Por Miguel Ángel Sandoval
Hace años en una caricatura de Plantú en Le Monde, vi por primera vez el horror que vivían los palestinos. Era un tanque apuntando a un palestino amarrado a un cedro de Líbano. Antes o después la guerra para desalojar a los palestinos de sus tierras. Y junto al desalojo de tierras históricas de los palestinos, las ocupaciones de la Cisjordania, de los Altos de Golán, de la península de Sinaí. Todo lo que hoy los voceros de Israel ocultan de forma sistemática. Y por supuesto, los fundamentalistas guatemaltecos que no piensan al repetir tonterías sin sentido.
Los tiempos cambian. Primero tuve absoluta empatía con los judíos masacrados en la segunda guerra mundial por el nacifascismo alemán. Adelante, al ver el filme “Exodus” basado en la obra de León Uris, viví con mi generación la admiración por la lucha de los judíos que buscaban la creación del estado de Israel. La resistencia israelí animó las luchas de resistencia en países tan lejanos como Guatemala. Esas luchas eran justas. Pero los tiempos cambian.
Los judíos que sufrieron el holocausto, más adelante se hicieron cómplices de un genocidio diferente, el que la oligarquía guatemalteca y su ejército llevaron a cabo en Guatemala con la ayuda puntual de Israel. Ese es el origen de los aviones Arava y Kfir, de los fusiles Galil, de los vehículos blindados conocidos como cusucos, de tantas cosas más, incluyendo la inteligencia para asesinar a los opositores a los militares y su gobierno. Todo eso también está documentado.
En el campo diplomático, Guatemala voto por la creación de Israel es cierto, pero, junto con el estado palestino. En resumen, dos estados, dos soberanías, dos poblaciones. Y un lugar neutral con la supervisión internacional: Jerusalén. Ese fue el voto de García Granados en 1948. No otro. Por eso mis críticas a cancillería guatemalteca por violar una postura que tiene su origen en la creación de los dos estados por la ONU, no en el capricho de un recién venido a la política e ignorante, como el expresidente Morales. Por ello mi condena a cancillería guatemalteca que no ha sabido defender una postura histórica con fuertes bases y apoyos.
En la actualidad no se puede tolerar la agresión de Israel sobre Palestina, con el objetivo de echar a los palestinos al mar, quitarles lo poco que les queda de territorio, en lo cual los mapas que se publican no dejan lugar a equivocarse, y contra la opinión internacional, violando todos los convenios internacionales, la Carta de la ONU, las resoluciones que vienen desde 1948, 1967, 1971, etc. Y las conversaciones de paz y acuerdos entre Palestina e Israel. Yo mismo estuve sentado En Oslo, en la mesa en donde se firmaron unos acuerdos de paz, entre Palestina e Israel, ello en el marco del proceso de paz en Guatemala y en esa mesa se firmó el acuerdo para el retorno de los refugiados y desarraigados por la guerra interna.
La política patentada por Israel es la del “hecho consumado” lo cual ya es una materia en política internacional. Primero ocupan territorio, masacran a la población y luego ofrecen diálogos, acuerdos, buena voluntad. Pero en este momento lo único que se puede decir es que, en Palestina, vendrán por todos, y en ese lugar, no se salva ni Dios, lo asesinaron, como reza el poema que canta Paco Ibáñez. Mis votos por la paz en medio oriente, por los dos estados, Palestina e Israel y por el respeto de Jerusalén como territorio neutral bajo supervisión internacional. Es mi ferviente deseo.