Por Casa Lúdica Chi Xot
En el Dia Internacional de la Tierra
Las abuelas y los abuelos nos cuentan que todo cerro y bosque tienen su rajawal, su guardián. Las mujeres y los hombres kaqchikeles de Chi Xot sabemos de nuestras madres, padres, abuelos y abuelas que de la tierra nacimos, que de ella viene la milpa, el frijol, el güicoy, las habas, la papa, el miltomate, las hierbitas, los chipilines. De ella vivimos, ella nos alimenta. Por eso decimos que es nuestra madre.
Pero también es la casa de nuestros hermanos árboles, nuestras hermanas aves, animales del monte, no solo es nuestra madre, es la madre de todos los seres que existen en este territorio, por eso decimos qate’ ruwach’ulew. Nuestra, porque la compartimos con las hermanas flores, plantas, árboles, pájaros y demás animalitos del monte.
Ellas y ellos nos han enseñado que nuestra qate’ ruwach’ulew tiene sus rajawales, sus guardianes, sus protectores. A quienes debemos pedir permiso para visitar los bosques, los cerros, los ríos, los nacimientos, los lugares sagrados donde se hablan con las y los ancestros. Las abuelas y abuelos kaqchikeles de Chi Xot lo saben, por eso danzan cada año con los rajawales del pueblo que son nuestras hermanas aves KOT (águilas) y los b’alam (jaguares). Las aves Kot y los b’alam son nuestros símbolos ancestrales que nos recuerdan, que somos parte de la tierra, que dan testimonio de nuestra originaria armonía.
Hoy es el Día Internacional de la Tierra y en el pueblo Kaqchikel de Chi Xot, San Juan Comalapa, las y los jóvenes dejamos registro en nuestra memoria y en la memoria colectiva a través del arte. Hoy concluye una iniciativa que nació del invierno de 2020, ideas que se hacen posibles y tangibles al elaborar el mural räx nu k’ux (mi corazón verde). Este mural es la plasmación del pensamiento juvenil que esboza todas aquellas propuestas artísticas que decenas de jóvenes, niños y niñas construyeron para construir colectivamente el boceto del mural que hoy se plasma en una de las principales calles de este pueblo que resiste de distintas formas, entre ellas, el arte.
Este es un mural dedicado a conservar, a través de este aspecto de la humanidad que nos trasciende, el arte, aquellas prácticas comunitarias que las y los abuelos hacen vivir para el cuidado de la madre naturaleza y a todos aquellos elementos históricos que representan nuestra armonía inherente con ella. Para hilar este pensamiento que a las nuevas generaciones se nos está olvidando frente a la profunda colonialidad de nuestras conciencias.
Hoy la juventud de Chi Xot hace un intento por decirle, no solo a nuestro pueblo mismo, sino a toda la humanidad, que es imperativa la transformación de nuestras actitudes individuales y colectivas con las que tratamos a nuestra madre. Le decimos al mundo que es preciso quebrantar esa forma colonial de pensar a la madre tierra como ajena a nuestra propia existencia y que este es un proyecto histórico que lo podemos realizar en nuestras vidas cotidianas a través del reconocimiento como seres kaqchikeles.
Este mural estará presente desde ahora en una calle de Chi Xot para reflexionar nuestras conductas, prácticas y pensamientos con las miradas fijas al pasado, en el presente y hacia el futuro como nuestras aves guardianas Kot, cuyas cabezas ven, una hacia adelante y otra hacia atrás. Este mural también es un intento de enseñar y aprender desde las calles, desde esos espacios de colectividad a través del arte, este espacio se convierte entonces en un camino para la reivindicación y transformación de las sujetas y sujetos sociales.
Con el permiso a las tres aves Kot y sus poderosas vistas: volteamos hacia el pasado para traer a nuestra memoria, aquellas enseñanzas de nuestros abuelos y abuelas sabidurías para cuidar los bosques, los ríos, los nacimientos, los cerros, la tierra, a nuestros hermanos animales que viven en el monte. Miramos y vivimos nuestro presente, para reflexionar sobre nuestras actitudes individuales y colectivas que dañan a la madre naturaleza, para transformarlas y ver hacia el futuro para proteger la vida de la madre naturaleza, que es nuestra vida. Así como los Kot protegen al Pueblo de Chi Xot, de hambrunas y de los malos tiempos, guardando en su pico nuestro alimento y en sus cuellos las semillas de la tierra. Así nosotras y nosotros, abuelas, abuelos, mujeres, hombres, jóvenes, jóvenas niños, niñas kaqchikeles, estamos llamados a tomar ese ejemplo y defenderla. De esta forma celebramos el día de la tierra.