Por Miguel Ángel Sandoval
Con la mayoría de mis amigos en redes, pues ahora es difícil encontrarse para conversar un rato, se convirtieron en expertos de pandemias. Han leído de todo y algunos han sacado conclusiones ajustadas a la pandemia real. Ello lejos de teorías de la conspiración que no faltan, de comentarios cargados de racismo anti chino, de improperios en contra de Trump, pero en general, si se percibe la motivación por contribuir a que nuestro país y muchos más salgan con bien de la pandemia.
En otro nivel, las redes despotrican en contra de las medidas presidenciales como el veto al 15/2020 y la increíblemente rápida y audaz expresión de apoyo del Cacif. Casi que la dio en tiempo real. Más tardó el primer mandatario que el Cacif decir que eso era lo correcto y bla, bla, bla. En pocas palabras, nos vimos frente a una situación infame en los días de la crisis: la cúpula del Cacif haciendo lo suyo, todo en aras de continuar exprimiendo a los trabajadores del país. Y en hecho inédito, el Congreso rechazó el veto y el Cacif se quedó literalmente solo, aunque con sus empresas y empleados….
A todo esto, los progresistas del país que somos muchos, pensando en la mejor manera de pronunciarnos sobre un tema de indiscutible alcance nacional, de incuestionable interés nacional, de las mayorías del país. Esa es la realidad. El país entero está en una situación complicada. Pero sobre todo, sin muchas opciones.
Y junto con la mejor forma de contribuir a salir del atolladero en que nos encontramos, todos con la idea bien clara que la gran responsable de las injusticias de la mayoría, que no existan políticas de Estado para paliar al menos en algo el impacto de la pandemia, es la misma patronal que viene desde hace siglos exprimiendo a los trabajadores del país, a cambio de migajas.
Ahora hay un desafío enorme. Las redes son buenas para denunciar, acaso para intercambiar opiniones, pero no bastan. Hemos visto a organizaciones campesinas utilizar las redes para una rueda de prensa virtual, otros grupos vinculados a la migración intentar lo mismo, vía las modernas aplicaciones para este tipo de actividades. Si con las movilizaciones del 2015 las redes sociales se hicieron presentes y como en alguna ocasión señalaba, con ello llegábamos de golpe al siglo XXI, ahora con la pandemia estamos totalmente instalados en él.
Pero esa constatación es insuficiente. La presión social es necesario que se articule, las demandas sociales demandan eso: ser sociales. Las redes no suplen la comunicación entre los grandes sectores de trabajadores, de las grandes cantidades de inconformes.
Hace falta un trabajo de articulación de las demandas, las insatisfacciones y por supuesto, de las propuestas. No cada quien desde su computadora, ni desde su teléfono inteligente. Hace falta más. Es un problema que se plantea a nivel mundial. No exagero con esto.
Es necesario además, tratar de entender que actuar desde redes, con todo lo positivo y proactivo que pueda ser, con computadora o el teléfono inteligente, crea, permite, estimula, la acción profundamente aislada, solitaria, individual. Y el resultado de ello es la dispersión del pensamiento, la dificultad de encontrar lenguaje común, objetivos comunes. Por supuesto que estoy lejos de plantear un pensamiento único de ingrato recordatorio. No hablo al tanteo, lo expreso por la dificultad observada de hacer consensos, de unificar voluntades.
Y eso que nos falta es lo que debe ponernos a pensar y rápido. Es lo que nos demanda actuar y rápido. Despotricar contra todo lo que nos parece mal es un paso. Maldecir a quienes gobiernan es relativamente fácil. Lo que falta es articular, construir, aun desde el aislamiento, convocar voluntades a pesar de la cuarentena. Pues si salimos como entramos a la pandemia, en términos sociales y de organización, esto es, cada quien con sus posiciones sin matiz alguno, cada quien son sus intereses sectoriales, de nada nos habrá servido el encierro, y todos los trabajos pasados y toda la tensión acumulada.
No basta con anunciar estallidos, ni decir que hay condiciones objetivas y que solo falta la acción, hace falta organizar el descontento, las demandas, la ira social si es necesario. Es la única vía. Reflexionemos sobre este punto.
Intentemos hacer coincidir propuestas. Con ello si estaríamos dando un salto en términos de ir organizando el pensamiento que en verdad, hoy está muy disperso