Por Marylena Bustamante Ortíz.
Se llamaba Emil Bustamante, tenía 32 años. Era perito agrónomo, médico veterinario y sociólogo rural. Estaba casado, era padre de una niña de 3 años y de otra que recién crecía en el vientre de su madre.
Vestía pantalón de lona azul, camisa blanca con líneas azules de manga larga, zapatos kikers tipo botin de gamuza café. Era de ojos avellanados, barba espesa, entre rojiza y castaña, cabello quebrado abundante, amplia sonrisa, dientes alineados, de voz recia, complexión normal, no era super alto, pero tampoco Chaparro. Salió de su casa un sábado 13 de febrero de 1982 en su camionetilla Datsun 120 Y, color rojo reciente modelo con Placas 167984. Dicen algunos, que vieron como era subido a un camión militar en la 27 Avenida “A” y 20 calle de la zona 10, en el camino que conduce a Santa Catarina Pinula. Otro testigo aseguró haberlo visto vivo en el cuartel General de Matamoros, otro testigo dice que se lo llevaron a Salamá a un centro de tortura militar. Otros, que el ejército se lo llevó a Rabinal, ya que años atrás lo habían detectado a él y otros estudiantes capacitando a campesinos a como cuidar a sus animales. Uno más me juro que su espíritu se había escapado de sus captores, y que ellos, los militares se habían quedado solo con su cuerpo. Otro me juró que lo ha visto en las luchas en defensa del agua y el territorio, en contra de los proyectos mineros, también oponiéndose al maltrato a las mujeres. Luchando contra la corrupción, y tratando de participar para elevar el nivel académico de la USAC. Me dijeron que no anda solo, que lo acompañan niños y niñas, hombres y mujeres. Les encargo,que si lo ven le digan, que no se crea que lo hemos olvidado, que algún día encontraremos sus restos y el de los otros 45,000 detenidxs desaparecidxs.