Por Diego Petzey
Izabal fue uno de los departamentos más afectados por las tormentas Eta e Iota en noviembre del año pasado. Una de las poblaciones que más daños materiales sufrió fue Ánimas, porque el río que lleva el mismo nombre se desbordó, destruyendo unas 14 viviendas, una comunidad formada por 150 viviendas aproximadamente.
Pese que esta región está catalogada en el Plan Municipal de Desarrollo y Ordenamiento Territorial del municipio de Morales como mayoritariamente plana “el suelo se destina principalmente a cultivo de palma africana y pastoreo, por lo que son zonas de inundación recurrente afectando la movilidad en el territorio”.
Enrique Morales presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) de segundo nivel en Morales, Izabal, manifiesta: “las recientes tormentas fueron tres veces más fuertes que el huracán Mitch, en 1998. Nadie se esperaba esto. En Guatemala no hay prevención, es bastante leve la prevención que el gobierno desarrolla, pero nosotros con base a la experiencia que vamos obteniendo en cada tormenta creamos nuestra propia prevención personal, desconocemos hasta ahora si de parte del gobierno existe un plan post tormentas”.
Los Municipios de Morales, Izabal (93%) y Quezaltepeque, Chiquimula (7%) son las zonas departamentales que registran el 100% de los daños en la producción de maíz asociada con cultivos permanentes, según el informe presentado por la Secretaria de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan) en enero de este año.
Los vecinos de la aldea las Ánimas han expresado su preocupación porque en los próximos meses de este año los terrenos de cultivos destrozados les llevará un año volver a recuperarlos, es decir que podrán volver a sembrar después de ese tiempo. No pueden volver a sembrar inmediatamente porque las zonas de cultivos se convirtieron en playas y muchas siguen con lodo.
A los daños materiales hay que sumar que muchas personas están sin empleo porque fábricas o fincas de banano han cerrado sus operaciones. Enrique Morales dice: “vivimos en un país tercermundista, vivimos del día a día, no tenemos subsidio. Vivimos por la pura misericordia de Dios y de manera primitiva, pues nuestras autoridades no se esfuerzan para que nuestros impuestos lleguen realmente a cada uno de los vecinos. Alguien dice que lo importante es que tenemos la vida, pero significa empezar de cero”.
La situación de las comunidades contrasta con el proceso para devolver 140 millones de quetzales a empresas de palma africana y de banano en tiempo récord por parte de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).
Mientras que el Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúa al municipio de Morales con el 22,1 % de pobreza extrema.
Saúl Paau Maaz, director regional para Centro América de la organización AIDS Healthcare Foundation (AHF) Guatemala, una organización que trabaja en prevención y abogacía por los derechos y la salud de las personas que viven con VIH, relata que durante las tormentas Eta e Iota estuvieron brindando asistencia humanitaria a personas de comunidades damnificadas por las tormentas especialmente en lugares donde no tiene presencia el Estado. Hasta mediados de enero esta organización había brindado asistencia alimentaria a 4,078 personas de 13 comunidades de los departamentos de Izabal, Petén y Alta Verapaz.
Con el apoyo de las autoridades comunitarias de las diferentes comunidades entregaron artículos de primera necesidad, así como alimentos. Maaz relata que aún hay campos de producción inundados y que la mayoría de las familias perdieron toda su cosecha de maíz y frijol y todavía están esperando si pueden sembrar porque hay mucho lodo y no ha bajado el caudal del agua.
Maaz también menciona que los sobrevivientes de la aldea Quejá se trasladaron a Chepenal, San Cristóbal, Alta Verapaz a pesar de ser otro lugar de riesgo, “pienso que se debe seguir trabajando más en cuestiones preventivas, hay una institución que ve temas de prevención y condiciones de riesgo”, agregó.
“La ayuda del gobierno y de las autoridades no ha sido integral, ha sido deforme, hay muchas comunidades que aún no están funcionando como debería de ser, las ayudas se van terminando y la población va entrar en crisis bastante tremenda, las autoridades solamente se han encargado de la infraestructura, las comunidades nos llevarán entre seis meses a un año recuperarnos un poco de todo este desastre, en Izabal la ayuda es necesaria y debe de seguir llegando”, puntualiza Enrique Morales.
Para Maaz otro de los temas de mayor preocupación es la importancia de proteger a la juventud, no se puede ignorar que es urgente impulsar procesos de educación en salud preventiva y educación sexual. En las comunidades que estuvimos llegando observamos a jovencitas de 14 o 15 años siendo madres de familia.