Por Lourdes Álvarez Nájera
En el marco de las acciones de seguridad, conjuntas y regionales, que las instituciones de gobierno han planteado ante el anuncio de una nueva caravana de migrantes que saldría desde Honduras rumbo a Estados Unidos este 30 de marzo, poco se ha abordado sobre las estrategias para resolver la problemática que origina el desplazamiento de miles de personas, o sobre las necesidades y deudas pendientes de los Estados con la población migrante, entre ellas las desapariciones.
Han pasado diez años y a Luisa*, Irene* y Sofia* nadie les ha dado una respuesta sobre el paradero de sus seres queridos, que como muchas de las personas migrantes que anhelan un mejor futuro, salieron de Guatemala en busca de una mejor vida en Estados Unidos, pero nunca más se supo de su paradero.
“Cuando Luisa tenía cuatro años, su mamá migró de Guatemala rumbo a México y luego a Estados Unidos con el sueño de darle una mejor vida a su familia, huyendo de la violencia, buscando la sobrevivencia. Aunque prometió que se comunicaría, nunca más volvieron a recibir noticias de ella”, según uno de los testimonios recopilados por la delegación regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para México y América Central y presentado como parte del balance humanitario 2021, el pasado miércoles 24 de marzo.
Irene*, es otra de las niñas guatemaltecas afectada por la desaparición de su padre migrante. Ella y su hermano quedaron a cargo de su abuela paterna, en el departamento de Retalhuleu y pueden sobrevivir con ayuda de organizaciones no gubernamentales para sostener sus estudios, la alimentación y vestuario.
“Mi hijo está desaparecido. Él me dejó a sus dos hijos. La niña está en 5to. grado y su hermanito en 6to. Primaria. Yo trabajo pero también tengo que pagar una deuda que me dejó mi hijo, es algo muy doloroso para todos los que tenemos a nuestro hijos desaparecidos”, enfatizó la abuela de Gabriela.
Para Sofía*, la historia es similar, su esposo salió hace nueve años de su comunidad en Chimaltenango rumbo a Estados Unidos, pero nunca volvió a saber de su paradero.
Ella también recibe apoyo de oenegés para poder pagar los estudios del hijo que ambos procrearon, porque se quedó sin oportunidades para poder sostenerlo.
Según un boletín del Grupo Regional sobre Riesgos, Emergencias y Desastres para América Latina y el Caribe (REDLAC) sobre la Violencia y la Protección en el norte de Centroamérica y México, publicado en noviembre de 2020, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala recibió 324 reportes de personas de origen guatemalteco desaparecidas en el extranjero entre 2016 y 2020.
De estas, el 83% no fue localizado, el 8% fue encontrado con vida y el 9% apareció sin vida, no obstante, esas estadísticas no reflejan la totalidad de los casos, pues muchas personas no reportan la desaparición de sus familiares migrantes por miedo o por desconocimiento de los mecanismos de denuncia, lo que sugiere que la magnitud de la problemática es mucho más amplia, según el CICR.
“Como esta historia hay muchas más, anónimas, nunca contadas, pero que reflejan una realidad: la desaparición es una de las graves consecuencias a las que se enfrentan las personas migrantes durante la ruta. No es la única, hay muchas otras, como robos, extorsiones, violencia sexual, secuestro, separaciones familiares o falta de acceso a servicios básicos”, aseguró Salha Benzeghiba, jefa de misión del CICR en Guatemala, en el editorial titulado “¿Dónde estás, mamá?”: La desaparición de migrantes, un problema humanitario inmenso, publicado en el marco de la presentación del informe del CICR.
Según Benzeghiba, para atender las consecuencias de la desaparición de migrantes se necesita un trabajo coordinado entre los diferentes Estados, en particular, el registro e intercambio sistemático de información de calidad sobre personas que son buscadas, entre ellas los datos recogidos antes de su fallecimiento, el último contacto con familiares, etc., así como sobre personas fallecidas no identificadas que reposan en otros países.
“La implementación de procedimientos de búsqueda en vida también es crucial para encontrar a aquellas personas que han perdido el contacto con sus familias”, enfatizó.
“Las personas que desaparecen en la ruta migratoria tienen derecho a ser buscadas, y sus familiares, entre quienes se encuentra Luisa, la niña que nos compartió su historia, tienen derecho a conocer el paradero de sus seres queridos y las condiciones en las que sucedió la desaparición, a poner fin a la incertidumbre, y a recibir reparación y atención por el daño sufrido”, puntualizó la funcionaria.
Cambio de perfil migrante
Martin De Boer, jefe de operaciones del CICR en México, explicó durante la conferencia de prensa de presentación del informe, que han detectado que el patrón de migrantes con rumbo a Estados Unidos cambió y se incrementó el número de familias y niños acompañados durante el 2019 y se mantuvo durante el 2020, en comparación al 2018 donde eran muchos hombres solteros.
No obstante, mucha de la niñez no acompañada detectada durante los monitoreos de las instituciones de migración de México, provienen de Honduras y Guatemala, mientras que El Salvador tiene menores índices.
*Nombres ficticios para proteger sus identidades