Por Edgar Esquit*
En la primera parte del siglo XX, seguramente era impensable que un indígena estuviera inscrito en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Los datos que poseo informan que a finales de la década de 1950 algunos mayas estudiaban en la Facultad de Derecho de dicha universidad. Personas como Felipe Ruyán (kaqchikel), Eduardo Tistoj (k’iche’) Factor Quixtán, Isaías Sirín terminaron sus estudios en algún momento de la década de 1960. En los años siguientes otros mayas ingresaron a la facultad de medicina apoyados por sus padres o a través de iniciativas religiosas. Pero ¿cómo fue la vida de estos hombres en las aulas de la USAC? Las experiencias de estos mayas seguramente fueron diversas, pero es probable que el racismo tuviese un lugar importante en sus rutinas como universitarios.
Hace más de diez años hablé con Manuel, un kaqchikel originario de Comalapa que me platicó sobre su vivencia en la Facultad de Derecho durante la década de 1960. Su padre lo instó a inscribirse en la USAC y en dicha facultad, porque creían en la superación de los indígenas. En las aulas universitarias Manuel conoció y tuvo algún trato con personas como Miguel Ángel Reyes o Francisco Polanco. Muy a lo lejos reconoció a estudiantes de las familias Granados, Ibarra y Escamilla que tenían su propio círculo de amistad en la Facultad de Derecho. En su momento Otto René Castillo lo invitó para que se involucrara en el Frente guerrillero “Edgar Ibarra”, pero él se negó. Los recuerdos más vivos de Manuel, durante su paso por la universidad, no están relacionados a las invitaciones de sus compañeros para que apoyara el movimiento estudiantil y guerrillero, sino al racismo que vivió.
Él recordaba con viveza, a sus casi 65 años, la manera en que su profesor de Hacienda Pública, un reconocido líder de la Revolución de 1944, lo había humillado delante de todos sus compañeros diciéndole que era un indio chivero (el profesor creía que Manuel había ganado las materias haciendo trampa) y que por eso no merecía estar en cuarto año pues, según él, dicho estudiante no conocía conceptos importantes o básicos para asistir a ese curso. Cuando tomó Obligaciones, entre todos los inscritos solamente cinco estudiantes, incluyendo a Manuel, ganaron dicha materia. En el momento en que se supo esto, el diputado Mendía Paredes, del Partido Revolucionario, que frecuentaba a los estudiantes en la Facultad, dijo que Manuel seguramente le limpiaba el culo al profesor y que por eso había ganado dicha clase. De acuerdo a esta perspectiva, cuando el indio alcanzaba cierta ventaja lo lograba con base a a una conducta indigna. Según ladinos como éste, no había otra manera de tratar y de ver a los indígenas. Manuel y muchos otros indígenas experimentaron sobre sus cuerpos todo el peso del racismo desde el momento en que pusieron su primer paso en la Universidad. La USAC, de una u otra manera, daba forma a la visión sobre los indígenas como seres corruptos, degenerados y serviles.
En la década de 1980, otros mayas inscritos en la USAC empezaron a conversar sobre diversos temas relacionados a la identidad indígena pero muy pronto también comenzaron a cuestionarse sobre su lugar en la Universidad estatal. En los noventa algunos de ellos, contados con los dedos de las manos, fueron profesores y sintieron nuevamente el peso de la jerarquía racial. El racismo seguía siendo parte de la vida cotidiana en la universidad estatal, pero desde entonces, la reflexión fue más allá, introduciendo la experiencia indígena en el marco analítico general del colonialismo.
En 1995, la editorial Cholsamaj publicó Ub’aniik ri una’ooj uchomab’aal ri maya’ tinamit, Configuración del Pensamiento Político del Pueblo Maya, del doctor Demetrio Cojtí Cuxil. En este libro, aparece un artículo titulado «Los mayas en las universidades guatemaltecas colonialistas», donde el doctor Cojtí es contundente al afirmar que las instituciones de educación superior en Guatemala han sido organizadas y siguen funcionando bajo el signo del colonialismo ladino. Plantea que el carácter colonial de la educación superior se puede mirar en su composición y que las universidades reproducen el colonialismo interno de Guatemala, funcionando como instrumentos ideológicos para mantener el dominio ladino sobre los mayas.
Junto a esto, argumenta que, en la USAC, tanto catedráticos como estudiantes ladinos pueden bloquear conjuntamente y en el aula el desempeño y avance de estudiantes indígenas, lo cual provoca la deserción. La educación superior en esta universidad es nula, selectiva y desestimulante para los mayas. Esta realidad ─afirma─ refuerza los privilegios del pueblo ladino en dicho lugar. Plantea que los profesionales que laboran en este centro son principalmente ladinos y que muy pocos profesionales son mayas.
Afirma también que ninguna de las extensiones o centros universitarios en departamentos con densa población indígena presenta alguna adaptación étnica en su región, sus cuerpos docentes no están constituidos por profesionales mayas de la región, los pensa de las carreras no tienen cursos vinculados con las comunidades lingüísticas y el idioma usado en las aulas es el castellano. Así, concluye que estas sedes universitarias son extensiones provinciales de la universidad colonial que opera en la capital del país. Junto a esto, el autor indica que dichos centros reproducen una suerte de etnocidio de los mayas, pues deforman la identidad del estudiante indígena al predicar y aplicar políticas de asimilación.
Cojtí explica que en la Universidad de San Carlos a los mayas se les trata como objetos de estudio, como seres poseídos por los ladinos, como personas del pasado. Se afirma que a los mayas se les expropia de su historia y se les niega su vínculo con los mayas antiguos. Además, plantea que en la USAC no se imparten cursos vinculados a las escuelas anticolonialistas y antirracistas del pensamiento ni se mencionan, en clase alguna, las corrientes sobre los movimientos de liberación nacional. Así mismo, no se analiza el colonialismo interno como un problema de Guatemala y, por eso, se ve la dominación colonial como algo normal o natural en el país. Plantea que, en la década de 1980, en la elaboración de las tesis se coartaban las iniciativas de los mayas que querían estudiar la condición de los pueblos indígenas, tildándoselos de nativistas, indianistas, ridículos y peligrosos para la unidad nacional. En los años noventa ─afirma─, a los estudiantes se les encuadraba dentro de los dogmas del liberalismo, neoliberalismo o el positivismo funcionalista.
Cojtí asevera que, a mediados de esa misma década, la USAC introdujo algunas innovaciones para tratar el conflicto étnico-cultural en el país. Sin embargo, avisa que habría que tener cuidado con estas pequeñas acciones para que no se conviertan en coartada para negar la condición colonial de la Universidad. Reitera que una universidad no deja de ser colonial porque incidentalmente se pronuncie en favor de los mayas, por incluir uno o dos cursos sobre la cultura maya, por tener cursos optativos sobre algún idioma indígena, por cambiar el nombre de algún curso o el de alguna entidad universitaria.
Ante esta condición tan precaria de los pueblos indígenas en la USAC, el doctor Demetrio Cojtí seguramente sentía desaliento y, por eso, en principio, planteó medidas desesperadas en su texto. Afirma que a los mayas en esta condición les quedan dos opciones negativas: rechazar esas extensiones universitarias de la USAC y, con ello, sufrir menos la deformación ideológico-cultural o tener educación superior regional y padecer del etnocidio y lavado de cerebro de los jóvenes mayas. No obstante, en otra parte de su escrito, regresa a su posición sobre las reivindicaciones mayas en materia de educación superior, planteando que estas no se limitan a las reestructuras curriculares o al establecimiento de programas de becas para indígenas. Explica que las exigencias buscan la transformación parcial o total de las actuales universidades hasta el establecimiento de universidades mayas, dado su derecho a la autodeterminación. Afirma que el hecho de que solo los ladinos tengan su universidad estatal es prueba del colonialismo interno legalizado por el Estado.
En la misma década otros mayas también habían desarrollado organizaciones y perspectivas críticas ante la USAC. En 1990 surgió la Asociación Maya de Estudiantes Universitarios, AMEU. Esta entidad publicó estudios sobre educación superior en Guatemala, en donde se estableció que la naturaleza de la Universidad era ajena a las necesidades de los estudiantes y comunidades mayas. En 1992 surgió la Asociación de Estudiantes Mayas Saqb’ilo’ Mayab’, sus acciones se desarrollaron en el Centro Universitario de Occidente, pero al igual que AMEU nunca fue reconocido en la estructura formal de la USAC, no obstante, desarrolló actividades en pro de los estudiantes indígenas en la misma universidad. En 1996 fue creado Ralab’te’ Mayab’ o Comunidad de Universitarios Mayas. Ellos empezaron a plantear la importancia de reformas en la universidad estatal y siguiendo esa lógica entregaron una propuesta de reforma de la USAC, como también lo había hecho AMEU en su momento. A inicios del siglo XXI MOVEMayas ha sido el protagonista maya en la ya larga lucha por la Reforma Universitaria. Las voces de los mayas ante el carácter colonial de la USAC surgen en todos lados, algunas mujeres mayas también han hablado de manera abierta sobre la situación del racismo y el sexismo en la USAC. Junto a ello algunos líderes desarrollan iniciativas propias y autónomas de universidad y educación superior para los pueblos mayas.
Todas estas voces dan en que pensar sobre la condición histórica de la USAC en la reproducción del colonialismo en Guatemala. En este sentido, uno se puede preguntar ¿dónde quedan las voces de los indígenas en general para la clase media ladina que dirige la Universidad de San Carlos? Muchos mayas han escrito con claridad sobre la situación de los indígenas en la USAC y han mostrado la realidad de la universidad estatal sumida en el letargo de sus 300 años de existencia colonial. Después de tantos años de lucha, uno se puede dar cuenta de que las voces mayas no resuenan en los oídos de los funcionarios de dicha universidad, acostumbrados a pensar y a defender su nicho de reproducción colonial, sus nociones sobre modernidad, su cientificidad positivista eurocéntrica, contentos al ocultar el racismo y ahora con fuertes deseos y acciones para que la Universidad de San Carlos tenga un lugar en el proceso neoliberal que dirige la clase dominante. Lo que se puede mirar es que esa elite ladina autoritaria, está acomodada en sus sentimientos e ideas de superioridad racial e intelectual y está acostumbrada a desoír a la gente que considera subalterna e inferior.
Pero el papel de la USAC en la formación del Estado Colonial puede verse de muchas maneras. Así, es posible discutir cómo esta universidad se construye a partir de viejas ideas sobre unidad nacional y desde del estatismo universalizante. Los procesos declarativos, la producción simbólica, las mallas curriculares, los sistemas de investigación… todo va unido alrededor del ideal universitario ladino sobre Guatemala como entidad unívoca. En este sentido, la identidad guatemalteca forma parte del ideario de una clase media que, en un tiempo, fue heredera del nacionalismo revolucionario de 1944. Actualmente, sin embargo, el nacionalismo que se fomenta en la USAC se vincula mucho más al proyecto neoliberal de las elites económicas del país (y hasta con el nacionalismo militar). Es un proyecto que se sigue planteando como algo posible a pesar de que durante 200 años los ladinos no han podido levantar algo digno de llamarse nación, pues lo que han hecho es establecer un espacio de dominación y contención, que ahora se adecua a los intereses y las imposiciones del mercado (algunos ladinos llaman a esta entidad nación inconclusa, nosotros la definimos como nación o como república colonial).
La Universidad de San Carlos tiene un rol importante en este proceso porque de muchas maneras es la que reproduce ideas, conocimientos, representaciones sociales que buscan legitimar el universo de dominación. Con la difusión de las ideas sobre nacionalismo vinculadas a los intereses de las elites criollo-ladinas y el imaginario sobre ciencia, la USAC y todo el sistema de educación superior legitiman sistemas de autoridad, la constitución de territorios, las formas de la legalidad, el tratamiento sobre la naturaleza, narrativas sobre el pasado o el discurso sobre desarrollo. Ejemplos recientes se pueden ver en los foros que ha realizado en los últimos meses el Programa de Educación Continua de la USAC. Uno de esos eventos con múltiples sesiones fue titulado «Conservación e investigación científica arqueológica en la Reserva de la Biosfera Maya». A través de los discursos de los diferentes participantes, se ha buscado reproducir y legitimar ideas estatistas y nacionalistas guatemaltecas sobre conservación, desarrollo sostenible, investigación arqueológica, patrimonio o la historia de comunidades en un marco de unidad nacional desde la perspectiva de los kaxlani’; todas las reuniones fueron conversaciones entre intelectuales del nacionalismo ladino.
El imaginario sobre la nación guatemalteca se va llenando poco a poco con conceptos, nociones, teorías y metodologías legitimadas a través de los discursos sobre lo científico. De esta forma, se van despojando también la memoria y la producción intelectual de los pueblos indígenas. Al reproducir las nociones nacionalistas, la universidad va adquiriendo poder político, no solo por sus representantes en las comisiones formadas en la estructura estatal, sino principalmente porque su discurso tiene un poder de legitimación basado en la exclusión de otros grupos, discursos, memorias y saberes. Así, va arrimando a la orilla toda perspectiva indígena o maya para colocar el nacionalismo y el estatismo en el centro de todas las existencias. De esta manera, el nacionalismo chapín difundido y recreado en múltiples lugares, incluyendo la universidad estatal, forma parte de los dispositivos de la dominación colonial.
El nacionalismo chapín corroe las entrañas de las comunidades mayas porque día tras día arrincona y oculta las luchas e ideales de autodeterminación reproducidas históricamente por los pueblos mayas. Así, la Universidad de San Carlos sigue siendo un instrumento, una maquinaria poderosa del Estado en manos de los ladinos y, por eso, ha sido legalizada como la única universidad estatal en el país.
*Kaqchikel, reside en la comunidad de Patzicía, Guatemala. La investigación sobre historia de comunidades ha sido su línea de trabajo más general aunque también ha escrito sobre el movimiento maya. En Patzicía es miembro de la Asociación Comunitaria KAQJAY y es Investigador del Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Publicado originalmente en https://tujaal.org/la-re-produccion-colonial-de-la-universidad-de-san-carlos-de-guatemala/?fbclid=IwAR0UNUD2s4Uh-sy7lslPqk4cRtc7IPMC3KNPP8YkCftE-OVmUaXvep4MukI