Por Francisco Simón Francisco, enviado especial
Ciudad Acuña, en Cohauila, México, se ha vuelto un paso cotidiano de personas de diversos países, a partir de la crisis de migrantes haitianos, que arribaron en septiembre pasado a esta frontera, sobre el Río Bravo.
Fotos: Francisco Simón Francisco.
Desde entonces es común ver personas provenientes de Honduras, Nicaragua, Cuba y Venezuela, así como de otras regiones de Sur América, África y Asia, que intentan llegar a Estados Unidos, en busca del sueño americano.
Entre las y los migrantes hay madres o padres con hijos e hijas. Algunos mueren ahogados y otros son deportados a sus países de orígen o al país desde el que entraron, en este caso a México o Guatemala, bajo el Título 42.
Foto: Francisco Simón Francisco.
Otras personas prefieren quedar varadas en la frontera de Ciudad Acuña, que ser deportadas a su país de origen.
En este lugar dejan pasar a migrantes de Nicaragua, Cuba y Venezuela, argumentando que son migrantes en situación de crisis políticas por los gobiernos de carácter autoritario, según cuentan los migrantes varados en esta ciudad.
Fotos: Francisco Simón Francisco.
Quienes provienen de Guatemala, Honduras y El Salvador no son incluidos en la lista, porque se dice que la gente recibe apoyo del presidente Giammattei, con la cooperación de Estados Unidos. “Así que no estamos bajo la dictadura”, cuenta una persona de origen Mam, de San Marcos, varado en está ciudad, a la espera de su turno y que se determine si recibe asilo o no por parte de las autoridades del gobierno de Joe Biden.
Foto: Francisco Simón Francisco.
El drama de la migración en Ciudad Acuña que separa el Río Bravo con Texas, Estados Unidos, comenzó con la llegada de más de 14 mil haitianos a principios de septiembre, que rebasó las capacidades de las autoridades de ambas países para atenderlos.
Lo migrantes indican que prefieren vivir varados en las fronteras de México que ser devueltos a sus países de origen que lo único que les ofrece es violencia, pobreza y corrupción.
Foto: Francisco Simón Francisco.