y otras miradas, pero no quedarse en un discurso marginal, si no en una posibilidad de hacer un discurso que abone y que la gente se sienta identificada.
Para Monzón, aunque las guatemaltecas representan el 52% de la población, no están realmente representadas en los lugares donde se toman las decisiones y son pocas las mujeres que dirigen medios de comunicación. También son pocos los medios que abarcan esas miradas y esas visiones desde las mujeres.
“Un medio que tiene esas miradas hacia las mujeres tiene la gran posibilidad de que las mujeres opinen sobre todos los temas, científicos, culturales, políticos, sociales, entre otros. Son las voces de las mujeres presentes en toda la cobertura, no solo en aquellos que se piensa son temas para mujeres o donde las mujeres deben opinar”, agregó.
En opinión de Marielos, a la sociedad machista y patriarcal se le debe disputar hasta los lugares donde las mujeres son permitidas y mostrar que el espacio público también es de ellas.
“Con los territorios, estamos hablando de hasta una triple discriminación a los pueblos indígenas, porque hay un racismo estructural y un machismo estructural que te atraviesa si además de ser mujeres eres indígena”.
Disputa al periodismo “objetivo”
Según Andrea Rodríguez, coeditora en Ruda, comunicar desde Ruda implica una gran responsabilidad, porque se habla de las experiencias de vida de las mujeres y en algunos casos de la violencia contra ellas.
Cuenta que se integró al proyecto en junio del 2020, justo en los primeros meses de la pandemia, por una invitación personal. Empezó a trabajar como editora de textos pero poco a poco dice que fue aprendiendo a escribir más y a trabajar notas. En el 2021 se incorporó al proyecto como investigadora.
“Aunque sí tenemos varios criterios para saber cómo abordar esas violencias siempre es un reto en cada historia porque es diferente, aunque existan ciertos patrones, siempre es un reto abordarlas desde una mirada feminista y con empatía”, argumenta.
En su opinión, otro reto entre mujeres periodistas debe ser fortalecer el periodismo feminista en el país y en la región, para encontrar nuevas formas de contar y aportar, en su caso, también desde el camino de la sanación.
Además, considera que es importante hacer notar que hacer periodismo feminista también implica un papel político dinámico.
“Pensar que el periodismo tiene que ser objetivo, también es asumir una postura. Desde el periodismo feminista tenemos un papel político dinámico, porque comunicar es un poder también para visibilizar ciertos problemas, es tener la posibilidad que las personas conozcan y se informen. Al final, este tipo de periodismo busca tratar de poner a las mujeres en el centro y creer en el testimonio de las mujeres, eso es una posición política clara”, añade.
Para Andrea, aunque el periodismo feminista aborda historias particulares de cada mujer, también atraviesa estructuras de poder que involucra a todas.
Entre los casos que más han impactado el trabajo de Andrea, se encuentran el de la periodista maya K’iche’ Anastasia Mejía. “Estuvo presa por hacer su trabajo como periodista, vemos como en ese tema se atraviesan diversas condiciones, por ejemplo, su participación política, ser una mujer maya, ser una autoridad dentro de esa espiritualidad y su estatus como periodista”.
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El caso de Luz María López, también fue destacado por Andrea, porque a través del ejercicio periodístico y cobertura pudo conocer la historia de vida y el ciclo de violencia que ella atravesó, pero también la historia de la familia y su persistencia para exigir justicia. Además, las diversas redes de apoyo que se activaron para buscar justicia para los femicidios en el país. “Sabemos que hay muchos casos y no todos pueden ser conocidos a nivel público, no tienen tanto apoyo, pero esas redes son importantes para que nosotras como medias de comunicación podamos dar a conocer esa lucha común”.
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Las mujeres Achi y su constante disputa ante el sistema de justicia guatemalteco también fueron mencionadas por Andrea. “Ellas hablan sobre la guerra y memoria histórica y vemos la forma en que el caso se retrasa tanto, además de todo lo que les ha tocado atravesar, obstáculos judiciales, racismo, son esas historias importantes de dar a conocer, porque pese al tiempo, eso sigue siendo relevante, para reconocerlo y acompañar la justicia para todos”.
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Pese a que en el país existe una brecha digital grande, para Marielos es importante que existan medios como Ruda, que abonan al derecho a la información y comunicación, algo que recalca, no es un derecho de las y los periodistas y de los medios, es un derecho de la ciudadanía.
Para cumplirlo, dice que se debe garantizar que haya diferentes miradas, perspectivas en la información que se está compartiendo y esto pasa por abrir y terminar este modelo de medios donde hay monopolio y concentración de propiedad.
“No se trata de desaparecer los medios comerciales, se trata de abrir el abanico para garantizar que haya pluralidad para que las distintas voces y miradas estén presentes en el debate nacional”.
Para Marta Karina, uno de los principales retos será el financiamiento para la autosostenibilidad. “Somos un equipo pequeño de siete personas que hacemos todo, imagínate lo que haríamos si fuéramos 15”.
Las entrevistadas coinciden en que el año nuevo depara grandes retos y aprendizajes para las mujeres diversas. Entre ellos la capacidad de sumar y presentar temas amplios donde se sienta convocada la sociedad, para que el periodismo con miradas de mujeres y hecho por mujeres, sume a otros sectores.